• 24/10/2012 02:00

Cosas que no se comprenden

E s triste que los gobernantes todavía no entiendan la idiosincrasia del colonense. Al redactar estas líneas se desconoce el desenlace d...

E s triste que los gobernantes todavía no entiendan la idiosincrasia del colonense. Al redactar estas líneas se desconoce el desenlace de la crisis producida por su decisión inconsulta de lanzar al mercado un terreno que hasta ayer había sido patrimonio de la Zona Libre de Colón (ZLC). Cualquiera que haya sido o sea el final de este entuerto —que el gobierno se retracte como ha sucedido varias veces luego de meter la pata, o que mantenga inconmovible su antojadiza decisión— lo acontecido no tiene explicación lógica. Al contrario, las versiones oficiales abundan en contradicciones que dejan más sombras que luces y una perturbadora sensación de que hay algo que se nos calla, cuando todos tenemos el derecho de saber los verdaderos propósitos del gobierno.

Recordemos: la venta de tierras de la ZLC salió a relucir hace escasos meses como parte del paquete de venta de activos del Estado, que incluía acciones de Cable & Wireless; en aquella ocasión se anunció que esos ingresos teóricos ya se habían presupuestado para este año. Al chocar con un masivo repudio popular, el gobierno retrocedió y decidió que resolvería el ‘hueco’ de B/.400.0 millones en las finanzas públicas mediante una cuidadosa reducción de gastos e inversiones. Santo remedio, pensamos todos.

Gran equivocación. Las autoridades ahora, dejando en segundo plano las acciones telefónicas, revuelven su codiciosa mirada hacia tierras colonenses y confeccionan un caramelo para Colón del 35% del precio de venta, quedándose con el 65% restante. Según nuestro gobierno, ese hectareaje tiene un valor que excede los B/.2,000.0 millones a razón de B/.350.00 por metro cuadrado. Nos dicen que ese dinero ingresará, contante y sonante, durante los próximos 20 años, pero habiendo el riesgo anunciado de que esas ventas se podrían anular por inconstitucionales, ¿cuándo y quién compraría?

Hay economistas que aseguran que convertir esos terrenos en balboas es un magnífico arreglo, porque traerá un mayor aporte al fisco colonense, superior a lo que actualmente le corresponde por el canon de arrendamiento a la ZLC.

En mi humilde opinión hay una evidente falacia en ese argumento: si alquilo, el terreno sigue siendo mío y al mismo tiempo recibo un ingreso periódico que puedo ir aumentando de tiempo en tiempo; sin embargo, si vendo puede que reciba un ingreso de inmediato, pero pierdo el terreno para siempre.

Esta disyuntiva es la que nunca se le permitió considerar a la gente de Colón, ni con seriedad ni espacio para que su opinión fuera sopesada y tomada en cuenta. Intempestivamente, el miércoles 10 de octubre el Gabinete presentó a la Asamblea su proyecto de ley; el jueves 11 y el lunes 15 se oyeron sustentaciones amigables; el 16 se aprobó en primer debate; el 18 se le dio segundo debate; el 19, en un tercer debate de 35 minutos, se aprobó a las 8:00 a.m.; esa misma tarde el Ejecutivo la sancionó y la publicó en Gaceta Oficial minutos después. El colofón fue: ‘El que quiera llorar, que se vaya al cementerio’.

Todo este sainete sencillamente no se entiende. ¿Cuál es la urgencia, si los ingresos serán en 20 años? ¿A cómo se venderá la tierra? ¿Por qué no aumentar el canon de arrendamiento? ¿Por qué no se tapó el ‘hueco’ de B/.400.0 millones?

¿Tampoco sabían —Gabinete y Asamblea— que la reacción enardecida del colonense no se haría esperar, como en Bocas y en las comarcas? No se necesita espionaje especial del gobierno para vaticinarla. Basta el sentido común. No se trata de los ‘cuatro gatos’ que alegan, sino de no buscarle la quinta pata al gato.

EXDIPUTADA DE LA REPÚBLICA.

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