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- 30/10/2024 00:00
Consensos
La sociedad panameña está envuelta en varias dinámicas de discusión de aspectos fundamentales para la vida cotidiana de la ciudadanía. El alcance de estos encuentros supone resultados que habrán de cambiar de alguna manera la forma de ser de cada individuo, pero también de nuestras perspectivas en lo inmediato y sobre todo en las relaciones entre la cúpula política y la base social del istmo.
El país tiene diversos asuntos pendientes: están aquellos relacionados con las instancias judiciales y el escogimiento de figuras para la Corte Suprema de Justicia; además, ya se han definido y nombrado nuevos procuradores. En la esfera económica, se ha seleccionado al contralor de la República y deben hacerse cambios en el Tribunal Electoral para reorganizar su equipo directivo.
Hay otros referentes que son más complejos y que requieren de una amplia discusión y limpidez. Aún no termina de discutirse el presupuesto para la vigencia de 2025. Este documento que regula los gastos y que delimita el perfil de la gestión estatal ha sido ajustado en varias ocasiones para tratar de conciliar los diferentes intereses que orientan la acción del Estado en sus múltiples dimensiones.
De igual manera se analiza en varias mesas de trabajo el futuro de la Caja de Seguro Social y se han presentado propuestas de diversos sectores. Estas han sido sustentadas para tomar una decisión que satisfaga a la población; sobre todo, la que debe recibir beneficios del sistema de cuotas y llevar las características del riesgo, invalidez y muerte organizadas y reguladas por esa institución.
Otras cuestiones esperan turno en la agenda de trabajo. Algunos grupos, por ejemplo, plantean que debe hacerse un nuevo balance sobre el tema de la minería y definir algo que quedó pendiente: la posibilidad de que Panamá se involucre en esta actividad económica, sobre todo por las posibilidades ya demostradas del recurso. Otros, opinan lo contrario y que deben respetarse los criterios seguidos con los violentos movimientos de 2023.
Frente a todos estos temas que requieren un intercambio desinteresado de puntos de vista y orientaciones, se hace necesario establecer nuevos modelos de discusión y árbitros calificados que puedan llevar los debates y argumentos a espacios más provechosos. Esto es básico para que toda la nación esté enterada, pueda sentirse partícipe y aprenda a hacer una evaluación más provechosa del intercambio de posiciones.
Si se mira a los países del área y sus grandes problemas que suponen alcanzar acuerdos nacionales, se encontrará que las técnicas que se emplean conducen al desorden, la desobediencia civil y la violencia. Cada vez que surge el síndrome de intranquilidad, se entorpece el desarrollo, se desbanca el comercio y la zozobra se apodera de las diferentes iniciativas que definen el orden y el sosiego productivo.
No se pueden prolongar los momentos de oscuridad o de falta de acuerdos. Precisamente, la gobernanza inteligente y bien llevada debe dar los insumos para alcanzar los resultados más provechosos. Es contraproducente exhibir consignas y decir que “todos debemos sacrificarnos” y propugnar, por el contrario, que “todos vamos a sacar las soluciones”, para que los puertos a los que se llegue sean muy firmes y sin posibilidades de nefastos riesgos.
Hay múltiples ejemplos de acuerdos en que Panamá se ha caracterizado por su eficiencia y transparencia. Otros países se asombran de que, al salir de un tipo de gobierno basado en la verticalidad militar, se haya reconstruido un proceso electoral que tiene ahora como principales factores la transparencia y el exitoso sistema de actas basado en la tecnología, que permiten dar resultados inmediatos y certeros.
Frente a todos los retos que se tienen enfrente, es necesario mantener la mente fría y proponerse que los criterios diversos, permitan construir nuevas respuestas. Panamá debe dar muestras de que nos ponemos de acuerdo para alcanzar otros paradigmas porque su población tiene la suficiente madurez de escoger los mejores caminos o sendas para construir su porvenir.