• 03/11/2023 00:00

Antinatura

Las personas tenemos la costumbre de pensar de manera muy egoísta en función de lo que creemos que nos conviene, o no

Mientras me decido a escribir esta reflexión, escucho que afuera llueve. Cosa rara. En mi querida región el agua es quizás más preciosa que en otras regiones, precisamente porque escasea. Así que recibo con agradecimiento ese sonido de goteo incesante, que viene acompañado del fresquito ambiental que se genera.

Pensando estas cosas veo qué hermosa y perfecta es la naturaleza. Una cosa por otra. Si bien acá no llueve demasiado, nuestros suelos son ricos en minerales, como resultado del poco lavado de las superficies. Con poca cosa, surgen pastos y vegetación rica en nutrientes. Siempre quisiéramos más, pero con lo que hay se sobrevive. Qué suerte que la naturaleza no nos pida nuestra opinión a la hora de hacer las cosas. ¿Se imaginan?

-“Hoy haré que llueva”- dice la naturaleza.

-“Eh, no, esteee…tal vez sea mejor pasado mañana, porque hoy quiero ver el partido con mis amigos en el patio. No me conviene”- sería una rápida opinión en contra de la decisión natural.

Las personas tenemos la costumbre de pensar de manera muy egoísta en función de lo que creemos que nos conviene, o no. No nos detendremos en objetar cualquier cosa, por milagrosa que sea, simplemente porque yo tengo otros planes. Y así, por culpa de un grupo de personas, casi siempre pequeñito y vociferador, nos jodemos todos.

Estoy convencido de que a la mayoría de la población de esa ficticia región en donde pueden contradecir a la naturaleza les beneficiaría que lloviera. Pero, debido al pedido caprichoso de un fanático de su selección de carreras en saco, nanai, no llueve.

-“Epa naturaleza, pero es que necesitamos la lluvia”- vendría la queja.

-“Aguanta Aniceto, que tu vecino pidió antes que tú” sería la respuesta de Natura.

Es que desde que se les da poder de decisión a un grupito vociferador y egoísta, empezamos a padecer. Viendo eso así, no distamos mucho de esa ficticia región. Grupitos que ven en contradecir a la naturaleza el crecimiento de sus patrimonios han decidido por todos.

Han decidido que regalar el país y sus riquezas por décadas, a cambio de dinero y contaminación irreversible, es un gran negocio para ellos. No les importa un pepino la población, ni su futuro. Se dicen del pueblo, pero aman vivir por encima de los ciudadanos. Viven de dinero trabajado por otros, y eso no les basta. Quieren que saqueadores internacionales drenen nuestro suelo, so pretexto del desarrollo. ¿Desarrollo para quién? Nada concebido a oscuras, y sin un orden claro resulta beneficioso para un pueblo.

A medida que el pueblo se une, esos grupitos que se benefician del saqueo legalizado inician el bombardeo de desinformación para tratar de confundir a los ciudadanos. Que si esas no son las formas de protestar. Que si aquellas no son las maneras. Que todos nos afectamos. Ajá. Ahora sí nos afectamos todos. Con el proceso usual que los grupitos vociferadores defienden, solo se afecta al pueblo. Ahora, prueban unas cucharaditas de lo que desde hace décadas ha venido a ser el plato fuerte del pueblo. Incomodidad, incertidumbre, temor, ganas de huir.

Para la ciudadanía, votante y no votante, lo extraño sería la abundancia en la que viven esos grupitos. Ellos comen y beben de manera ostentosa, viajan, compran y presumen, mientras le exigen al pueblo que aguante calladito, y en orden. Vaya, vaya.

También, y con un descaro olímpico, exigen silencio y respeto al debido proceso cuando se destapan tamales enormes de corrupción y latrocinio de “alto nivel”. Debo discrepar allí de los entendidos judiciales, pero deberían llamarse casos del más bajo nivel, porque no solo han robado millones, sino que se han robado el futuro de nuestros hijos, y eso sí es un crimen de lesa humanidad, antinatura. Aún quieren que se les de la dignidad de “dones” porque gozan de lo robado. Ladrón es ladrón. De mucho o de poco. Y los que defienden a los ladrones, no son menos pillos.

Como ciudadanos tenemos que tomar posturas y entrar en acción. Hay que pararse en contra de aquellos que, desde una curul, detrás de un escritorio, o colándose por la puerta de atrás con un residuo se han encargado de destrozar un país que tiene todo para desarrollarse.

Acá sin oponernos a la naturaleza nos va mejor. Respetando las leyes, nos va mejor. Estos grupitos quieren que todo siga igual, pues es un reino de la corrupción, en donde ellos se benefician.

No quiero ver más delincuentes corriendo como candidatos. Quiero ver a los delincuentes presos. Hay que actuar, no lloriquear en redes sociales. Parémonos de frente al enemigo, y digamos ¡basta ya!

No hay riqueza para un país en la minería descontrolada. No hay riqueza para un país en la corrupción. No hay riqueza para un país con delincuentes como líderes. No hay país, si los ciudadanos no se hacen escuchar. La inacción es la victoria de los bandidos.

Ellos actúan con violencia. Opongámonos de manera pacífica, pero continua. Demostremos ese amor que tanto presumimos en redes por nuestro país, cuando juega la selección.

Ahora, es un juego de vida o muerte. Es el país versus los antinatura. ¿De qué lado estás?

Aniceto se demoró en manifestarse. No seamos como Aniceto.

Gerente de construcción
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