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- 25/11/2008 01:00
Criticamos, pero... ¿sabemos aplaudir?
Si algo caracteriza al panameño es su gran capacidad para criticar. Basta ver cualquier foro o debate político y notamos cómo los candidatos dedican más de la mitad de sus intervenciones a criticar el estado de cosas, para en un reducido espacio presentar tibias soluciones o propuestas, muchas veces dando la clara impresión de que no tienen un plan definido de acción en caso de ser electos, y mucho menos difícilmente harán un trabajo diferente al que ya conocemos de los actuales.
Nuestro afán de crítica nos ha llevado a obviar el aplaudir a los que trabajan en forma eficiente e innovadora en sus cargos, asumiendo que esa es su responsabilidad y por tanto no tenemos que reconocerles su abnegación o esfuerzo. Hemos dedicado tanto tiempo a criticar los errores y desaciertos que no aplaudimos los aciertos y logros.
Casos dignos de mención para mis efectos son los trabajos de algunas instituciones y funcionarios que día a día se esfuerzan, a pesar de los contratiempos que enfrentan. La procuradora General de la Nación, Ana Matilde Gómez, es un caso típico. Los panameños queremos un mejor sistema de justicia, pero aún con el esfuerzo y dedicación de la procuradora, la Asamblea Nacional de Diputados y el Órgano Ejecutivo le han reducido el presupuesto, le redujeron su campo de acción y han limitado sus posibilidades.
Algunos casos, los más sonados, se los limitan otros factores como la inmunidad de unos o recursos sin resolverse en la Corte Suprema de Justicia. Pero, ¿alguien aplaude la labor y esfuerzo de la procuradora? Igual suerte ha tenido, o le ha faltado, al magistrado presidente y a alguno de los nuevos magistrados de la Corte Suprema de Justicia. La presencia de Harley Mitchel y Oyden Ortega en la Corte le devolvió a nuestra máxima autoridad de justicia cierto respeto, su compromiso con la transparencia y la agilidad de la justicia, su evaluación de jueces y procedimientos, le han impreso a la justicia una nueva esperanza de aceptación en la ciudadanía.
Otro funcionario que merece nuestro mayor respeto es el fiscal Electoral, Boris Barrios. El nuevo fiscal se tomó la tarea de darle a la Fiscalía Electoral la autonomía que la Ley señala, mejorando inclusive el personal a su cargo, acelerando los casos que se le han presentado sin miramientos políticos ni partidistas. El fiscal Electoral busca darle a los ciudadanos y partidos políticos la garantía de un proceso limpio, honesto y transparente, lo que solamente puede garantizarse con la independencia de acción que Barrios ha demostrado.
Preocupados por la pureza del sufragio, no es solamente el trabajo de los magistrados del Tribunal Electoral, sino la celosa vigilancia del fiscal Electoral, lo que garantiza nuestra democracia.
En mi libro, no hemos reconocido ni aplaudido la labor de la directora general de la ANAM, Ligia Castro, que sin miramientos ha multado a empresarios, consorcios, empresas, por violaciones a las leyes ambientales, como tampoco reconocemos ni aplaudimos el trabajo que desarrollan miles de policías, que arriesgan sus vidas en condiciones adversas con elementos delincuenciales mejor armados y en un verdadero pandillerismo organizado. Ojalá aprendamos a aplaudir, aunque sigamos criticando, pero aplaudiendo a quienes se lo merecen.
-El autor es ingeniero y analista político.mrognoni@sinfo.net