Así se vivió el emotivo funeral del papa Francisco. El evento reunió a mas de 200.000 personas en la Plaza San Pedro, con la presencia de 130 delegaciones...
Cada 5 años los panameños vamos a las urnas y escogemos a dirigentes. Pero la realidad es que casi que al día siguiente que han tomado posesión, empezamos a criticarlos.
Haciendo un pequeño análisis y comparándonos con nuestros vecinos de la región, en cualquier torneo electoral siempre hay ganadores y perdedores. Hay países que tienen segunda vuelta que, desde mi balcón, pocas veces ha servido para cambiar el resultado original y más bien funcionan para hacer arreglos debajo de la mesa que al final solo perjudican al propio país.
En Estados Unidos de América, la última elección dejó al país dividido casi que exactamente por la mitad. La diferencia es que el partido que ganó la presidencia controla el congreso de la nación; aunque todo parece indicar que el referido partido camina en una no tan alegre comparsa, hacia su peor derrota de los últimos años, en las próximas elecciones a finales del próximo año.
Igual sucede en México, con la diferencia que allá el partido en gobierno tiene un control amplísimo del congreso de esa gran nación, o sea la mandataria tiene carta blanca para gobernar como le provoca, casi que sin oposición sustancial.
En Panamá, el partido que respaldó al presidente actual no tiene el control de la asamblea, pero ha hecho alianza con sus principales rivales (de la boca para afuera) y no necesariamente respalda a su presidente en todo lo que este requiere. Macondo se queda chiquito.
En la América del Sur, hay tal enredo y diferencias que van de país en país que se hace difícil tomar muestras que sirvan de ejemplo. Como ejemplo, los tres vecinos grandes del cono sur, Argentina, Chile y Brasil, son tan diferentes que se complica cualquier análisis comparativo que quisiéramos hacer.
Regresando a Panamá, se han abierto tantos frentes simultáneamente que a veces hasta me da dolor con el actual presidente. Sin embargo, no veo una salida tangible y rápida a la vez para tantos problemas que muchas veces se pisan uno con el otro.
Ya se empiezan a escuchar comentarios sobre tal o cual candidato, y otros que ya empezaron a recorrer el país y están trabajando en estrategias para llegar al poder en el 2029.
Siento que este gobierno debería servir como un gobierno de transición más que como un gobierno que pudiera repetir. Sabemos que el presidente no puede aspirar a reelegirse, por mejor trabajo que quiera hacer, por ende, creo que al no deber tanto, podría concentrarse en hacer los cambios que se requieran y encaminar al país por una ruta de excelencia.
No voy a entrar siquiera a considerar y mucho menos a calificar a quienes aspiran a ser candidatos a ninguna de las posiciones, pero si me gustaría poder hacer una corta evaluación de lo que se necesita para que este pequeño istmo que une el norte con el sur y todas las vías marítimas, se pueda volver a posicionar como un referente en tantas áreas.
Por un lado, debemos iniciar por cambiar el sistema educativo que tenemos en el país. Es obsoleto y cada día que pasa nos hace rezagarnos más, en relación con otros países similares. Los valores cívicos deben ser la base con la que se construyan esas nuevas guías que el país demanda. Por otro lado, la idea tan trillada de unir los servicios de salud pública en uno solo es algo que debe implementarse de una vez por todas.
Debemos incentivar el crecimiento y fortalecimiento de la micro, pequeña y mediana empresa. Es allí donde están los empleos que tanto se requieren en el país. Hay que apoyar a que los emprendedores se conviertan en empresarios y se comprometan a contratar 4, 5 o hasta 10 personas cada uno; solo con hacer eso, se reducirá la creciente alta de desempleados que persiste en el país.
Para ello, el gobierno deberá contar con el apoyo de los bancos, no como no lo hicieron durante la pandemia, sino como parte de una sociedad que requiere que sus mejores hombres y mujeres remen para el mismo lado. No todo debe ser para hacerse más ricos. Hay que unir esfuerzos para sacar al país de donde malos panameños lo metieron.
Hay que regresar a ser vistos por los inversionistas extranjeros como el mejor lugar para hacer negocios. Para ello se necesita fortalecer y blindar la seguridad jurídica que todo inversionista requiere para traer su negocio a Panamá.
Estas son sólo algunos de los rubros donde necesitamos enfocarnos. No sigamos los pasos de dirigentes de otros países, que se basan en mentiras y medias verdades para tratar de lograr un beneficio personal.
Cuando dicto mis charlas, utilizo un ejemplo donde un descendiente de japonés le pregunta a un familiar que acaba de llegar de ese país, como es que en los países orientales las cosas funcionan de una mejor manera que en la América Latina. El familiar acabado de llegar, le responde: Porque cuando en Japón encontramos un problema, le buscamos la solución. Ustedes buscan al culpable.
¿Cuántos se suman a dejar de buscar al culpable y empezar a buscar la solución?