• 02/02/2013 01:00

Alma, amor y vida

El mundo se ha materializado. Todo es materialismo. Todo lo apreciamos como cosas objetivas. Es más, generalmente lo cuantificamos y lo ...

El mundo se ha materializado. Todo es materialismo. Todo lo apreciamos como cosas objetivas. Es más, generalmente lo cuantificamos y lo traducimos en números. Es más, lo monetarizamos y le ponemos un costo, más que costo, le ponemos un precio negociado, que ya no es lo que vale, sino por lo que se vende. Todo se mercantiliza en el comercio. Pero el otro mundo abstracto, vive, existe. Como lo pueden ser las emociones, los sentimientos, los placeres, las ilusiones y tantas otras cosas que no son reales en el sentido material, pero que tienen una expresión. El átomo es masa más energía. Como tiene masa, es concreto. ¿Pero la energía? Claro que existe y se manifiesta con hechos y acciones. Es la velocidad de la luz al cuadrado. Es fuerza. Mueve cosas, alumbra. El Protón es masa, pero la energía son los electrones y otros elementos (neutrinos, fotones, etc.).

Cuando la masa se queda sin energía, es la inercia, la muerte. La masa se transforma, nada desaparece. Pero el movimiento, la energía, los electrones que se hacen con la muerte. ¿Cesa la fuerza, el movimiento, la energía... es la muerte? La energía es la vida. La vida inteligente es tal vez el alma. La inteligencia la ubicamos en el cerebro. La Energía, los electrones son como el alma. Cuando faltan es la muerte. Pero, si la masa se transforma, ¿entonces qué se hace la energía, el alma? ¿A dónde van los electrones? Cada quien con sus creencias. Será dejar aquí en la Tierra, el cielo terrenal que serían sus creaciones, logros, prestigio valoraciones psicopedagógicas o socioeconómicas. Mientras alguien tenga nuestro recuerdo aún estamos vivos. También se dejan los genes para reciclarse y diluirse en la reproducción de la especie. Pero los otros seres (Ej. animales) de cerebros menos inteligentes, ¿qué se hace con su alma menos inteligente? ¿En la creación hay un derroche de vida real y potencial. Cada mujer podría reproducir 400 seres nuevos, pues ellas nace con esos óvulos que podrían teóricamente llegar a ser seres humanos. Pero no lo son. En los hombres, que producen en su vida millones de millones de espermios, todos con la capacidad vital, también de producir seres humanos.

Pero en la inmensidad del Universo y la eternidad de los tiempos, ¿qué se hace el alma? Conceptos que solo pueden dimensionarse en función de la existencia de algo como un Dios, por su sabia perfección y por lo difícil de describirse de alguna otra forma.

Dijimos que la materia se transforma en lo que sea, por las leyes de la química. Pero el cerebro se mueve por mecanismos muy complejos y una neuroquímica de substancias intermediarias, que aún estamos investigando cómo funcionan. La Dopa, la serotonina, la adrenalina, la acetilcolina y cuantas substancias intermediarias de neuronas y sinapsis, que, según adonde se dirijan producen reacciones diversas. Y cuando se altera su fina fisiología vienen los problemas. Inclusive de actitudes y conductas que las ponen fuera de la conciencia y de la voluntad. Es decir, de la responsabilidad, de la decisión, de la libertad. Y todo esto en el complejo de gentes viviendo, sufriendo y gozando de la integración de todos, que es la sociedad. En que se interactúa en múltiples direcciones y propósitos. Se parte de la base que se aspira a la felicidad de todos. Eso exige una serie de condicionantes de estilos de vida que nos permitan a todos y siempre, alcanzar esa aspirada felicidad. Pero resulta que individualmente la felicidad no significa lo mismo para todo.

Aquí es donde entran en juego otros factores ya comunales, que es la cultura. En los tiempos, en la geografía y en el momento histórico que nos toca vivir. Hay una norma general humana, que patéticamente no se cumple; pero que debería ser la fórmula de convivencia, que teóricamente debería permitirnos las metas de la felicidad. Es el Amor. Hago referencia al amor humanitario. A los prójimos. Al Amor social. El entendimiento con buena voluntad entre todos. Pero volviendo a la esencia de la vida. La vida humanamente siempre es la resultante de la conjugación de dos. La muerte viene sola. Solo muere uno (salvo las guerras y catástrofes que no sirven como modelo). Pero la vida, siempre viene de dos. Y todavía esos tienen que tener el componente básico del Amor. Pero el amor que culmina en la reproducción lleva como anzuelo de sabiduría, el placer. El placer lo injertaron los dioses para ejecutar todo su plan. Todos los humanos, desde que se inician los fenómenos endocrinos, toman actitudes y conductas obedeciendo a esos efectos. El Amor es el componente psicológico, sentimental, subjetivo de las relaciones de pareja y humanas.

Las caricias son su expresión de comunicación hacia una excitación fisiológica.

El placer es la consecuencia material con reacciones objetivas somáticas. El motor inicial de todo este ciclo de la vida, es la líbido como reacción inicial natural. Puede haber placer sin amor. Y amor sin placer. Pero ninguna de esas versiones son satisfactorias ni producen felicidad integral, ni tampoco familia. Estos fenómenos se conjugan y alternan con mensajes, propuestas, compromisos, que permanente o temporalmente ajustan las relaciones de pareja; pero que no siempre están acordes con los parámetros de parte de la sociedad, que imprime normas estrictas a ese sector. Producto final, producir la vida. Y a todo esto nos dejan la libertad de elegir qué es lo bueno. Pero al término de la vida, la gran incógnita es el alma. Todas las religiones actuales y pasadas nos hablan de un más allá. En esa fe y esperanza se han acumulado en la historia, las almas. No será igual que aquí. Pero todos quisiéramos que los dioses hayan programado también para lo que sigue. Para las almas. Para el Nirvana Algo tan hermoso y sabroso como el amor.

MÉDICO Y EXMINISTRO DE ESTADO.

—EN MEMORIA DE LAS VÍCTIMAS DE LAS DICTADURAS.

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