• 13/05/2021 00:00

El valor de la disciplina hoy

“En manos de cada uno está la solución para lograr, con mayor rapidez, los objetivos como sociedad”

De seguro, hemos escuchado en varias ocasiones la frase: “La disciplina, tarde o temprano, vencerá a la inteligencia”, mencionada por el conferencista colombiano-japonés, Yokoi Kenji. Pues, hoy, más que nunca, debemos hacer de la disciplina parte de nuestro diario estilo de vida.

Con los cambios inesperados que se han dado a nivel mundial, se ha comprobado que las personas y países disciplinados en asuntos tan sencillos como mantener el distanciamiento, utilizar mascarilla, lavarse las manos con frecuencia y el buen comportamiento; se liberaron más rápido de las innumerables dificultades que ha ocasionado la COVID-19.

El valor de la disciplina, hoy, nos exige crear nuevos hábitos, actuar en forma ordenada y perseverante para conseguir un bien; en este sentido, “preservar la salud”, que es lo más importante para cada ser humano. Más allá de las medidas de bioseguridad gubernamentales y del Ministerio de Salud, cada individuo es socialmente responsable de actuar no solo en beneficio propio, sino en provecho de los demás. ¡El virus no se ha ido, aún está aquí!

Este valor es fundamental y básico para desarrollar muchas otras virtudes. Sin la disciplina, es prácticamente imposible adquirir fortaleza y templanza ante las adversidades que se presentan día a día. Además, carecer de este valor, le hará perder, en algún momento, las mejores oportunidades de su vida.

Para el sociólogo panameño Danilo Toro, la disciplina “es una herramienta humana que contribuye a crear valor. Es lo que nos prepara para alcanzar algo, y nos permite sistematizar procesos para encontrar objetivos de manera eficaz”.

Si bien es cierto, en poco más de un año, hemos aprendido diversos hábitos, como entrar y salir ordenadamente de algún lugar, todavía quedan otros escenarios por mejorar, tales como: arrojar la basura en el lugar indicado, ser puntuales y ser más organizados.

Actualmente, Panamá se encuentra en una nueva etapa donde gran cantidad de personas han sido vacunadas de manera organizada. No obstante, es fundamental mantener la disciplina para adaptarnos más rápido a todos los cambios que se avecinan. En ese marco, debemos encarar los obstáculos y problemas, a fin de lograr nuestros objetivos a nivel individual y social.

En otro orden de cosas, con la apertura de varios colegios en Panamá, es imprescindible que, todos los días, los padres conversen seriamente con sus hijos sobre la situación actual y, les expongan claramente las consecuencias de quebrantar la disciplina y las medidas sanitarias, para prevenir un rebrote y salvaguardar la vida. Este proceso sencillo, los animará a comportarse adecuadamente.

Quienes han adquirido el hábito de la disciplina en el hogar, pueden integrarse cómodamente a diferentes entornos, pues, entienden que esto forma parte importante de la sociedad, e igualmente, pueden adaptarse con facilidad a los nuevos sistemas y normas.

Un ejemplo de disciplina impresionante lo demostró Helen Keller (1866-1936, estadounidense), una mujer, que, a pesar de ser sordociega, fue escritora, oradora y activista social. Su incapacidad para comunicarse fue traumática, pero esto no le impidió alcanzar sus metas. Con el apoyo de su profesora, Anne Sullivan, aprendió a usar el sistema “braille”. Perseveró, hasta lograr escribir palabras y usar la voz para comunicarse. Logró ser admitida en Radcliffe College, la universidad asociada a Harvard y allí, se graduó con honores. Ya egresada, Helen siguió dedicándose a ayudar a otras personas ciegas y sordas para que tuvieran una vida feliz. Viajó por el mundo para defender la paz y alentar a la humanidad. Su vida ha sido objeto de variadas representaciones artísticas, en cine, teatro y televisión.

Como menciona en uno de sus ensayos el Dr. Daisaku Ikeda, filósofo, escritor y presidente de la Soka Gakkai Internacional: “El mundo de hoy necesita una educación orientada a desarrollar la capacidad de crear valor, sostenida por una esperanza incondicional y por la disposición a aprender de la sabiduría colectiva de la humanidad. El crecimiento interior de los maestros contribuye a la felicidad de los estudiantes y al avance educativo y social. Por ende, proteger la educación, es proteger la civilización; y, a la vez, transformar la educación sirve para reformar la sociedad. Sin duda alguna, el florecimiento de la educación humanística es un barómetro de las civilizaciones”.

En realidad, la disciplina, no es un valor difícil de adquirir, es cuestión de comprometernos con nosotros mismos, mantener el entusiasmo, de modo que esto nos impulse a seguir adelante, sin importar si el panorama actual es o no el más alentador. En manos de cada uno está la solución para lograr, con mayor rapidez, los objetivos como sociedad.

Periodista, Soka Gakkai Internacional de Panamá.
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