• 29/07/2025 00:00

Batalla cultural y estrategia de manipulacion contra los oprimidos

Hace algunos días, trumpulino indultó a policías condenados de cárcel por quemar vivos a menores de edad que estaban bajo custodia en el centro de cumplimiento de Tocumen. Las vistas de este evento que en su momento fueron difundidas por allá por el año 2011 parecían las mismas escenas visualizadas en la Franja de Gaza, que revelan cómo se reproducen los genocidios del nazismo, pero esta vez, a cargo de los grupos racistas y de vocación colonialista que controlan el Estado de Israel en contra de los palestinos, no importa si se trata de niños, niñas o mayores de avanzada edad, lo que convierte en extrema crueldad los actos incurridos por el ejército y colonos israelitas.

En el Estado colonialista de Israel las excusas son diversas, pero, en cualquier caso, terminan por adjudicarle la responsabilidad del genocidio a quienes lo sufren, no a sus perpetradores. En el caso panameño, trumpulino indulta a los responsables inmediatos. Aquí, los culpables o bien, los merecedores de haber sido asesinados a través de la inacción sádica de los policías al quemarse vivos los adolescentes custodiados, eran ellos mismos, no responsabilidad de los policías, aun cuando una sentencia final confirmó jurídicamente lo que las evidencias de la realidad confirmaron.

El uso de narrativas manipuladoras que buscan justificar las acciones de los que incurren en delitos de lesa humanidad o de vulneración de la dignidad humana, es propia de regímenes que están en proceso de la descomposición de la base material que los sostiene, de las relaciones de poder y a su vez, de las de producción donde obtienen su poder. Estas narrativas están orientadas a que la gente común vea como apropiado lo que no lo es y viceversa, de manera que termine aprobando las políticas de opresión contra ella misma. Sin embargo, lo que les ha funcionado a los Netanyahu en el Estado colonialista de Israel o a los Bukele en El Salvador, no necesariamente funciona en todas las sociedades. Esto se da porque no se termina de entender que cada sociedad tiene una acumulación histórica, una cultura, con variantes que hacen que los mecanismos manipuladores no funcionen, al menos en toda su extensión.

En el caso panameño, además del indulto a los policías, que cometieron el mencionado genocidio con los chicos cuando el presidente actual era ministro de Seguridad, el trumpulinismo pensó que en Bocas del Toro bastaba con crear la ficción de la existencia de bandas criminales que supuestamente justificaron la ingrata operación Omega, donde detuvieron —con el indignante estilo Bukele— a 311 personas vinculadas o no a las protestas contra la Ley 462, 165 de ellos judicializados, todos torturados de distintas maneras incluso se denuncian violaciones tanto a hombres como a mujeres. Empero, dicha versión de las bandas criminales, al ver que se trataba de poblaciones originarias ngäbes y nasos, conocidas en el país como culturas poco propensas a tales tipos de organizaciones, se sospechó inmediatamente que era poco probable tal versión. Las unidades de estrategias policiales del trumpulinismo definitivamente no han aprendido a comprender a nuestras sociedades y se han quedado con los manuales de las escuelas de la inteligencia de EE.UU. o de las maras salvadoreñas, donde el estereotipo que asocia tatuajes con delitos sirve para manipular a la población, de manera que se justifica ante la faz pública que se han detenido a integrantes de las maras solo por el hecho de que son jóvenes tatuados, lo cual es una mera moda en nuestros tiempos.

La misma manipulación se ha intentado con la huelga de los trabajadores de la docencia pública. Se les acusó de dejar sin clases necesarias para la formación de los estudiantes de las clases vulneradas. Por su parte, este gremio propuso recuperar lo perdido aplazando el período escolar del año, es decir, mostró su disposición a compensar el tiempo incurrido en la huelga y, sobre todo, que no puso en contradicción insalvable la huelga y el aprendizaje de los hijos e hijas de las clases populares, sin embargo, ha sido la representación del trumpulinismo en el Meduca la que ha rechazado tal solución. Aun así, se sigue difundiendo por los medios adocenados y controlados por trumpulino, que el perjuicio generado a los estudiantes por la huelga ha sido de exclusiva responsabilidad de los docentes.

El pensamiento crítico lleva a mirar en la no regulación de la huelga en el sector público por parte de los gobiernos, un acicate a los estragos de esta. Ahora bien, la manipulación del saber, el colonialismo intelectual que se opera desde los grupos de poder, no solamente va dirigido a justificar acciones de opresión. En nuestro juicio, más importante aún resulta que tal manipulación es parte de la batalla cultural librada por tales grupos de poder y sus funcionarios contra agrupaciones y sus líderes que puedan convertirse en alternativas de sus gestiones gubernamentales y de poder en general. Se trata pues, de mantener una cultura del rechazo por parte del pueblo, de sus propias opciones potenciales de poder y superación de los males que han sido causados por los que dominan, no por los que nunca han sido ejercientes del poder, ni siquiera a nivel gubernamental.

*El autor es sociólogo, investigador y docente
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