• 25/08/2022 00:00

Ciudad de Panamá: Historia y desafíos

En agosto se conmemoran dos eventos importantes. El 15 de agosto de 1519 se fundó la muy noble y leal ciudad de Panamá y en esa misma fecha, pero de 1914, se inaugura el Canal de Panamá.

En agosto se conmemoran dos eventos importantes. El 15 de agosto de 1519 se fundó la muy noble y leal ciudad de Panamá y en esa misma fecha, pero de 1914, se inaugura el Canal de Panamá. La ciudad de Panamá vino a ser la primera ciudad del Pacífico americano y desde un inicio se constituyó en centro de operaciones para la conquista y colonización de otros territorios coloniales. Con la fundación de Nombre de Dios en 1520 y luego Portobelo en 1597, se definen los puntos terminales de lo que sería la “ruta transístmica”, paso obligado de gran parte del comercio colonial entre la metrópoli española y las colonias suramericanas. Dicha ruta no es más que el resultado del aprovechamiento de la privilegiada posición geográfica del istmo.

En el proceso de evolución de la tecnología de los transportes, el Canal de Panamá es percibido como la modernización de la antigua ruta colonial, la cual utilizaba primeramente mulas y fuerza humana, luego la carga se transportaba a través de bongos, chatas y otros medios de comunicación fluviales a través del río Chagres en la denominada ruta mixta, a mediados del siglo XIX el ferrocarril transístmico se convierte en la innovación más importante de la ruta hasta que finalmente en 1914, se pone en funcionamiento el Canal de esclusas el cual no solo acortó las distancias entre los centros productores y consumidores, sino que ahorró tiempo y recursos en el intercambio del comercio global.

Volviendo a la ciudad de Panamá, esta urbe no fue establecida al azar ni por capricho de los conquistadores españoles. Su fundación respondió a una lógica de la Corona española, puesto que su fundador Pedrarias Dávila actúo siguiendo al pie de la letra las famosas Instrucciones Reales, las cuales contenían indicaciones específicas sobre el trazado y carácter del emplazamiento y orientación y otras consideraciones como las relativas a la salubridad y distribución de solares. Aunque estas instrucciones no se aplicaron del todo en los distintos casos, no ocurrió lo mismo el 15 de agosto de 1519, cuando el conquistador español fundó Panamá a orillas del Océano Pacífico. Tal como lo consigna Alfredo Castillero Calvo, en la fundación de la ciudad de Panamá “el pliego de ordenanzas pudo aplicarse a fondo, pudiéndose considerar, por lo temprano de la fecha, que fue ese modelo una de las grandes fuentes inspiradoras del subsecuente proceso urbanizador americano”.

Es importante subrayar, tal como ha manifestado el distinguido historiador, que la fundación de ciudades en el Nuevo Mundo fue “el más efectivo instrumento de que disponía la Corona para explotar y dominar las nuevas posesiones en su propio provecho, sea que se le asigne a aquella una función política, como sede del gobierno regional, una función comercial y de servicios como las ciudades enlaces de flotas, tales como Portobelo, Panamá, Cartagena, o como Buenos Aires, Montevideo y Guayaquil, en su calidad de puertos para la introducción de la producción metropolitana o para la extracción de la producción primaria; una función minera … Una función religiosa como centro de catequesis; o como centros agro-administrativos o funciones dobles, tanto como centros de comercio y mercado cuanto de defensa militar, como La Habana, Veracruz, Cartagena o Portobelo”.

Con el tiempo y luego del traslado de sitio de la ciudad al emplazamiento que ocupa en la actualidad, Panamá siguió cumpliendo varias de estas funciones. Sin embargo, la ciudad que se erigió en el área de San Felipe fue un centro urbano y cultural elitista, una plaza bien estructurada y planificada según los cánones de la época donde se concentraba el poder político, religioso y económico. Luego fue amurallada, con el objetivo de evitar no solo incursiones de piratas y corsarios foráneos, sino también de los grupos populares, que surgieron a su alrededor, es decir, de la gente del arrabal. Por muchos años esta urbe no tuvo mayor crecimiento ni expansión, a pesar de ser, como dijimos, uno de los ejes principales de la ruta transístmica punto estratégico por donde pasaba un importante contingente de transeúntes durante la celebración de las famosas “ferias de Portobelo”, actividad comercial que movía gran cantidad de mercancías, tesoros y recursos de todo tipo.

Con la llegada de los norteamericanos a Panamá, en 1904, para retomar las obras de excavación del canal, la configuración y fisonomía de las ciudades de Panamá y Colón cambian dramáticamente. Ambas ciudades se transforman, se modernizan. Se le dota de infraestructura urbana, calles, avenidas y aceras, se les proporciona de agua potable y sistemas de albañales, etc. A la par que llegan miles y miles de obreros para incorporarse a los trabajos canaleros, especialmente antillanos, las autoridades sanitarias de la Zona del Canal inician una gran campaña sanitaria para acabar con la insalubridad reinante en estos centros urbanos. Pero una vez se inaugura la vía acuática, muchos obreros quedan cesantes, se refugian en las ciudades antes mencionadas, lo que ocasiona serios problemas económicos y sociales. Esta presencia masiva de extranjeros impacta no solo la conformación de la sociedad panameña, sino también sus costumbres, tradiciones y mentalidades. En poco tiempo se observa una sociedad multirracial, multiétnica y multicultural.

La construcción del Canal, al tiempo que ha sido un factor importante para el crecimiento económico de la capital y del país, fue también un elemento que estableció limitaciones para la expansión urbana de la metrópoli. A esto se suma al hecho de que la ciudad ha crecido de forma desordenada, caótica. Hoy día tenemos una capital con contrastes y, por lo tanto, tiene grandes desafíos. Esta disparidad se observa en una urbe moderna, con altos y hermosos rascacielos donde habitan personas de altos ingresos económicos, al lado de barrios en franco deterioro físico y ambiental, donde conviven grandes contingentes de población en condiciones pobreza y pobreza extrema. Necesitamos con urgencia un plan de ordenamiento territorial, donde aparezcan nítidamente establecidas las distintas funciones que cumplen estos centros urbanos, se requiere dotar de agua potable y albañales en las distintas comunidades del municipio, así como la construcción de redes de mercados públicos, mejorar el estado de las calles y avenidas y pasos elevados, construcción de aceras, ordenar la colocación de postes y el tendido eléctrico y otros cables aéreos que afean la metrópoli, se requiere recuperar la administración de la recolección de los desechos sólidos y garantizar su tratamiento efectivo, eliminado el vertedero de cerro Patacón. Finalmente, es preciso delimitar las competencias del alcalde y las del presidente de la república, porque parecieran que no están claras.

Profesor universitario
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