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- 26/05/2009 02:00
La Alianza por el Cambio
La Alianza por el Cambio tiene un serio defecto que puede ser un problema mayor, si no se atiende con prontitud, es su debilidad programática al ser una alianza forzada por las circunstancias electorales. Puede ser que en estos momentos los partidos que se aliaron a Cambio Democrático respalden el contenido de la oferta electoral gubernamental, pero esto no significa que la alianza sea programática.
Si la alianza hubiese sido programática, la derrota del PRD habría sido más aplastante, aún más escaños en la Asamblea se hubiesen logrado, aún más Alcaldías y Representaciones; porque se hubiese logrado la candidatura única en demarcaciones que ahora son del PRD por razón directa de la división opositora.
Alcanzado el triunfo ya, no se puede dejar que las cosas caminen y listo, a ver a dónde van a parar. Una buena alianza de gobierno, a la vez que gobierna, lleva adelante acciones de fortalecimiento para gobernar y sostenerse sobre una base programática de acciones e ideales, teniendo como norte político el poder acceder a la continuidad en el poder.
La historia reciente demuestra que las alianzas no programáticas pueden ser un desastre. En 1989 la Alianza Democrática de Oposición Civilista, una alianza aún con más fuerza por su visión antidictatorial, se resquebrajó al poco tiempo del ejercicio del poder.
Este resquebrajamiento causó que en 1994 se perdieran las elecciones y el PRD volviera al poder. Lo mismo —y más fácil aún por su aditivo coyuntural— puede ocurrirle a la Alianza por el Cambio si no se toman las medidas políticas necesarias.
Algunos dirán que no es momento para hablar de estas cosas, pues, qué equivocados están; siempre es momento. Ricardo Martinelli, como presidente electo, tendrá el deber de armar un Consejo de Gabinete —de gente capaz ha prometido—, con representantes de los partidos de la alianza. Éste punto es trascendental, porque marca el cumplir con la promesa de gobernar con la mejor gente, y marca el responder a los intereses político-electorales de la alianza, que por defecto existen en cualquier alianza.
Cuando ya se entre en el ejercicio formal de la gestión, don Ricardo Martinelli y los directivos de los partidos de la alianza deberán pensar en el fortalecimiento de la alianza y en su sostenibilidad política. Esto quiere decir que, independientemente de sus intereses personales, sectoriales o políticos, todos sin excepción deberán mirarse en un espejo y pensar en la alianza y su futuro. ¿Cómo hacerlo? Pues, con una comisión política de alto nivel, interpartidaria, que no involucre a ningún funcionario en turno ni a ningún directivo de los partidos de la alianza, sino a miembros preponderantes de sus colectivos políticos, pensadores y analistas que apoyen la alianza y cuenten con visión clara de unidad política y desarrollo integral del Estado.
Si la alianza se disuelve, el gobierno será un desastre, y las promesas de Martinelli no serán más que eso. El presidente electo y su vicepresidente deben estar claros en esto, y que la tarea no se puede dejar para cuando sea tarde. La Alianza por el Cambio debe serlo, no hay opción.
El consejo está dado, esperemos lo tomen en cuenta.
-El autor es director de la Revista Expresiones.augusto@expresiones7.net