Ante la compleja situación social y política que atraviesa nuestro país la Conferencia Episcopal Panameña, el Comité Ecuménico y el Comité Interreligioso,...
- 16/06/2022 00:00
Sin ánimo de ofender
Les daré el primer ejemplo, y es la palabra negro, en "negrita" (casualmente muy de moda el mes pasado). Cuando hablo de un negro y digo que es negro, ahora resulta que soy racista. Decir que algo es una costumbre de negros --para dar un ejemplo-- o que esa negra prepara los mejores ceviches, o hablar de los barrios de negros, me garantiza una montaña de críticas y me colocan en el nivel más alto de xenofobia.
Incluso decir que una persona tiene un "Humor negro" o que tiene el "corazón negro" ahora resulta ser despectivo hacia los negros, sí, eso me dicen; hasta si digo que alguien la está pasando "bien negra" me critican, quiero decir, todo lo asocian con desprecio u ofensa. Tal parece que debemos excluir la palabra negro como sinónimo de cosas feas, tristes o malas. Yo creo que no se debe respaldar esa idea, pues a las cosas como son. Por otro lado, hay que llamarlos "de color", me aconsejan unos. "Afrodescendientes", me recomiendan otros; "Afroamericanos", pues nacieron en USA... O sea.
Les soy honesto caros lectores, hay días en que me levanto con la efímera musa de la inspiración por escribir, esos días en donde quiero escribir de una forma que no llegue a lastimar la susceptibilidad de nadie, intento complacerlos a todos y hasta complacerme a mí mismo. Pero cuando llego a ese punto en donde necesito escribir esa palabra adecuada, la que rima, la que cabe en esa frase, sin rebuscar palabras ajenas a mi léxico y de una categoría gramatical correcta; la palabra NEGRO me sigue pareciendo la manera más natural, sencilla y normal, la más corta y adecuada.
Si por ejemplo utilizo la palabra "afroamericanos", entonces, encima de que me parece una palabra exageradamente larga y aburrida, que fractura la línea e idea de mis escritos, salen algunos que aseguran que soy sarcástico o burlón y las críticas hacia mi persona se tornan más incisivas aun. Y todo esto me desorienta, me despista. ¿Quién puede negar que Floyd Mayweather es un negro invencible?... o por ejemplo la película "Diamantes Negros"... ¿se imaginan cómo sonaría: "Diamantes Afrodescendientes"?... Ombe cuanta estupidez.
Pero eso no queda allí, lo de "Cholo" es historia aparte. Deberíamos entonces decir "americano blanco-indígena?, ¡qué locura! Lo de cholo -dicen por ahí- suena a desdeñoso, peyorativo, a desprecio. Les confieso que hasta amigos muy inteligentes y versados me han aconsejado no utilizar "ese término" porque raya en lo nazista: si digo: "El Cholo Victoriano Lorenzo"; me dicen que mejor diga "El General Victoriano Lorenzo". Sin embargo, aquí tengo que hacer un paréntesis literario porque, por muy glorioso que suene el rango militar, se me hace muy difícil prescindir de una palabra tan hermosa, antigua y documentada.Cholo es una palabra que alude única y directamente a la genética y nos dice el diccionario que es una palabra usada para describir a una persona mestiza de sangre entre europea e indígena. Igualmente, la coloca como una palabra usada para definir a un indígena que adopta usos o maneras urbanas y occidentales. Si bien es muy cierto que “cholo” ha sido utilizado de manera peyorativa, para referirse a una persona “baja, iletrada, brusca, chabacana o burda”, debemos tener presente que el origen y diferentes connotaciones dependen del contexto de cada país latinoamericano.
Así, en Panamá, algunos lo han convertido en un término de corte despectivo (ejemplo: se emborrachó como un cholo, o, ellos pelean como cholos, o, así se enamoran los cholos) pero también puede ser de elogio, alusivo a los "mejorados" rasgos amerindios de una persona.
A finales del siglo XIX y primeras décadas del XX, se conocía como cholos a los campesinos de los pueblos de las áreas montañosas formados en su mayoría por indígenas o mestizos que habían sido asimilados a la cultura hispánica. Estos se unieron y crearon la guerrilla de "los cholos", los cuales fueron protagonistas en la Guerra de los mil días, cuando apoyaron, bajo el liderazgo de El "Cholo" Victoriano Lorenzo, al bando liberal.
Y si queremos cortar más tela, pues encontraremos lo mismo. Solo presten atención a la palabra "Maricón" por ejemplo. Díganme si no les costaría decir, en vez de "eso es una mariconada", decir: "eso es una femineidad". O si vas a decirle a alguien: "Oye no seas tan maricón", le vas a decir: "hombre no seas tan intersexual" o "no seas tan invertido", Bueno... ya saldrán los necios por ahí que dirán que no hay palabras mal dichas sino mal interpretadas.
Y es que el hecho de que hoy día existan personas que utilicen las palabras en sentido despectivo no altera la voz del vocablo en su dicción correcta, en ninguna forma, por que son palabras genuinas que históricamente se han ganado su propia nobleza gramatical, palabras antiguas y hermosas, palabras capaces de amalgamar con toda literatura escrita u oral cuando es armada de forma correcta y en línea con las reglas que imponen el sentido común y el prudente pensar del autor que las utilice de manera responsable.
Pero en estos tiempos, caros lectores, Vivimos en un mundo donde el significado de una palabra es todo menos su verdadero equivalente, un mundo artificial donde están creciendo nuestros niños y que nos estamos esforzando a reconstruir entre todos, donde el café no debe tener cafeína, la cerveza no debe tener alcohol, el cigarrillo es electrónico y no debe tener tabaco, las ofensas no deben ofender y palabras como "Amor" o "Amistad" no se les concede el mínimo de su significado real.
Y ¡Cuidado! esto se pone peor... Precisamente por estar inventando nuevas palabras sin un estudio formal, ahora grupos por la diversidad sexual han introducido la letra "e" para —según ellos— agrupar a las personas transexuales. Para ellos, en vez de decir "todos" o bienvenidos" se debería usar "todes" o "bienvenides". Para así evitar una definición solamente masculina o femenina. ¡Absurdo!
Ahora que a todo el mundo le da por exponer su historia en redes sociales y abren las ventanas de su vida en Tik Tok o Instagram, no sería mala idea que se utilizara la facilidad que nos otorga tener una computadora o un smartphone y revisaran y leyeran y escudriñaran la historia y etimología de las palabras ya existentes, que aburridas descansan ahí en espera de ser descubiertas. Así no tendríamos que rebuscar e inventar nuevas palabras porque ya existen mucho antes que nosotros. Nos daríamos cuenta y aprenderíamos que las palabras son como criaturas vivas, deliciosas, y que si nos referimos a alguien como un discapacitado y no como una "persona con movilidad reducida", no lo estamos ofendiendo, o en el caso de un negro, un cholo, un chino, un loco, un payaso o incluso un maricón, es que son palabras con un significado único, correcto y no deben ser tomadas como insulto. Por eso, últimamente, cuando sospecho que alguna palabra me podría poner en una situación incómoda, advierto antes: "Sin ánimo de ofender".