• 23/10/2023 00:00

¿Cuánto se puede comprobar?

No abras la boca, ni reenvíes una información sin reflexionar; entendiendo que lo que divulgas, debe ser una perspectiva educada sobre un tema demasiado complejo y cambiante

La guerra, toda fuera es una condición horrible del conjunto humano. Es más horrible cuando reflexionamos sobre los positivos avances para preservar la vida y se han superado muchas otras amenazas a la existencia y desarrollo a lo largor de los siglos. Al igual que la guerra entre Rusia y Ucrania, que pronto cumplirá dos años. Este nuevo conflicto entre Hamas e Israel lo más posible es que se prolongará por mucho tiempo y se perderán muchas más vidas.

Por el momento creo importante compartir este escrito que hace referenci a uno de los objetivos más perniciosos de la guerra: la desinformación que busca enredar al resto del mundo.

Este conflicto ya afecta la vida de millones de ciudadanos. Ya ha cobrado un sin número de vidas… que amenaza la paz del mundo. Esa información, en términos generales, es correcta y puntual. Con lo que hay que tener cuidado es con las narrativas de apoyo y sus ulteriores objetivos.

No nos engañemos, en un interesante estudio titulado:“Corresponsales de guerra en el campo de batalla: un estudio de su relación con militares desde Crimea a Irak”realizado por cuatro investigadores: Leire Iturregui Mardaras, María José Cantalapiedra González, Leire Moure Peñín y Rosa María Martín Sabarís de la Universidad del País Vasco, ellos señalan que: “La aparición en la guerra de Crimea (1854) del primer corresponsal civil, desarmado y contratado por un medio genera un punto de inflexión no sólo en la historia del reporterismo de guerra, sino también en el diseño e implementación de la estrategia militar. Hasta ese momento eran los propios militares quienes elaboraban el relato de lo ocurrido en el campo de batalla, pero en Crimea emerge una nueva figura encargada de mediar entre el frente y la opinión pública: el periodista. William Howard Russell inauguraba una nueva era periodística y asistía al nacimiento de la censura militar como reacción a sus crónicas. A partir de ese momento ejércitos y gobiernos de todo el mundo han diseñado sistemas para gestionar la presencia de periodistas en las operaciones en el exterior”. Seguidamente, citan al catedrático español José Altabella cuando él señala que: “…el corresponsal de guerra – en líneas generales – ha pasado a ser un engranaje más de la gran maquinaria bélica”.

La desinformación es un elemento crucial en cualquier guerra. Ahora más fácil y efectiva con las nuevas tecnologías, hoy más sofisticados, inmediatos y abarcadores que durante la mayor parte del siglo pasado.

Sobre el conflicto en Gaza que inició el pasado 7 de octubre, por lo que he podido ver en las redes sociales y en los medios tradicionales, los que opinan con prudencia, descansa sobre diversas fuentes internacionales de información y sobre la opinión de expertos nacionales que nos pueden dar la perspectiva que nos debe interesar como panameños. Pero también están los que opinan sin fundamento. Disertan sobre el comentario de otro únicamente desde su posición de derecho a opinar. No importa si sabe de lo que está hablando o no. Lo hacen con seriedad y se ofenden si alguien los emplaza.

Si no sabes quién eres en un proceso tan calculado en la dinámica desinformativa de la guerra, lo más probable es que llegues a ser lo que otro quiere que seas: un reproductor de la desinformación al servicio de los poderes para ganar terreno en las mentes poco reflexivas. Reenvíes a través de las redes sociales información que no has validado de fuentes desconocidas y poco objetivas. Opinas desde la perspectiva de tus creencias religiosas o políticas. Así, no haces más que contribuir a que el mundo sea más peligroso para todos.

Piensa bien antes de actuar. No contribuyas a desfigurar los hechos por la causa temerarias de otros. No abras la boca, ni reenvíes una información sin reflexionar; entendiendo que lo que divulgas, debe ser una perspectiva educada sobre un tema demasiado complejo y cambiante.

El odio histórico ha obnubilado a muchos actores y las guerras ya no tienen una razón válida. Desde acá, muy lejos, poco es comprobable con certeza. El proceso de desinformación, ya dicho, es parte fundamental de la preparación, el acto la prolongación y la justificación a posteriori de la guerra. Los partes de guerra desde el frente de batalla no son del todo confiables y a la larga, tomará mucho tiempo, tal vez nunca, conocer la verdad comprobable.

Comunicador
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