• 30/10/2014 01:00

Retorno a casa...

El edificio que sirvió de primer hogar propio a la Corte Suprema, llamado también palacio de justicia, sigue siendo majestuoso

Desde los inicios de la era republicana, hubo varios amagos de construir un edificio para la Corte Suprema de Justicia, el primero mediante la Ley 52 de 1904, que se disolvió en agua de borrajas y el segundo intento se plasmó en la Ley 33 de 1924, que ubicó el futuro palacio en la Plaza de Francia que sería compartido entre la máxima corporación judicial y el Órgano Legislativo.

En 1932, se inauguró en la bellísima Plaza de Francia, el edificio de estilo renacimiento italiano donde ejercieron sus actividades la Corte Suprema de Justicia, sus secretarías y algunos tribunales inferiores, así como una parte del Ministerio Público con un par de fiscalías. A un costado del edificio, funcionó la Asamblea Nacional a donde acudió el pueblo el 12 de diciembre de 1947, evitándose así la ratificación del Tratado Filós-Hines que prorrogaba el uso de bases militares por parte de Estados Unidos de América.

En el pequeño hemiciclo en cuyos escaños tomaban asiento los diputados, tuvo lugar el famoso juicio contra Rubén Miró y otros imputados, todos los cuales fueron declarados inocentes por el jurado. En las épocas en que el número de funcionarios era exiguo, porque no fue sino hasta mediados de los años cincuenta del siglo XX cuando Panamá alcanzó la cifra de un millón de habitantes, un solo edificio podía ser compartido por dos órganos y en el palacio de Gobierno y Justicia funcionaron en las primeras dos décadas como país independiente, hasta tres ministerios o secretarías como se les llamaba entonces.

El edificio que sirvió de primer hogar propio a la Corte Suprema, llamado también palacio de justicia, sigue siendo majestuoso, pues conserva no solo las palabras ‘Lex’ y ‘Justitia’ en la parte superior, sino también los medallones con las efigies de eminentes juristas panameños del siglo XIX, tales como Manuel Josef de Ayala, quien vivió muchos años en España donde sirvió como secretario del Consejo General de Estado y se convirtió en el mayor especialista en el estudio de las Leyes de Indias; José Joaquín Ortiz y Gálvez, representante del istmo ante las Cortes de Cádiz de las que surgió una Constitución que sirvió de inspiración a los textos fundamentales de las nuevas repúblicas americanas que reemplazaron a las antiguas colonias; Miguel Chiari, jurista de gran prestigio y Justo Arosemena, autor de la obra El Estado Federal de Panamá que sustentó con principios políticos, históricos y filosóficos, la identidad nacional de los panameños.

La Corte Suprema, con el crecimiento poblacional del país, el excesivo número de expedientes que tramita y el nuevo sistema penal acusatorio, ya no cabe en el edificio donde funcionó una parte del hospital Gorgas y que tiene un largo frente, pero muy poco fondo. Desean volver al antiguo edificio, que ya tiene ochenta y dos años, restaurarlo y dedicarlo a oficinas para los nueve magistrados, sus asistentes, secretarias y otros despachos necesarios para el adecuado funcionamiento de nuestro máximo tribunal de justicia.

Ojalá que cuando el Instituto Nacional de Cultura (INAC) haga su mudanza a otro edificio más moderno, se le permita a la Corte retornar a su hogar de antaño para dedicarse, con comodidad y holgura de espacio, a las tareas asignadas por la Constitución Política y las leyes.

*EX PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA Y ACADÉMICO NUMERARIO DE LA ACADEMIA PANAMEÑA DE LA LENGUA.

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