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- 06/08/2022 00:00
La coyuntura social panameña y el modelo de desarrollo económico transitista (I)
En su libro de 2010 "The Filter Bubble" el activista Eli Pariser explica la manera en que la web está influenciando lo que leemos, por ende, lo que pensamos y cómo pensamos.
Por medio de algoritmos y con una finalidad posiblemente mercantilista, los buscadores y las plataformas de redes sociales nos muestran en el flujo de noticias e interacciones aquellas cosas que usualmente consumimos, creando un bucle o círculo, desechando las que, según ese mismo cálculo, nos son disímiles.
Debemos advertir el peligro que como sociedad tenemos de caer en la tentación de formar nuestro esquema ideológico de pensamiento político y social de acuerdo a los moldes que nos ha sido impuesto desde lo digital. Estamos consumiendo lo mismo con diferentes envoltorios, eso facilita las estrategias electorales de quienes sembrando miedo y división buscan ganar elecciones.
El debate se ha trasladado a las redes y se ha convertido en una guerra de memes. Un meme es esa imagen o video que se comparte por internet y que contiene un mensaje usualmente bromista y ocurrente, pero también generalmente exagerado y distorsionado de la realidad; inicialmente se utilizaba con fines caricaturescos, sin embargo, se han convertido en importantes herramientas de manipulación ideológica.
Como resultado de esta anomalía, se ha reforzado el peligro de que al incorporar al debate social conceptos como: desigualdad, justicia social o tributaria, desarrollo integral económico o derechos sociales, el común receptor lo identifique con socialismo; si aludo al concepto de familia (más relevante hoy que nunca en la sociedad postmoderna) se le identifica con religión y así sucesivamente ocurre con quienes tienen posiciones progresistas usualmente poco entendidas y hasta “juzgados” por gente de pensamiento conservador.
Una sociedad que no analiza, ni reconoce ideas contrarias o complementarias a la suya, se aleja del ideal de la democracia, que es el debate participativo e incluyente de ideas, me refiero al debate que evalúa las alternativas posibles para tomar la más conveniente. En palabras Jurgen Habermas una “democracia deliberativa”.
Es fundamental por ende siempre reconocer dos cosas, por un lado, la riqueza del capital social humano que nos rodea y por el otro, el valor que existe en el ejercicio de búsqueda de las raíces causales de los problemas económicos estructurales, ya que son estos, los que a su vez se traducen en problemas políticos y sociales.
En el caso de Panamá, el problema estructural de su desarrollo económico tienes raíces históricas, ya que desde su descubrimiento, la nación adoptó una forma de organización económica que ha sido denominada “modelo de desarrollo económico transitista”.
Este modelo busca capitalizar la posición geográfica de tránsito del país abandonando el desarrollo del mercado interno y el sector primario de la economía (reducido aún más, producto de las exigencias de la globalización en la década del 90).
Este modelo imperante de desarrollo “desfavorable en lo social en términos de igualdad, ha provocado un crecimiento excluyente al impulsar políticas públicas con mayor cobertura y calidad en las áreas urbanas de la región interoceánica, generando desigualdades exacerbadas por territorio, etnia y género” (Castro, Guillermo 2022, CEPAL).
No es coincidencia ni es fortuito, más bien resulta fundamental no perder de vista dentro del análisis, que por primera vez es el interior de la república de manera integral los que han tomado la batuta y se han organizado durante estas manifestaciones populares, y aunque la acción comunicativa es limitada, podemos inquirir que el malestar es general y lo comparten las clases medias y humildes, sobre todo del lado del puente que no recibe los beneficios producto del modelo transitista y que han estado desprovistos de un verdadero plan de desarrollo económico y social desde la década del 70.