• 17/02/2015 01:00

Un patriota y un buen amigo

Era el mes de mayo del año 1981 e iniciaba mi carrera militar, cuando en la primera visita que recibíamos, no esperábamos a nadie

Era el mes de mayo del año 1981 y yo iniciaba mi carrera militar, cuando en la primera visita que recibíamos en el colegio, mientras mis compañeros esperaban la visita de su familiares, nosotros los cadetes panameños no esperábamos a nadie.

De repente nos dice el oficial: ‘Cadetes panameños, prepárense que tienen visita’, y eso sonó a música a nuestros oídos, pero a la vez mucha extrañeza por no saber de quién se trataba. En ese momento vi llegar con su impecable uniforme blanco y su espadín a dos cadetes panameños graduandos de la Escuela Militar de Chorrillos, se trataba de David Ocalagán y Nino Vaprio. Fue una sensación indescriptible y a la vez motivadora, eran nuestros coterráneos y cadetes más antiguos que estudiaban en el Perú.

Jamás podré olvidar ese gesto de compañerismo que a nosotros nos llenó de gran alegría y complacencia.

Nueve años después, la vida nos encontró de nuevo, ya éramos oficiales de las Fuerzas de Defensa de Panamá, y Nino ya era capitán y yo un sub teniente, y era mi jefe directo también, por consiguiente tuve la oportunidad de ver y conversar mucho también con David, que era teniente de los que ya estaban a la puerta de ascender al grado de capitán.

Ambos oficiales seguían siendo para mí guía y ejemplo a seguir. En el marco de la invasión norteamericana a Panamá, mientras desarrollábamos acciones diversas, la mañana del 20 de Diciembre, vi a David Ocalagán y su pelotón de soldados valientes preparándose para el combate y dispuesto a dar su propia vida por defender la soberanía e integridad nacional en el área de las ruinas de Panamá Viejo, pero de eso habría mucho que contar en otro momento.

Luego David y yo nos volvimos a encontrar cuando organizábamos la Asociación Nacional de Agencias de Seguridad de Panamá, donde ambos fuimos directivos fundadores. Y de ahí en adelante David Ocalagán libró la más difícil de sus batallas, luchó por muchos años contra una enfermedad que finalmente lo venció, pero le hizo la lucha en un proceso donde demostró una vez más su carácter de hombre de lucha y de dirigente, al motivar, organizar y dirigir un movimiento para beneficiar a todos los panameños que sufren de esa difícil enfermedad y que requieren con urgencia esos procesos de diálisis.

Podría escribir mucho sobre este gran panameño, pero en este breve resumen solo les dejo con claridad que para mí fue un gran soldado, un valiente oficial, un buen hombre y un ejemplo para seguir. Un auténtico héroe y estoy seguro de que su ejemplo trascenderá en las futuras generaciones.

ABOGADO

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