La Policía Nacional aprehendió al alcalde electo de Pocrí por presunto peculado, tras una investigación relacionada con proyectos no ejecutados del Conades...
- 21/09/2020 00:00
Con cuidado: no todo es relajo
Algunos señalamientos de esta entrega los publiqué hace algunos años. Pensé que era necesario verlos nuevamente en el presente debate que yo subrayo como “la opinión versus la academia o el conocimiento científico”. Hay responsabilidades de parte y parte. Me he pasado todos estos años ofreciendo mi opinión desde este espacio, generalmente sobre temas que son de dominio público y con la honesta intención de educar o brindar otra perspectiva. Creo que las repercusiones de mis opiniones (si es que alguien me hace caso), no atentan contra dos cosas fundamentales: la esencia de la verdad (es decir, no manipulo la información con la intención de crear el caos o desacreditar a alguien) y, no atento contra la vida o la seguridad ciudadana.
Hace muchos años, en medio de la algarabía al final de un evento de trascendencias históricas, un colega se disponía a hacerle una entrevista a uno de los actores que habían hecho posible los resultados positivos que se celebraban en aquella ceremonia. Antes de rodar cámaras, el entrevistado se acercó a mi colega y le dijo al oído con mucho cuidado: “Dígame doctor”.
Cuando uno toma la decisión de usar un título profesional tiene derechos, pero también tiene ciertos deberes. Muchos solo se enfocan en los derechos, es decir, “dígame doctor” o, soy la “licenciada fulana”, porque me quemé las pestañas en la universidad por equis cantidad de años, y tengo derecho a que se me reconozca por mi título. Muchas veces esas exigencias se hacen independientemente de la calidad del producto a razón del ejercicio de su profesión. Las universidades ahora le entregan a la sociedad una gran cantidad de “profesionales” de diversas especialidades, con una preparación que deja mucho que pedir en comparación a otros centros de estudios en otras sociedades. Pero eso nos llevaría a discutir otro tema: la calidad de la educación.
Pero, en el campo de la medicina, por ejemplo, la sociedad suele rendirle muchas pleitesías y adulaciones a los que visten de bata blanca, sin indagar a fondo sobre su ejecutoria. En los casos que aplica: ¿cuántos muertos lleva?, ¿cuántas complicaciones de salud causó por un diagnóstico equivocado? Ingenieros: ¿cuántas obras diseñó o administró que al final resultaron un desastre, afectaron dramáticamente el ambiente, dificultaron o amenazaron la vida de la ciudadanía?
A un año de la muerte de Gabriel García Márquez, Leila Guerrero publicó en el diario español El País un especial titulado “El Periodismo como literatura”. Ella escribe que “Quizás uno de los mayores aportes de Gabriel García Márquez al oficio periodístico, más allá de los valores de su obra de no ficción, haya sido el de sostener, a lo largo de su vida, que él era, sobre todo, un periodista”. Cita a García Márquez señalando que: “Aprendí a escribir cuentos escribiendo crónicas y reportajes” o “El periodismo me ayudó a escribir”.
Hay un agrio debate sobre el tema del uso o no de ciertos medicamentos en el tratamiento de los infectados por el coronavirus. Yo no tengo conocimientos ni experiencia alguna para opinar en esa discusión, solo leo argumentos de parte y parte. Ojalá todos hiciéramos lo mismo. Creo que para la sociedad es importante escuchar con detenimiento a las personas que le han dedicado parte significativa de su carrera profesional al estudio sistemático de la aplicación de estos medicamentos, sus efectos y resultados, pero hasta allí. No creo que es responsable de mi parte meterme en un dime y diretes todos los días en temas de los cuales no sé absolutamente nada.
Igual está ocurriendo sobre el ejercicio del periodismo. Hay quienes quieren definirlo a su antojo y conveniencia. Darles seguimiento a personas y exponerlas en vivo a través de las redes sociales, no es periodismo. Las responsabilidades del oficio del periodismo tienen que ver con brindar información, a mi parecer alejado del espectáculo, para ilustra y educar debidamente al público. Si García Márquez es la medida del periodista por su propia elección, muy lejos de su nivel de excelencia están los que se atreven a usar el título a la ligera con el pretexto de desenmascarar a los corruptos.
En ambos temas que se discuten, médicos de Twitter o periodistas faranduleros, hay un peligro que puede poner en riesgo la seguridad colectiva y causar daños irreversibles a la vida, si no se obra con cuidado.