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- 28/06/2013 02:00
La Asamblea Nacional que queremos
La Asamblea Nacional es el primer órgano del Estado, no el segundo ni el tercero. En éste están representados todos los panameños y los partidos políticos. Es la principal casa de la democracia. Inclusive, a pesar del régimen presidencialista que rige en nuestro país, a mi criterio el Legislativo es el órgano más importante del Estado, donde en algunos casos tiene más poder y facultad que el Órgano Ejecutivo.
Es evidente, y a la vez lamentable que no ejerzan su función con dignidad y valentía, y que estén sumisos a los intereses de los poderosos. La Asamblea Nacional ha decaído mucho, y cada vez parece más una Junta Comunal o un Municipio, y aún peor, una dependencia del Ejecutivo, a quienes precisamente tienen que vigilar. Por lo anterior, es que rechazo las partidas circuitales o como quieran disfrazarlas. Su decaimiento se debe, no porque sea una mala institución, sino porque en ella no existe una mayoría de panameños que en tienda cómo funciona la Asamblea, o que tenga real amor a la patria.
La Asamblea que queremos, para que funcione en forma correcta, tiene que ser fiel a la Constitución Política. Solo cumpliendo con las labores encomendadas en la Carta Magna es que la Asamblea puede fortalecer la democracia como un sistema de pesos y contrapesos.
Al respecto, queremos una Asamblea Nacional que cumpla con sus funciones administrativas, las cuales considero son las más fundamentales, inclusive algo más que las legislativas. Lo anterior es debido a que son éstas las funciones que realmente fiscalizan el correcto funcionamiento del poder público y nuestros impuestos, como escribo más adelante.
Una Asamblea Nacional que dicte votos de censura contra ministros por el mal desempeño de sus funciones, en los casos que lo amerite, es un gran ejemplo de independencia y dignidad. Elegir con criterio, no ratificar —pues es función unilateral de la Asamblea— al contralor general de la República, a un magistrado del Tribunal Electoral, al defensor del Pueblo, demostraría que los Órganos trabajan separadamente.
Exigimos una Asamblea que haga un debate serio en la ratificación de los nombramientos del presidente en los puestos de magistrados, procuradores o directores. Necesitamos una Asamblea que cite a todos esos funcionarios a que rindan cuentas sobre las materias de su competencia y que examine las cuentas del Tesoro.
La función legislativa también tiene gran importancia para convivir en sociedad. Nuestro parlamento tiene que destacarse por parlar. De ahí el origen de su nombre, un lugar donde se debaten y discuten los asuntos públicos. Los panameños necesitamos que las leyes que ahí se debatan sean humanas y populares, y no leyes chorizo, mineras, o que vendan el patrimonio nacional. La Ley de Presupuesto es quizás la ley más importante, y la misma debe ser debatida exhaustivamente, para que nuestros impuestos vayan en mejora de la calidad de vida del pueblo panameño. Requerimos leyes que brinden felicidad, justicia social y cons truyan el bien común.
Las funciones judiciales son las menos comunes. La Asamblea tiene potestad de juzgar al presidente de la República y a los magistrados de la Corte. Esta función se debe dar con estricta responsabilidad. En los casos que se lo amerite, que ejerzan su poder, pero en los casos que no, que se deslinde con objetividad, y se desestime la denuncia. Es hora de que los abusadores del poder, quienes violen las leyes de la República o la Constitución Política, sin importar su alto cargo, sean destituidos y/o condenados.
Ejemplos de que lo anterior es posible, pues se ha visto en la historia patria. La Asamblea del 90-94 dictó voto de censura contra el ministerio Chevalier. La del periodo 99-2004 fue una piedra en el zapato para el nombramiento del expresidente Guillermo Endara (q.d.D.g) en la Corte Suprema. Esa misma Asamblea rechazó el Presupuesto presentado por el gobierno de Mireya Moscoso. Las Asambleas Nacionales, de distintas eras, hicieron, duros juicios contra el presidente Robles y contra el magistrado Faúndes. No necesariamente estoy diciendo que esté de acuerdo o en desacuerdo con los casos anteriores, pero sí requerimos una Asamblea con carácter e independencia.
Requerimos caras nuevas en la Asamblea. El voto a conciencia del pueblo y la formación política son elementales para que los nuevos diputados cumplan con la Constitución Política, que hagan la política en base a principios y valores, y que actúen como diputados de la República. La política tiene que ser una competencia de ideas. Depende del electorado si quiere más de lo mismo, o una Asamblea que lo defienda.
ABOGADO Y SUBSECRETARIO NACIONAL DEL PARTIDO POPULAR.