• 05/09/2015 02:00

Amar es una decisión

Frente a la crisis de la sociedad todo apunta a que la familia también lo está.

Frente a la crisis de la sociedad todo apunta a que la familia también lo está. Las autoridades al hablar de delincuencia se refieren al papel de los padres, del hogar, por eso quiero referirme al matrimonio.

La fastuosidad de algunas bodas y el empeño en cuidar cada detalle de ese día especial, sin contar con la inversión en tiempo y dinero, me lleva a la pegunta de ¿cuántas de estas parejas se mantendrán unidas y harán lo que esté a su alcance para mantener su relación?

El matrimonio no es cosa fácil, es un trabajo de todos los días, donde marido y mujer deben poner su cuota de sacrificio para echar hacia delante. Cuando digo ‘sacrificio' no aplica la inmolación, sino echarle ganas a construir un hogar. Así como se saca tiempo para maestrías y actualizaciones, con el propósito de ser competitivos en el ámbito laboral, debe hacerse para mejorar la relación de esposos.

Me desalienta que muchas parejas sean tan conformes o vivan un engaño diciendo que están bien, que no necesitan guía, apoyo ni acompañamiento. Se equivocan, se necesita ‘coaching', motivación, nutrirse de las experiencias de otros para asentar su matrimonio sobre roca firme.

Varias corrientes religiosas cuentan con apartados dedicados a esto. La Iglesia Católica tiene al Movimiento Familiar Cristiano y el Encuentro Matrimonial Mundial, EMM, entre otros, que buscan, mediante retiros de fin de semana, que los esposos o parejas unidas, hallen la fórmula para comunicarse de manera efectiva, hablar de sentimientos y conocerse mejor.

Hay parejas que llevan tiempo conviviendo, pero no se conocen de verdad, hablan sobre la casa, los hijos, el trabajo, vacacionan juntos, mas no dialogan a profundidad. Un matrimonio de años no es garantía de calidad ni de felicidad, pero lograrlo es posible. Se necesita la decisión de amar; no con el amor idealizado de poesías y novelas, sino con el de la acción pensada, meditada, que sobrepasa al sentimiento.

El papa Francisco sugiere que, como se pide el pan nuestro de cada día, el matrimonio ore por ‘el amor nuestro de cada día'. Insta a incluir en el diccionario del amor tres palabras: con permiso, gracias y perdón. La primera en señal de respeto y atención; la segunda, en que la otra persona es un don de Dios y por eso hay que agradecer; y, la tercera, en tener la humildad de reconocer los errores y pedir perdón.

La pareja y familia perfectas no existen, pero se puede trabajar en mejorarlas. Los matrimonios que viven la experiencia de un fin de semana de EMM concluyen en que es la mejor inversión de sus vidas. El intercambio de experiencias de los matrimonios que sirven y dan su testimonio les retan e inspiran a no desmayar. Pregunte en su parroquia sobre este programa para cultivar el amor, paciencia, comprensión y oración, porque, como dice el papa, después del ‘sí quiero' hay que empezar a trabajar el ‘para siempre'.

PERIODISTA

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