• 29/09/2020 00:00

Curiosidades históricas

“A Illueca le correspondió no ceder ante la pretensión de Noriega de renovar la presencia en Panamá de la Escuela de las Américas, calificada por el presidente como “la base militar más grande de los Estados Unidos para desestabilizar América Latina”

El primer puente sobre el Canal de Panamá fue inaugurado el 12 de octubre de 1962. Como ello formaba parte de la Zona del Canal, sus autoridades lo bautizaron como puente Maurice Thatcher, en honor del antiguo gobernador de ese enclave colonial. Ese día irrumpió un grupo de jóvenes de la Democracia Cristiana (JDC) con gran tela que leía “Puente de las Américas”, quedando bautizado así. Fue la diputada Thelma King quien propusiera una ley para convalidar lo que habían hecho esos muchachos. Era el secretario general de la JDC, Enrique Thompson, luego arquitecto, en 1989 era el jefe de los temidos Batallones de la Dignidad.

El 26 de febrero de 1988 el general Noriega depuso a Eric Arturo Delvalle como presidente de la República. Delvalle, del Partido Republicano, había sido electo como primer vicepresidente de Nicolás Ardito Barletta, candidato del PRD, en las cuestionadas elecciones de 1984. En la noche antes del 26 de febrero de 1988, Delvalle había tenido la “osadía” de destituir a Noriega en video que se transmitió en un canal de televisión. El coronel Leónidas Macías, jefe de plaza del Cuartel Central, dijo: “El que se va es Delvalle”. La renuncia debía ser aceptada por la Asamblea. A los legisladores opositores no nos convocaron a la sesión, pero de toda forma nos hicimos presentes. Se dieron cuenta de que no tenían el quorum reglamentario y decidimos no ayudarlos a hacerlo. Le faltaban dos. Dos legisladores del Gobierno habían decidido no asistir: el hermano del presidente destituido, Raúl Delvalle, y el PRD Alfredo Oranges, vinculado con esa familia. ¿Qué hicieron?: habilitaron ilícitamente a los suplentes de ellos y así pudieron lograr el quorum. El secretario de la Asamblea en ese momento era Erasmo Pinilla, después magistrado del Tribunal Electoral y hoy asesor en la Presidencia de la República. Curiosamente, el coronel Macías, 18 días después, dirigió el alzamiento del 16 de marzo en contra de Noriega, en el que yo participé directamente. Macías y los rebeldes pasarían 20 meses detenidos, fuertemente torturados.

Luego de la renuncia forzada de Ricardo de la Espriella, en febrero de 1984, asumió la presidencia su vicepresidente Jorge Enrique Illueca Sibauste, llegado allí tras la también obligada dimisión de Aristides Royo, en julio de 1981. Como vicepresidente designaron a Carlos Ozores. A Illueca le correspondió no ceder ante la pretensión de Noriega de renovar la presencia en Panamá de la Escuela de las Américas, calificada por el presidente como “la base militar más grande de los Estados Unidos para desestabilizar América Latina”. Dicho centro de enseñanza militar fue concebido como lugar de entrenamiento de líderes militares como Pinochet, Montessinos, Galtieri, Viola, etc. Enseñaban técnicas de torturas, ejecuciones, secuestros y mecanismos de control social.

Noriega, por congraciarse con los gringos, desoyendo lo establecido en los Tratados de 1977, quería renovar su existencia en Panamá, luego del 31 de julio de 1984. El presidente Illueca se opuso. En este tira y jala, se escuchó más de una vez que a Illueca lo obligarían a renunciar y que Ozores sería el nuevo presidente. Gracias a Dios que Illueca se impuso, algo difícil de tragar para Noriega. Estados Unidos mudó dicho centro militar a Fuerte Benning en Georgia.

Según me contó el propio Noriega, fue en la Escuela de las Américas donde conoció a Pinochet. Esa relación le permitió pedir ayuda para los panameños que estaban en el Estadio Nacional de Chile acusados de subversivos, luego del golpe de Estado a Allende de 1973. Allí se encontraban varios, entre ellos el sacerdote Jorge Altafulla, lo cual lograron su liberación tras su gestión con el líder golpista. A monseñor Altafulla, lo asesinaron a cuchilladas en la Iglesia de Guadalupe en 2002. Era párroco allí.

En 1984, al día después de conocerse el fraude electoral que impuso a Nicolás Ardito Barletta como presidente (hecho por él siempre negado), a nombre de Arnulfo Arias y de Ricardo Arias Calderón, visité al embajador de Estados Unidos en Panamá, Everett “Ted” Briggs. El objetivo era saber lo que ellos conocían del fraude, ya que tuvieron personal diplomático apostado en cada sede electoral. Lo sabían. Briggs me pidió que transmitiera el deseo de su Gobierno de que la oposición no llevara a cabo una marcha de protesta en esos días, por temor a que la misma resultará en una matanza de inocentes. Todo quedó allí y Ardito Barletta asumió la Presidencia.

Estando en Washington en una recepción que ofrecía el BID, me topé, luego de casi 30 años de no verlo, con el amigo Briggs. Me dio a conocer un incidente que yo desconocía. Cuando le pidieron que redactara el mensaje de felicitación de su Gobierno al “triunfo” del candidato militar, él envió el siguiente mensaje a Ardito: “Lo felicito por su escogencia como presidente”. Evitó referirse a su triunfo electoral.

Estas curiosidades, como muchas otras que viví, se encuentran en mi libro “Luchar sin Permiso”, presentado en la Feria Internacional del Libro de agosto y que puede ser adquirido en Amazon. Posteriormente estará a la venta en las librerías locales.

Autor de “Luchar sin Permiso”.
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