• 29/09/2013 02:00

¿Periodismo violento o cultura violenta?

H ace poco más de 20 años, nos contaba un director de un medio de prensa escrito muy conocido, que al llegar a desempeñar esta responsab...

H ace poco más de 20 años, nos contaba un director de un medio de prensa escrito muy conocido, que al llegar a desempeñar esta responsabilidad quiso reducir a su mínima expresión los contenidos noticiosos de carácter violento, lo que en efecto logró en sus primeras semanas al mando de ese medio. El resultado de su ensayo, empero, no fue otro que estar obligado a volver a lo que encontró: contenidos con alta dosis de violencia.

Aunque nuestro director en cuestión no lo dijera de esta manera, podemos identificar dos causas fundamentales en su dimensión sociocultural. Por un lado, se trata del carácter comercial del medio del que se hace referencia, es decir, operaba —lo cual sigue ocurriendo— bajo las reglas de una economía de mercado, en tanto que actúa siguiendo los estímulos de los consumidores con capacidad y disposición de comprar sus ejemplares; en este caso, sus consumidores le exigían dichos contenidos de violencia.

Por otro lado, lo que creo más entristeció a nuestro citado director, es que dicha conducta de sus lectores expresaba una actitud y valoración inclinada hacia tal violencia.

En efecto, tales contenidos se vuelven atractivos a los consumidores de los medios de comunicación, porque ya hay formada una situación psíquica, tal como la ansiedad, que es temporalmente reducida al estar expuestos a escenas violentas, ya sean escritas, verbales pero más aún, audiovisuales. En realidad, se observa aquí una especie de círculo vicioso, porque a la postre, no se elimina la ansiedad, generándose así una adicción, de acuerdo a los estudios realizados por Hopf y Weisse (1996).

Lo cierto es que la ansiedad no la causa el medio de prensa, aunque sin duda, comercialmente se aprovecha de esta. La ansiedad, como se sabe, está generada en las condiciones de vida a la que está sometida la población contemporánea. Eric Fromm hablaba más bien de que vivimos en una sociedad neurótica.

En nuestro país, tales estados de ánimo vienen fomentados por la violencia aparentemente incontenible que observamos en nuestros hogares, barrios y espacios de trabajo, estimulados, por las condiciones materiales de vida como el alto costo de vida, el estresamiento del nunca mejorado servicio de transporte metropolitano, la sistemática privatización de los recursos naturales y espacios públicos, etc., etc.

Por tanto, no por estar expuesto a contenidos violentos en los medios de comunicación, se aprende a ser violento, si y solo si estamos hablando de adultos. Esto opera distinto en poblaciones de niños y adolescentes, en virtud de que estos aprenden con base en la observación. Puede colegirse aquí, que los medios de prensa escritos acaso encuentren el consuelo de que sus contenidos violentos son menos influyentes generando actitudes violentas en estas poblaciones que en el caso de los medios audiovisuales y radiales.

No obstante, el conjunto de la industria de los medios de comunicación social, no está atrapado en los marcos culturales y de la economía de mercado, a tal punto que no le quepa aportar en la superación de la violencia convertida en conducta cotidiana.

En efecto, ella puede y debe actuar siguiendo ciertas reglas aún cuando exponga contenidos violentos, a saber: Reducir el tiempo y espacio de los mismos; mostrar siempre que el agresor nunca debe quedar sin castigo, lo que invitaría a un periodismo investigativo, pero también fiscalizador que siempre esté detrás de que esto se cumpla en los escenarios de la administración de justicia real y también, que siempre se muestren las consecuencias negativas a corto, mediano y largo plazo de las conductas violentas, tal como se recomendó en la 2a. Reunión internacional sobre Biología y Sociología de la violencia (1997).

SOCIÓLOGO Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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