• 21/09/2009 02:00

¿Revolución desde la derecha?

Desde el momento cuando se anunció el triunfo presidencial de Ricardo Martinelli, y antes de que asumiera el cargo, surgieron voces de a...

Desde el momento cuando se anunció el triunfo presidencial de Ricardo Martinelli, y antes de que asumiera el cargo, surgieron voces de alarma, salidas de las “izquierdas”, desilusionadas, quizá, por la escandalosa e inaceptable realidad de una derrota electoral y, lo que es peor, el triunfo arrollador de un exitoso y apolítico líder empresarial salido del odiado sector del capitalismo. Había triunfado la derecha y eso es considerado “malísimo” para los pueblos, sobre todo ante las perspectivas prometedoras del socialismo del siglo XXI, promovido con mucha demagogia en nuestros pueblos decepcionados, con razón, de los políticos y partidos de “la derecha”. Aunque tampoco las propuestas PRD se consideraban de “izquierda. Posiblemente, si el pueblo las hubiese considerado como “izquierda”, le habría dado menos votos. No es una opción en la que el pueblo cree, a pesar de la probidad de algunos dirigentes.

Parece que al presidente Martinelli no le preocupa lo de “ izquierdas ” o “ derechas ”, sino solo las soluciones reales y prácticas, como las sugeridas por el sentido común. En la lucha contra de la delincuencia, sin enredarse en consideraciones ideológicas sobre “ fuerzas policiales represivas ” contra “ sectores populares ” (¿las pandillas son de sectores populares?), se prometen mejores salarios a los policías, más unidades, leyes más justas y su aplicación, sin temores, sin diferencias de clases, sean del pueblo o de saco y corbata los transgresores.

En el problema del transporte público, por ejemplo, uno de los más emblemáticos que el gobierno promete resolver en beneficio del pueblo, la “ izquierda ” es el lado en donde se sienta el chofer, y la “ derecha ” es donde se halla la puerta por donde entran los pasajeros.

Con sus históricos fracasos, los partidos tradicionales han alimentado las esperanzas de la izquierda para presentar la necesidad de soluciones definitivas desde “ gobiernos revolucionarios ”; esto es, gobiernos que, fieles al nombre, consideran la destrucción de todo lo establecido para construir una nueva realidad, ideal y soñada, que no han logrado en ninguna parte.

En una improvisada locución pública, el presidente expresó, en solo una frase, toda su política socioeconómica, cuando se refirió al “ capitalismo salvaje ” como el camino equivocado para atender los problemas de la sociedad panameña. Con esa sola sentencia, el presidente parece conocer de qué habla y hacia dónde va. El único camino que le queda al mundo, tras los fracasos del socialismo radical y del capitalismo “ salvaje ”, es el rescate de los valores éticos y morales y su inserción en la economía y en toda la vida social y política; valores tradicionales y de sentido común; valores que tuvieron alguna vigencia en la concepción de una “ economía social de mercado ”, víctima ésta, también, de la creciente paganización de la sociedad; aspectos a los que se refiere, entre otros de importancia y actualidad, la Encíclica social de Benedicto XVI, Caritas in Veritate.

Para alcanzar los objetivos anunciados, deben darse voluntad política y honestidad. El presidente y su equipo parecen contar con esas cualidades. De este modo, es posible que nuestro país pueda dar al mundo el ejemplo de una revolución sin violentos “ cambios de estructuras ”, o sea, una “ revolución ” desde la derecha, que se enmarca en una política de “ opción preferencial por los pobres ”, que solo se puede lograr con la vigencia de una cultura política en donde prevalezcan los valores éticos y morales tradicionales, erradicados de la sociedad moderna por el materialismo y el laicismo, nutrientes del capitalismo salvaje, y del socialismo revolucionario; ambos nocivos, por destruir la justicia social, el primero, y por destruir la libertad, el segundo, y por despreciar la dignidad de la persona humana, ambos.

*Comunicador social.miguelespinop@hotmail.com

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