• 07/02/2013 01:00

La apología de Sócrates: para aprender aprehendiendo

Un día Querefonte fue a Delfos al santuario de Apolo, donde una Pythía respondía a lo que se le preguntara, y Querefonte le preguntó si ...

Un día Querefonte fue a Delfos al santuario de Apolo, donde una Pythía respondía a lo que se le preguntara, y Querefonte le preguntó si había alguien más sabio que Sócrates, y la pitonisa, una especie de divinidad, le respondió que nadie era más sabio que él. Sócrates se dio cuenta de tal noticia y como de costumbre se puso a pensar, cuestión difícil en estos días, en donde la mayoría de las personas se la pasa la mayor parte del tiempo en posición fetal chateando.

En consecuencia de tal noticia Sócrates lo primero que se pregunto fue: ‘¿Qué quería decir la pitonisa cuando dijo eso?’. Ya que él partía del presupuesto de que no era ni poco ni mucho sabio, era un simple hombre que le gustaba pensar e interrogarse el porqué de las cosas. Si nos hacemos un autoexamen hoy, y nos preguntamos el porqué de las cosas, ¿qué responderíamos? Sí es sí, en buena hora, al menos somos conscientes, y si no, solo vivimos por vivir.

Desde el punto de vista existencial eso representaría un gran problema. Pero nos ocupa hoy el enfoque educativo – pedagógico, y es que las enseñanzas de Sócrates, a pesar de tantos años, sigue dándonos lecciones, y no es casualidad que la prestigiosa profesora de Harvard Martha C. Nussbaum (2010) hubiera dedicado un capítulo entero a la pedagogía socrática en su obra: Sin fines de lucro. Y es que ahí en esa obra hizo una investigación del porqué las humanidades son el fundamento de una verdadera democracia, donde concluye que sin humanidades no puede haber democracia, así que me resulta un poco difícil entender cómo es posible que se disminuyan asignaturas como filosofía y otras afines como la historia de la maya curricular en un país como Panamá que se jacta de ser democrático.

Y es que Nussbaum, como buena teórica de las capacidades, pensaba en esa dirección, al proponer muy enfáticamente que si se quiere una educación de excelencia donde se enseñe a argumentar y pensar, es al menos la pedagogía socrática una fuente inagotable de ideas que llegarán a tales fines, porque es la que da las herramientas teóricas y prácticas para poder argumentar, pensar y aprender a desarrollar las capacidades humanas. Así como Sócrates en la apología desenmascaró a Meleto, Ánito y Licón, cuando lo acusaban de ser malvado por corromper a los jóvenes, hay que descubrir nuestras fallas en la educación, y es que Sócrates no hacía otra cosa que enseñar a pensar el porqué de las cosas, si es así, que me llamen malvado.

En consecuencia, por más que se trate de remediar las deficiencias de los estudiantes en un ámbito general y no se ponga atención ni un ápice en una educación donde se pueda aprender a pensar, ni soñar con una educación de excelencia. Precisamente porque los estudiantes no tienen la capacidad de aprender a pensar, no es que la pedagogía socrática sea la panacea del pensamiento argumentativo, ni que los argumentos sean patrimonio exclusivo de la filosofía, si no que la misma experiencia de Sócrates nos ayuda a afirmar que no se puede aprender Matemáticas, Español y Ciencias, o lo que fuere, si no se es consciente de que primero se debe aprender a aprehender. Si no utilizamos el tábano que despertaba al gran y perezoso caballo del que hablaba Sócrates en la Apología, en los jóvenes, jamás despertarán de su ignorancia y no podrán ser esos ciudadanos del mundo que tanto anhela Martha Nussbaum y la mayoría de nosotros.

*PROFESOR DE FILOSOFÍA.

Lo Nuevo