• 23/05/2020 12:25

'Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa'

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Todas las personas y en particular el hombre y la mujer en el ejercicio de la administración pública, tienen que ser “de una sola pieza”, es decir, sus actuaciones deben reflejar coherencia pública y privada. Como También en estos tiempos de la “peste” los ciudadanos debemos distinguir una conducta de otra y para ello debemos, como quien dice, “separar la paja del trigo”.

Los jerarcas del gobierno y los empresarios que venden bienes y servicios al Estado no pueden estar hablando a los cuatro vientos de transparencia y honestidad y realizar concursos de recamara donde se realizan transacciones llenas de sombras. La corrupción o el cohecho no pueden ser el emblema del conciliábulo, de las actuaciones llenas de oscuridad y del velo de marca; mientras que a la luz del día se pretende enarbolar la bandera inmaculada de la honradez. Nadie les va creer y es un derecho del ciudadano a tener duda razonable o suspicacia frente a la falta de transparencia en la administración pública.

No obstante, el panameño de a pie, debe estar muy atento -“ojo al cristo que es de plata”- para poder distinguir el avieso propósito de algunos, ante el legítimo derechos de los más. Por ejemplo, en el nuevo escenario de la pandemia –paralelamente- se escenifican dos guerras o combates, la lucha de los pobres por la vida y contra el hambre; y el odioso pugilato de intereses económicos y políticos por el reparto del botín de los haberes de la

República. Unos y otros grupos de poder político y económico, procuran “convoyar” a los humildes a su favor y cuando no lo logran, entonces le endilgan el apelativo de manipulado o vendido, y de estar defendiendo los intereses de su adversario.

¡Para muestra basta un botón! El grupo político y económico del denominado por algunos, supuestamente, “el evasor”, amalgamado a grupos políticos de reacción, mediáticos y del anterior gobierno; enfrentado al clan del “innombrable”, poderoso grupo político, económico y mediático, constituyen el ejemplo más emblemático y observable de ese doblaje de roles, de “una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”. Aparentemente, defienden los intereses generales de la población, principios de derechos humanos, transparencia pública y de la defensa sistema democrático; pero en el trasfondo se ocultan subalternos y egoístas intereses creados, de imponer la agenda política del gobierno, de nombrar Magistrados, en fin obtener su cuota parte del poder político del Estado.

Por otro lado, están los operadores y encubridores de la corrupción pública. Cohecho que en medio de la epidemia se revela como de la peor ralea, delito de lesa humanidad, porque se hace en detrimento de la vida de decena y centenares de personas humanas. Verbigracia, la comentada, supuesta, lesión patrimonial en la Caja del Seguro Social, por 168 millones de balboas, la compra de ventiladores con aparente sobre precios en el ministerio de la presidencia de la República, a precio unitario de 48 mil dólares cuando el precio de mercado apenas alcanza los 4 mil balboas y, también, el contrato para la construcción del hospital modular por algo más de 12 millones de dólares, lleno de sombras y de más preguntas que respuestas. En todos los casos mencionados entran al “juego” los equipos políticos y económicos en pugna, ya mencionados -aunque no son los únicos- y la legítima defensa del pueblo; pero esta última es manipulada en algunos casos y, en otros, descalificada por los actores mediáticos de pacotilla al servicio de los intereses creados y del gobierno de turno.

Aparentemente, los de abajo se encuentran “entre la espada y la pared” y sus defensores son atacados por “tirios y troyanos”, sin embargo, el pueblo en su inmensa sabiduría colectiva, ya empieza a distinguir que “una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”, como también a “separar la paja del trigo”. ¡Así de sencilla es la cosa!

El autor es abogado y analista político.

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