• 28/08/2020 00:00

¿Carreras técnicas cortas?

“La menor duración de las carreras, estimo que pretende lograr mayor utilidad en menor tiempo, como si fuera hornear pan y dejarlos crudos.

“La menor duración de las carreras, estimo que pretende lograr mayor utilidad en menor tiempo, como si fuera hornear pan y dejarlos crudos. Eso es una falsa oferta, y un fraude a la demanda”.

En reciente publicación de un periódico de la localidad, la representante de la Asociación de Universidades Particulares de Panamá (Auppa) expuso unas tesis que, obligadamente, me comprometen en plantear las antítesis a esos supuestos, desde la postura como catedrático universitario, especialista en temas educativos y preferente referidos a la educación superior.

La condición de crisis surgida en el mundo y sus consecuentes dificultades orientan las interrogantes en el sentido de saber qué países estaban o están preparados para reaccionar a los cambios. ¡La realidad nos ha dicho que ninguno! Entonces, el aseverar que los panameños históricamente somos lentos para reaccionar a los cambios, es una apreciación desacertada y es una afirmación que conspira contra la autoestima de los panameños.

Es evidente, y así lo reflejan todos los países de la región, no haber estado preparado para los avatares de la incertidumbre, más aún, en el pleno surgimiento de la primera revolución digital y el desarrollo de la cuarta revolución industrial, han llevado a las grandes potencias económicas a intentar sostener sus condiciones de líderes en una sociedad denominada del conocimiento. En Panamá, a pesar de que muchos subestiman nuestras capacidades científicas, médicos locales, validaron procedimientos idóneos, aminorando sufrimientos en pacientes con la COVID-19.

En materia curricular, “los bueyes no van detrás de la carreta”. Los diversos modelos de “ranking” universitarios, que pueden ser objeto de debates sobre sus pertinencias o no en contextos diferenciados que, a propósito, en el escenario europeo se abocan a criterios más cualitativos entre pares comunes, todos estos listados se rigen dentro de un marco de cualificaciones para la educación superior. En Centroamérica y el Caribe, se cuentan con aportaciones dadas por Mcesca.

En el tratamiento curricular, las cualificaciones para delimitar una carrera y que las mismas sean homologadas y convalidadas, deben atender a una organización fundamentadas en un tiempo que se desdobla en créditos y horas a cumplir agrupadas en períodos cuatrimestral o semestral.

Lo anterior implica que, para ser acreditados, se deben cumplir con unos requerimientos formales que la propia dinámica mundial nos exige. Los tiempos de formación no pueden variar en atención a estos requerimientos regionales y mundiales. Pueden variar las modalidades didácticas para abordar los procesos en tiempos de crisis, tal cual está ocurriendo actualmente. Pero, esto no es acicate para sugerir que, a nivel de educación superior, las carreras o programas especialmente en las áreas técnicas deberán ser acortados, máxime cuando el propio diseño de formación no solo debe responder al sector productivo soslayando necesidades del individuo y del país.

La génesis del tiempo de formación proviene de la propia necesidad de la empresa, el país y del recurso humano, la que va orientando ese marco de cualificaciones, sus predictores y los logros de aprendizaje que debe responder con calidad en término de conductas competentes para satisfacer a las necesidades del país y del mercado. Deseo matizar prospectivamente, no se puede variar el tiempo de una carrera técnica o de licenciatura e ingeniería, entre otros, desconociendo sus predictores de logros de aprendizaje en clara correspondencia con la necesidad del mercado laboral y de la sociedad. Imagínense un técnico que solo recibe la formación teórica sin el acompañamiento de su práctica en una empresa o industria que viene condicionada por un tiempo que no puede variar según competencias, o la de un médico formado en un año o dos.

Si para algunos la formación de los panameños es deficiente (en donde ellos, las universidades particulares, también son actores), situación de la cual no estoy plenamente convencido, ahora vienen con ese descabellado y trillado discurso de que las nuevas tendencias laborales requerirán que las carreras del futuro sean cortas, enfocadas especialmente en las áreas técnicas, expresado por Auppa. Es decir, formación para “peones”.

En educación comparada, como metodología de estudio para contrastar modelos, teorías, diseños y tendencias de la formación de educación superior, hasta los actuales momentos de estar escribiendo esta antítesis a lo planteado por la Auppa, no registro ninguna universidad eufemísticamente denominada, universidades del primer mundo, que estén contemplando, como tendencias en su formación para el cambio, acortar los tiempos de formación de sus programas, sean técnicos o de grado, frente a las grandes complejidades y a la mal llamada “nueva normalidad”.

Al hablar o escribir, sobre todo, en materia de educación, una cosa es percibir y otra es connotar. Para connotar, es necesario unificar las verdades, y para ello, debemos ser cuidadosos de acuerdo con la “jurisprudencia pedagógica”. Es obligante, reconocer que las palabras no son inocentes y que detrás de las mismas se dan condiciones de segundos mensajes e intenciones.

Catedrático, Universidad de Panamá.
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