Los candidatos han salido a buscar respaldo que se traducirá en el apoyo en las urnas y para tal efecto se promueven las capacidades, se utiliza un discurso propagandístico y se procura ganar adeptos que se sumen a las propuestas para alcanzar los objetivos políticos. Esta es una fase del proceso que culmina el día de las elecciones y que dará paso a la etapa de gobierno.

Surge la pregunta sobre las competencias de cada persona involucrada en la dinámica electoral. ¿Existen realmente las fortalezas para cumplir con una agenda orientada a impulsar el desarrollo en los diferentes ámbitos de competencia de la gestión futura? En la experiencia panameña algunos se hacen expertos en anhelar, pero pierden las perspectivas de lo que harán al llegar al poder.

Esto sucede, porque nunca se prepararon para ejercer, por lo fácil que resulta aspirar. Cuando no se tiene un programa de trabajo, un propósito consolidado y objetivos claros, sino tan solo el enfrentar a otros por el puro deseo de competir, entonces se pierden las posibilidades de alcanzar resultados claros y trascendentes. La premisa es obtener el protagonismo en el escenario de la contienda.

Ejercer el poder es un propósito para lograr una finalidad posterior que tiene que ver con organizar a una sociedad para alcanzar sus metas, tanto como colectividad, así como satisfacer los intereses de cada grupo que forme parte de ella. Aquí está uno de los principales problemas de la gobernanza: “... el modo específico como se deben tratar los fenómenos estatales de acuerdo con la pluralidad dialéctica de este dominio”, diría Herman Heller.

Es aquí donde resalta la importancia del primer momento de la carrera política. Los postulantes deben trabajar en comprender la realidad del ámbito en que han de desenvolverse y aprender aspectos de historia, economía, psicología social, planificación con la finalidad de aprehender los problemas que van a enfrentar y cómo darle respuesta a través de su desenvolvimiento institucional.

Muchos olvidan que la política también es una ciencia y como tal, ella ayuda a describir, interpretar y dar solución a las contingencias, a través de herramientas que brinda la administración pública y, sobre todo, las normas en que descansa la acción de las autoridades. La ejecución de las tareas se debe a una cadena de regulaciones que son de forzoso cumplimiento y que garantizan el tratamiento igualitario a los ciudadanos.

¿Cuáles son los conflictos más apremiantes del corregimiento, del municipio o del circuito? ¿De qué manera se adecuarán los recursos para lograr un proyecto concreto que conduzca hacia resultados positivos y adquirir lecciones que enseñarán nuevas experiencias a toda la comunidad? Esta es una perspectiva que no se alcanza de manera milagrosa o que surge por arte de birlibirloque.

Y todo esto se hace sobre el convencimiento que tenía Platón en La República, de la “idea del bien, principio de buen orden para las sociedades ...” la que debe conducir a “la felicidad pública y privada ...”. Esto quiere decir que hay un propósito para estas tareas, que incluye un trabajo basado en la moral y, por tanto, en una armonía de los principios que orientan las acciones.

De allí, que la aspiración de obtener una posición política, a cualquier nivel, supone crear atributos personales y de organización para asumir tales responsabilidades, las cuales implican el diseño de tareas que transformen las condiciones de un conglomerado humano. Agua, manejo de desechos, crear oportunidades para el empleo, áreas verdes, desarrollo sostenible, son algunos aspectos por tomar en cuenta y no solo la preocupación de la planilla.

La comunidad ha expresado en este periodo electoral, su desazón por el trabajo de los políticos. Estos deben ser conscientes de que sus actividades habrán de ser vigiladas porque ahora existe la posibilidad de iniciar procesos por incumplimientos. La sociedad civil pedirá cuentas por los votos entregados para no volver a los errores del pasado.

El autor es periodista
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