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- 19/01/2016 01:01
De comején y milagros
En un país tropical como el nuestro, todos conocemos el poder del comején. Trabaja en silencio, comiendo bajo la superficie y normalmente lo detectas por el camino que va dejando eventualmente en la superficie. El comején le entra a la madera, a los árboles y ahora hay una variedad que hasta al cemento. Curiosamente, hay una nueva especie de comején, el comején de la corrupción y que en nuestro país le ha entrado ya a los tres órganos del Estado, y más. Como el comején no es fácil detectarlo, salvo cuando empieza a dejar rastros en la superficie.
Lo curioso es que hemos aprendido a combatir el comején, el real, mas no al de la corrupción. En nuestro país, al ver los primeros caminos visibles del comején en la administración pública, lo primero es un despliegue mediático comentando el caso y, sin pruebas al inicio, simplemente convirtiendo el asunto en tema obligado de la opinión pública. Para muchos el solo hecho de hablar sobre el tema y desprestigiar funcionarios, cumple su función. Pero el comején sigue allí.
Así, por ejemplo, en lo que va del Gobierno de Juan Carlos Varela hemos detectado comején en los tres órganos del Estado y hasta en el Tribunal Electoral. En orden, hemos empezado a fumigar la corrupción, pero lamentablemente con poco éxito. Primero fue el Ejecutivo, donde quizá más efectivos hemos sido. Para muchos se han hasta excedido con medidas cautelares, pero frente al más grande desfalco que ha sufrido un Gobierno en su historia, todo parece permitido. Eso sí, juzgados y condenados, hasta ahora un magistrado, un asesor de financiera, el viceministro de Seguridad y el exjefe de policía. Una gran cantidad de supuestos exfuncionarios que la gente espera sean investigados y un grupo aparentemente exonerados de investigación. Borramos los caminos del comején, fumigamos parte del engranaje y el resto permanece activo.
Luego se detectó el comején del nepotismo en el Tribunal Electoral, los medios lo atacaron con furia, la sociedad civil clamaba por cabezas y al final, limpiamos el camino visible y todo siguió igual, el comején en el Tribunal resultó inmune a la fumigación. Una vez más, los casos mediáticos terminan cuando el medio suelta el caso, reemplazado por otro o simplemente por decisión propia.
Reponiéndonos de esos casos, apareció el comején en la Asamblea y yo creí que finalmente íbamos a limpiar a ese órgano de la corrupción. 477 millones usados por diputados sin explicaciones, muchos mediante un método absurdo de juntas comunales, pero el comején estaba más aferrado de lo que pensamos. Ni una nueva contraloría ni una nueva procuraduría han podido con la corrupción detectada. Los padres de la patria siguen siendo entrevistados y usados en debates al margen del cuestionamiento pendiente. Los medios son cómplices, al no distinguir entre un diputado ‘sano' y uno carcomido por el comején de la corrupción.
Por último, salió a la vista el comején en la Corte Suprema de Justicia. Nuevamente mediáticamente se ataca el problema: la sociedad civil muestra su impotencia, el comején, su fuerza; y, hoy por hoy, nada parece capaz de erradicar el mal. Si no pudimos en el Legislativo, no pudimos en el Tribunal Electoral, ¿cómo hacerlo en la Corte?
Para acabar con el comején de la corrupción, necesitamos uno o varios milagros. Un milagro que haga que diputados que se quedaron con millones lo admitan, renuncien, si son reelectos, y den paso a diputados honestos. Luego un milagro que haga que magistrados de la Corte renuncien y dejen los cargos para ser reemplazados por magistrados honestos e idóneos. Un milagro para que funcionarios familiares de otros renuncien y acepten el nepotismo, dando libertad a ser reemplazados.
¿Podrían darse tantos milagros? No creo, no creo ni en el primero. Estos problemas no pueden ser resueltos por el presidente, solo una combinación de Contraloría y Procuraduría podría hacer algo, salvo los blindajes existentes.
Sí, porque el comején de la Asamblea lo protege el comején de la Corte, y el comején de la Corte lo protege el comején de la Asamblea. Entonces, ¿para qué ser presidente, si la corrupción no la podrás parar? O diputado, ¿para enfrentar en debates a corruptos con títulos de ‘honorables'?
El comején, como el de la madera, sigue carcomiendo las instituciones, en silencio, dejando a veces rastros, a veces no. Y el resto, esperando los milagros.
ANALISTA POLÍTICO.
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‘Estos problemas no pueden ser resueltos por el presidente, solo una combinación de Contraloría y Procuraduría podría hacer algo, salvo los blindajes existentes'