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- 14/12/2011 01:00
No juegues con el amor...
E s diciembre y me enfocaré en mensajes de reflexión. Es una buena manera de estar en paz con uno mismo y con todos aquellos que tienen a este país vuelto un mar de calamidades. Y, para los que aún creen en el amor, pues los invito a leer este artículo; y, para los que no creen en el amor, pues ni lo intenten, así se evitan una desagradable rasquiña mental.
Empiezo por decir que el amor no debería doler, lo que duele es el olvido, ese largo pasillo que debemos cruzar para lograr que nuestra vida vuelva a tener equilibrio. Olvidar un amor nunca ha sido una tarea fácil, pero tampoco es algo imposible de lograr. Podemos lograr dejar atrás todo aquello que nos hace mal, aprender de la experiencia, madurar y crecer como personas.
Un buen amante siempre se mantiene virtuoso, y el que no sabe amar se mantiene al margen de la decadencia, del orgullo y de la maldad. Se queda aletargado, estancado, no tiene a dónde ir. Sólo fíjate en aquellas personas que siempre viven disgustadas, que por cualquier problema que tenga, se vuelven añicos.
La persona que le cuesta amar es narcisista, está cerrado en sí mismo. Sólo existe él. No resiste que nadie esté por encima de él. No puedes incluirle en una lista junto con otras personas, porque eso va en contra de su ego. Se mantiene al margen de los demás. Sólo se conoce a sí mismo. ¿Y cuánto puede conocerse a sí mismo si no conoce a la otra persona? Aquel o aquella que no ha conocido a la otra persona con profundo amor, con intensa pasión, no podrá saber quién es, porque no tendrá espejo en el que ver su propio reflejo.
El amor crea problemas, que hay que afrontar, que hay que vivir, que hay que superar. Sufrir sin amor es un derroche absurdo que no te lleva a ninguna parte, que te mantiene anclado en el mismo círculo vicioso.
No juegues con el amor, ¿qué ganas con eso? Nada. Solo tristeza, disgustos, malos entendidos, engaños, confusión, peleas. El ego narcisista y el amor son polos opuestos. Si te decides por el amor tendrás que abandonar el ego, y de ahí viene el miedo a enfrentarte contigo mismo. Tú yo narcisista que llevas a cuestas te impide ver y sentir a la otra persona tal y como es. Sé valiente, no seas cobarde, no incluyas a otra persona en tu olvidado lenguaje del amor, sino tienes la suficiente valentía para adentrarte en esa aventura.
Has vivido mucho tiempo, y has vivido como una gota de rocío, que cuando aparece, cae y muere, y duele el sólo hecho de pensar que estás acabándote, pues no te acabas, sólo experimentas esa sensación, y te identificas con esa sensación, y únicamente cuando desaparece esa sensación podrás ver quién eres, y esa revelación te llevará a la cima del gozo, de la felicidad. Y es cuando podrás amar de verdad. Y, es bello, porque te embellece. Si no es así te vuelves destructivo, colérico, siempre enfadado, resentido y con deseos de hacer daño. Esto suele causar molestias.
Todo en la vida son detalles. Los grandes acontecimientos nos deslumbran tanto que a veces nos impiden ver esos pequeños milagros que nos rodean cada día. Un ave que canta, una flor que se abre, el beso de un hijo en tu mejilla, son ejemplos de pequeños detalles que al sumarse pueden hacer diferente tu existencia. Todas las relaciones —familia, matrimonio, noviazgo o amistad— se basan en detalles. Hay quienes se pasan el tiempo esperando una oportunidad para demostrar de forma heroica su amor por alguien. Lo triste es que mientras esperan esa gran ocasión dejan pasar muchas otras, modestas, pero significativas. Se puede pasar la vida sin que la otra persona necesitara jamás que le donaras un riñón, aunque se quedó esperando que le devolvieras la llamada.
Se piensa a veces que la felicidad es como sacarse la lotería, un suceso majestuoso que de la noche a la mañana cambiará una vida miserable por una llena de dicha. Esto es falso, en verdad la felicidad se finca en pequeñeces, en detalles que sazonan día a día tu existencia.
Nos dejamos engañar con demasiada facilidad por la aparente simpleza. No desestimes jamás el poder de las cosas pequeñas: una flor, una carta, una palabra de aliento o unas cuantas líneas en una tarjeta. Todas estas pueden parecer poca cosa, pero no pienses que son banales. La flor se marchitará, las palabras quizá se las llevará el viento, pero el recuerdo de ambas permanecerá durante mucho tiempo en la mente y el corazón de quien las recibió.
¿Qué esperas entonces? Escribe esa carta, haz esa visita, levanta el teléfono. Hazlo ahora. No lo dejes para después por parecerte poca cosa. Ayer amaste, hoy sufres, pero te aseguro que el día de mañana verás las cosas de forma diferente. Tus días volverán a estar iluminados por un amor sabio y maduro. Esa mala experiencia que has pasado te ayudará a ser la gran persona en la que ya estás encaminado a convertirte. Inténtalo y verás...
ESPECIALISTA DE LA CONDUCTA HUMANA.