• 25/08/2010 02:00

Árboles en Darién

Un grupo conformado por varios cientos de pobladores rurales, campesinos y colonos discutió sobre el estado de la tenencia en comunidade...

Un grupo conformado por varios cientos de pobladores rurales, campesinos y colonos discutió sobre el estado de la tenencia en comunidades en Darién, específicamente en zonas colindantes con áreas protegidas en una reunión con un equipo de funcionarios de la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM), la Dirección de Catastro y el Programa Nacional de Administración de Tierras, entre otras instituciones.

En el diálogo con los representantes gubernamentales, la mayoría de los finqueros, expresó su interés —en términos de exigencia, dijeron varios— de obtener el título de las tierras donde han trabajado —algunos por décadas— para dejar ‘algo’ a sus hijos o sucesores.

En ciertos casos, se escuchó entre estos interlocutores, quejas por no poder ‘tocar’ las tierras dentro de la demarcación de sitios como Canglón, la laguna Matusagaratí, la Serranía Filo del Tallo y hasta el propio Parque Nacional Darién. Algunas familias dijeron que se establecieron allí antes de decretarse la condición de áreas protegidas.

El grupo de quienes coincidieron en la cita con las autoridades fue bastante representativo, por cuanto que los asistentes provenían de comunidades como Aruza, Río Congo, Arimae, Pijibazal, Río Iglesias, Nicanor, Camogantí, Mogue, Santa Fe, El Naranjal, Arretí, Boca de Cupe, entre otras. Es complejo el asunto, sobre todo por la coincidencia de población de diferentes orígenes culturales.

En los planteamientos surgieron tres temas básicos: Los títulos de propiedad de la tierra; la situación de esos títulos con relación a las áreas protegidas y el régimen de tierras colectivas en los sectores indígenas.

En casi su totalidad, ellos se refirieron en términos muy personales a la concesión de títulos de propiedad, al derecho de tener una tierra donde establecer actividades productivas a escala familiar. Se habló también de un rechazo a proyectos de reforestación con especies como la teca (Tectona grandis), porque —de acuerdo a los quejosos— es extraña a sus costumbres y no es nativa de la región.

Darién ha sido el escenario de una migración creciente en los últimos cuarenta años, que ha trastornado las relaciones entre los subsistemas de recursos naturales y los humanos. La exuberancia forestal, característica de esta provincia, se ha menguado por diversas actividades, que han disminuido la cobertura boscosa, como establecen informes comparativos realizados a comienzos de este siglo por la ANAM.

En casi una década, la extensión de la masa arbórea pasó en 1992 de 9907.37 kilómetros cuadrados a 8531.25 en el año 2000; es decir, hubo una diferencia de 1376.12 kilómetros con una tasa de disminución de 1.74% con relación al total. Los informes extraoficiales exponen que en los últimos años la tasa ha disminuido en velocidad, pero el índice de deforestación se ha mantenido en aumento.

La extracción vinculada a prácticas culturales de los poblados no es tan significativa en relación a datos estadísticos sobre los totales de la disminución de la masa forestal total, que sí es impactada sensiblemente por la ampliación de la frontera agrícola y la mala planificación de proyectos como la construcción de caminos, hidroeléctricas o proyectos mineros, como opinan los especialistas.

Una de las actividades que sí influyen en este fenómeno son los permisos de aprovechamiento forestal. Tan solo en el 2008, se expidieron 526 y en el 2009, 543, entre domésticos y de subsistencia. En el último de estos años, la masa talada corresponde a 14813.03 metros cúbicos, casi la mitad de lo que se aprovechó en el año anterior.

¿Qué relación existe entre las demandas de titulación dentro del bosque darienita y la diversidad biológica de la provincia? Si bien en términos estadísticos, los permisos de aprovechamiento forestal, son un factor menor, la creciente demanda de tierras asociada con el cambio del uso de la tierra en forma masiva y la ampliación de la frontera agrícola, tienen un peso importante.

Por ejemplo, especies como el águila harpía disminuyen su hábitat en la población de árboles de cuipo (Cavanillesia platanifolia), o aumenta el peligro de extinción del jaguar y otros felinos.

Habría que modificar el régimen de concesión de títulos en la tierra para alcanzar el compromiso de quienes desarrollan actividades productivas, que aseguren un programa de reforestación obligatoria, así como cursos y talleres, para un cambio de cultura hacia la tierra a través de modelos de trabajo dentro del esquema del desarrollo sostenible.

Los programas y proyectos, tanto oficiales como privados en esta provincia limítrofe, deben consolidar un conjunto planificado donde desarrollo y preservación de los recursos naturales se concilien en esta zona estratégica, que constituye una reserva de importancia planetaria.

*PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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