Así lo confirmó el viceminsitro de Finanzas, Fausto Fernández, a La Estrella de Panamá
- 23/08/2021 00:00
Conflictos de intereses, pandemias y negociados
El escándalo de la semana pasada fue la supuesta participación de dos funcionarios del Ministerio de Salud en el negocio de los hisopados que se exige ahora a los no vacunados, como requisito para poder para trasladarse a las islas de Taboga, Contadora, San José y otras del Golfo de Panamá. Sin embargo, la situación sirve para ilustrar un grave problema de conflictos de intereses sistémicos en la Medicina y en la salud pública.
¿Acaso habría sido menos escandaloso el posible conflicto de intereses, si los funcionarios en cuestión hubiesen declarado de antemano la existencia del conflicto? Si usted piensa como yo, en este momento estará pensando que la pregunta misma es absurda. Una situación de conflicto de intereses no se lava con la revelación de la existencia del conflicto. Un juez no puede recibir pagos de una de las partes en una controversia que deba resolver, y no aceptaríamos que lo hiciera, si tan solo hiciese una declaración del conflicto. Un periodista que se respetase a sí mismo no aceptaría pagos ni obsequios de una empresa a la que deba cubrir como periodista, y si lo hiciera, no dejaríamos de ver tal actuación como contraria a la ética periodística solo porque el periodista lo revelase. Eso solo es visto como algo normal en el campo de la Medicina académica, clínica y mediática.
En 2009 tuvimos otra pandemia declarada, en aquella ocasión, de la influenza A/H1N1. En un artículo de 2010 titulado “Conflictos de intereses y gripe pandémica”, Fiona Godlee, editora en jefe de la revista médica BMJ, señala que “Algunos países -especialmente Polonia- declinaron unirse a la compra inspirada en el pánico, de vacunas y antivirales, iniciada cuando la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia… Sin embargo, países como Francia y el Reino Unido, que han acumulado inventario de fármacos y vacunas, están ahora ocupados tratando de desligarse de contratos de compra de vacunas, vendiendo inventario de vacunas no usadas a otros países, y sentados sobre enormes pilas de oseltamivir sin utilizar. Entretanto, compañías farmacéuticas han acumulado enormes utilidades -entre $7 billones y $10 billones tan solo en vacunas, de acuerdo al banco de inversiones JP Morgan” [BMJ 2010;340:c2947]. Y aquí es donde viene la parte sabrosa: “Dada la escala del costo público y las ganancias privadas, parecería importante saber que las decisiones claves de la OMS estaban libres de influencia comercial. Una investigación [conjunta] llevada a cabo por BMJ y el Buró de Periodismo Investigativo… halló que esto distaba mucho de ser el caso. Como fue reportado… algunos de los expertos que asesoraban a la OMS sobre la pandemia, tenían vínculos financieros con las compañías farmacéuticas que estaban produciendo los antivirales y las vacunas contra la influenza. Como ejemplo, la guía de la OMS sobre el uso de antivirales en una pandemia era de la autoría de un experto en influenza que al mismo tiempo estaba recibiendo pagos de parte de Roche, el fabricante de oseltamivir (Tamiflu), por consultoría y charlas”.
Hayden no era el único asesorando a la OMS, mientras mantenía vínculos financieros con la industria farmacéutica. La investigación conjunta de BMJ y el Buró de Periodismo Investigativo de Londres (TBIJ, en inglés), arrojó varios asesores de la OMS en similar situación. El artículo principal del reporte de la investigación conjunta [BMJ 2020;340:c2912] menciona varios nombres de otros asesores médicos de la OMS, incluyendo autores de segmentos o de anexos de la “Guía de la OMS para el uso de vacunas y antivirales durante una pandemia de influenza” (de 2004), que mantenían vínculos financieros con la industria farmacéutica, no solo en patrocinios de investigación, sino en honorarios y pagos por consultorías y charlas.
El episodio de la pandemia declarada de influenza de 2009, condujo en años siguientes a “investigaciones por parte del Consejo de Europa, el Parlamento Europeo y la propia OMS, en respuesta a acusaciones de influencia por parte de la industria”. La entonces directora general de la OMS, Margaret Chan, desestimó dichas acusaciones como “teorías conspirativas”. Pero, como hemos visto, las investigaciones posteriores revelaron que, efectivamente, los responsables de asesorar a la OMS en declarar pandemia, y en las recomendaciones sobre vacunas y antivirales, tenían fuertes vínculos financieros con la industria farmacéutica, específicamente con compañías que se beneficiaron enormemente de la declaración de pandemia y de la recomendación de la OMS hacia sus países miembros, de adquirir vacunas y antivirales. Sobre este tema he escrito antes en mayor profundidad en varios artículos, entre otros, en “Oseltamivir y la pandemia de conflictos de intereses” (La Estrella de Panamá, 24.08.2019).
El informe investigativo de BMJ/TBIJ de 2020 concluía así: “Nuestra investigación ha revelado cuestiones nocivas. Si estas no son atendidas, el H1N1 puede aún reclamar su mayor víctima: la credibilidad de la OMS y la confianza del público mundial en el sistema de salud”. Ahora que estamos en medio de otra pandemia, me pregunto: ¿qué bellezas serán halladas por futuras investigaciones periodísticas acerca de la indebida influencia de la industria farmacéutica en las decisiones de salud de los Estados, especialmente en cuanto a la coerción para forzar a toda la población a vacunarse?