• 20/08/2011 02:00

Por amor al dinero

DOCENTE UNIVERSITARIO.. R ecientemente se realizó la segunda Conferencia Internacional contra la Impunidad en Guatemala, donde el movim...

DOCENTE UNIVERSITARIO.

R ecientemente se realizó la segunda Conferencia Internacional contra la Impunidad en Guatemala, donde el movimiento sindical y organizaciones de solidaridad internacional junto a la OIT reclamaron, con justa razón, que Guatemala deje de ser un Estado fallido contra la delincuencia, los homicidios, femicidios, el ataque a los indígenas y a los sindicalistas, realidad que se repite en otros países como Honduras, Colombia y aún en Panamá, donde nadie ha sido juzgado por asesinar sindicalistas en Changuinola.

El origen de esta impunidad estriba en la corrupción, cuando las autoridades se convierten en sus cómplices, por dinero; porque vale más el dinero que cumplir con el deber; importa más el bienestar personal que la solidaridad y el egoísmo que el honor o las convicciones. Toda conciencia tiene un precio, según los dueños del dinero, y con ese pensamiento compran funcionarios de todos los niveles y estructuras del Estado. Compran partidos políticos, autoridades, medios de comunicación social y periodistas, sicarios y malhechores, etc.

Se afirma que los varones de la droga son los que promueven la corrupción y la impunidad, pero esa actuación se origina en el amor al dinero. La venta de drogas ilegales y el ‘lavado’ de dinero, negocios millonarios, se originan en las ansias de salir de la pobreza, a cualquier precio, hasta llegar a esos niveles delincuenciales.

Algunos ricos de nacimiento no son diferentes, piensan (y muchas veces corroboran) que todo y todos tienen un precio; que no hay conciencia ni ideal que no sea vencido por el dinero, y así van comprando políticos, dirigentes sociales; periodistas, etc. Piensan que con dinero pueden hacer su voluntad, por encima de la Ley, de los valores religiosos y morales; incluso la manía de los ‘megaproyectos’ está basada en el amor al dinero y no a los valores.

Por suerte, todavía hay gente que no se vende, por más dinero que le ofrezcan. Son los verdaderos locos, los idealistas, los que saben que el capital les va a cobrar caro su osadía de repudiarlo, pero no cejan. No son grandes dirigentes como Gandhi o Martin Luther King, pero tienen su misma firmeza y pagan con su vida en Guatemala, Colombia u Honduras, y promueven la conciencia, la solidaridad y el respeto a la dignidad humana en Panamá, México, Costa Rica, etc; son los militantes sociales que se enfrentan día a día al gran capital y nunca se rinden.

La otra cara de la impunidad y de la corrupción son los que se venden, más por amor que por temor al dinero. Su alma como la de Fausto, tiene un precio, pero por suerte para la Humanidad, incluidos los panameños, no todos son Faustos ni convierten al dinero en el nuevo dios del mundo. El endiosamiento del dinero y sus actores tienen, como todos los dioses pasados de la Humanidad, sus días contados.

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