• 28/02/2024 00:00

Cuentos breves salidos de la calle

Exteriorizar estos pensamientos o formas de concebir la realidad o imaginario fue también una manera de recrear hechos

Narrar es quizás la más vieja tradición de la cultura, si se tiene en cuenta que los grupos humanos siempre incluyeron una forma de contar sus experiencias, lo que sus ojos vieron y hasta lo que soñaron, así como sus sentimientos, temores y percepción. Exteriorizar estos pensamientos o formas de concebir la realidad o imaginario fue también una manera de recrear hechos y aquello guardado en lo más profundo de la mente.

Asumir personalmente la experiencia de armar historias que se basen en acontecimientos que han sucedido o no, o crear ficción con motivo de la propia ocurrencia es un ejercicio que resulta alentador en la medida en que se vean los resultados y saber que las historias van a tener un perfil propio y todos los elementos que sustentan su contenido. Sobre todo, porque los relatos tienen una estructura que le da mayor solidez al argumento y a lo que sucede.

En el género cuento pasa así y constituye todo un reto encerrar ese instante determinado por una redacción con límites espaciales en que todo debe quedar completo y con un sentido de autonomía que le da la forma a lo que ha sido concebido. Eso me ocurrió cuando redacté un cuento mientras esperaba el inicio de un concierto en el Teatro Nacional de Costa Rica. Miraba a través de la ventana una manifestación en la calle y me asombré del hecho.

Supuse que en ese encuentro en plena avenida principal de la capital josefina podrían acontecer episodios extraños, novedosos y que tendrían su origen en el inusual suceso. Escribir un texto literario es una aventura sumamente gratificante. Con ese entusiasmo me sumergí durante los meses siguientes a plasmar otros escritos y a darle forma, pero con una extensión mínima como intento de jugar con la redacción y ponerme mis propios límites.

Es así como salieron unos veinticinco cuentos a los que titulé Salir de entre las calles. Es la primera incursión en las letras, propiamente dichas, porque antes había escrito varios libros, relacionados con comunicación, ambiente, ensayos y materiales basados en géneros periodísticos. Esto es diferente porque hay protagonistas, acciones y momentos que se suceden para armar una cadena de instantes que título a título, adquieren su propia fisonomía.

¿Cuál es el fondo de ellos? Diferentes situaciones que aparentemente suceden en una urbe cuyas raíces son antiguas y que da contexto a lo que ocurre. Pero no siempre hay que buscar un espacio al que la coherencia lógica le brinda los elementos para levantar allí un acontecimiento; en ocasiones, un sueño, un deseo, un recuerdo van a constituir las fuentes de donde surge la narración.

Una variedad de personajes da corporeidad a los relatos de este libro y ellos dejan avanzar los momentos en que aparecen y brevemente se insertan en las secuencias. Son jóvenes, viejos, mujeres y grupos que comparten las páginas de este volumen y allí dejan plasmadas sus individualidades y circunstancias.

El lector es otro aspecto que se ha tomado en cuenta. Como interesado en el intercambio permanente de mensajes, ahora en mi condición de narrador, me ha interesado las posibilidades de que cada una de sus cuentos deje un ámbito en el que se puedan integrar quienes abran estos folios para que intercambien con esta comunidad que se ha creado en las propuestas del libro.

El papel del lector es sumamente importante porque él le da el sentido a lo que lee y podrá encontrar otros caminos en la interpretación. Los ojos que miran desde afuera aquello que ocurre en el perímetro también son de utilidad para el proceso narrativo. Es quien cierra el ciclo, porque a partir de aquí, la obra se moverá en un espacio que le pertenece a cada una de sus breves unidades creativas.

La obra se presenta esta noche en la Biblioteca Nacional. Te esperamos.

El autor es periodista
Lo Nuevo
comments powered by Disqus