• 18/02/2024 00:00

Cuaresma y campaña política: compromiso ético por Panamá

Este año los 40 días de cuaresma coincidirán con el período central de la campaña política para las elecciones generales del próximo 5 de mayo y me pregunto si nuestros políticos y nosotros mismos, seremos capaces —porque la mayoría de los panameños son católicos y van a misa todos los domingos— de prepararnos espiritualmente para la celebración de la Pascua.

Dicho lo anterior, subrayo de entrada que este escrito no pretende ser un sermón religioso, sino una reflexión sobre la necesidad de cultivar un espíritu penitencial y de conversión que trascienda los 40 días de Cuaresma. La invitación es a mantener ese fervor y compromiso de lucha contra la tentación y el pecado —léase, juega vivo, qué hay pa mí, indiferencia, clientelismo y corrupción— durante el resto del año, buscando juntos convertirnos en una mejor sociedad.

La Cuaresma debe invitarnos a un cambio de corazón, un bautismo de fuego que nos impulse a recuperar nuestros valores y principios cívicos, éticos y morales. Implica un cambio en nuestra misma naturaleza: ayunando de la comodidad, de una vida fácil, de la mínima resistencia, de la mentalidad gregaria, del placer por el placer. Y sobre todo, se trata de ayunar del poder, la autocomplacencia y la gloria. Se trata de ayunar del egoísmo, insensibilidad e inhumanidad. Es ayunar de competitividad y beneficios a costa de otros; de las formas de proceder del mundo y de la riqueza construida con la acumulación de bienes a costa de las enormes necesidades de la mayoría de los panameños.

La Cuaresma es, pues, un tiempo propicio para iniciar este proceso de transformación, pero no debe ser el único. Hagamos de la lucha por el Panamá que queremos, un compromiso permanente, un camino de renovación personal que nos conduzca a una sociedad más justa, compasiva y humana. Este es el momento de actuar, de convertirnos en agentes de cambio. ¿Estamos preparados para asumir este reto?

Ahora que enfrentamos la montaña de problemas —crónicos y nuevos—, detengámonos a pensar cómo sería Panamá si nuestros valores estuvieran basados en una ética cívica, aquella en la que todos los ciudadanos nos esforzáramos para pensar, justificar y realizar el gran proyecto de la convivencia justa en una colectividad social; fundamentada por los Derechos Humanos que recogen los valores que deben guiar nuestra conducta para aprender a vivir en comunidad y en armonía.

Entonces, qué nos parece si en este período de Cuaresma y los tiempos venideros, nos proponemos comenzar a construir una sociedad en la que prevalezca la tolerancia, el respeto y la solidaridad hacia el prójimo, el entorno natural y los objetos públicos. Utilizando el diálogo incluyente y franco como único recurso para solucionar los conflictos. Especialmente los conflictos sociales humanos, haciendo prevalecer la justicia y la igualdad.

Se dice fácil, pero tendremos que trabajar mucho y duro para erradicar de nuestro desempeño cotidiano, la indiferencia ante la problemática social que nos rodea; la superficialidad frívola, preocupada solo por las apariencias; el “Juega vivo” que busca aprovecharse del prójimo y obtener beneficios sin trabajar por ellos; el culto egoísta a la belleza, al dinero, al talento, a la juventud y al placer.

Entonces, ciudadanos, reitero la necesidad de comprometernos, pero en serio, con el fortalecimiento de la institucionalidad democrática que necesitamos para desarrollar y fortalecer los cambios y la modernización de las instituciones, implantar la transparencia y rendición de cuentas en todo el aparato estatal; recuperar la confianza nacional y el prestigio internacional y; avanzar hacia el desarrollo pleno para todos en todos los lugares.

En ese sentido, no tenemos que ponernos a inventar. Abundan los documentos y compromisos que hemos trabajado y suscrito en los últimos 25 años para ayudarnos a erradicar la corrupción y desarrollar la institucionalidad democrática que necesitamos y alcanzar el desarrollo con justicia y equidad. Solo esperan ser llevados a la práctica para hacer valer los intereses de la población.

Ahí están esperándonos los argumentos que ofrece: el “Pacto de Estado por la justicia”; los “Acuerdos de la Concertación Nacional para el Desarrollo”; el “Plan Estratégico Nacional con Visión de Estado Panamá 2030”; la “Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”; los “Acuerdos del Pacto del Bicentenario”. Más recientemente, el documento completo “Panamá Visión 2050 Actualizado 2024”, y la “Agenda País 2024-2029”; dos aportes del Sector Privado, que definen el país que debemos construir.

Entonces, ¿qué esperamos? Aprovechemos esta Cuaresma para la lectura comprometida de todo lo que hemos escrito y prometido para construir el Panamá que queremos y podemos tener. No nos equivoquemos en las elecciones que hagamos en la próxima contienda electoral. Es la hora de recuperar nuestros valores cívicos para ejercer con inteligencia y sentido de patria nuestro derecho a voto, y colocar al frente de nuestro Gobierno a los panameños y panameñas con demostrada ética, probidad, y un verdadero compromiso con el país.

El autor es médico
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