• 11/06/2014 02:00

Un ateneo para la cultura

Quienes son asiduos a las actividades en este lugar pueden experimentar el calor entusiasta que despierta la programación 

Era imposible creer. Una larga fila de gente que en una noche lluviosa, esperaba con paciencia para entrar a la sobria sala del Ateneo de la Ciudad del Saber y apreciar un espectáculo variado, basado en las tendencias del cabaret parisino y que reunía a dos artistas versátiles. Al entrar, el público abarrotó el espacio para ser testigo de un acontecimiento cultural pocas veces presenciado en el país.

Este local, colmado a su máxima capacidad, en una ciudadela dedicada a generar conocimiento, es una agradable sorpresa. Incluso, para quienes tuvieron la ocurrencia de tomar la vieja instalación dejada por las fuerzas de infantería del Ejército de los Estados Unidos y acondicionarla para la presentación de diferentes manifestaciones del arte. En un principio, cuando se exhibió allí cine, algunos vieron con incredulidad que pudiera ‘cuajar’ la iniciativa.

Quienes son asiduos a las actividades en este lugar pueden experimentar el calor entusiasta que despierta la programación y la respuesta creciente. No importa quién sea el promotor; si la presentación es buena, las butacas estarán llenas, garantía del éxito que tendrá la función de la fecha.

Un dúo de un brasileño y un argentino, denominado Finlandia, se presentó allí hace unas semanas. Con música de teclados, violoncello y sonidos electrónicos, ofrecieron un hermoso concierto con ritmos suramericanos, que dejaron a la audiencia extasiada por la propuesta novedosa y el alto nivel de rigurosidad técnica de los ejecutantes; a pesar de su perfil juvenil, no hubo dudas sobre el dominio del repertorio en el escenario.

Luego vino el turno de un intérprete brasileño, Fernando Sodré, quien, con la viola, cautivó por su capacidad de hacer fluir diversos tipos de melodías y transitar a través de registros tan diferentes como la salsa, el jazz y composiciones poco conocidas del continente.

Los melómanos que fueron a ver a Juan Pablo Jofre el 15 de mayo, se extrañaron con la juventud del bandoneonista y de los músicos contemporáneos a él, que completaban la banda. Al inicio, hizo la observación y preparó a quienes estaban a punto de escucharlo, que su trabajo se basaba en el maestro Astor Piazzolla, pero con variantes que le habían ayudado en el proceso de composición de su obra.

El colectivo alcanzó una interpretación sumamente cuidada y con un tratamiento de un alto nivel de virtuosismo, sobre todo con la armonía lograda por el instrumento de Jofre, derivado del acordeón que le brinda un ritmo con una cadencia especial, pero con énfasis en la nostalgia, a pesar de la rítmica que se le imprima y de lo movida de las piezas extraídas de la cultura de esos países del sur.

La Asociación Nacional de Conciertos trajo en su segunda cita de la temporada 2014, un conjunto belga de música barroca con instrumentos de cuerdas como violines, viola; además, oboe, flauta traversa y un clavecín (parecido al piano), instrumento que se escuchaba con una tonalidad especial en el ateneo. Il Gardelino, ofreció piezas de Juan Sebastián Bach, Vivaldi, Albinoni y otros autores del periodo.

La última experiencia fue el dúo Mondial Cabaret, que ya reconocimos, colmó la sala. Los dos cómicos hicieron magia, mimo, baile, acrobacias y hasta jugaron con el público para crear la ilusión de que se presenciaba un espectáculo en un centro nocturno donde la bohemia de los parisinos tiene rienda suelta. La risa constante de un niño dio la pauta de la hilaridad provocada por esta tropa.

El Ateneo se ha convertido definitivamente en rincón para las artes y el crecimiento de la sensibilidad cultural, tan necesaria para el público panameño.

PERIODISTA

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