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- 03/08/2018 02:01
El dominio marítimo panameño
Se está hablando en los últimos días sobre el dominio marítimo panameño con un conocimiento limitado de la materia. Hay que decirlo llanamente: en este asunto Panamá no ha perdido absolutamente nada y, al contrario, ha ganado en las últimas décadas a causa fundamentalmente de la existencia de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar que entró en vigencia el 16 de noviembre de 1994, cuando fue depositado el 60° documento de su ratificación. Panamá la ratificó el 1 de julio de 1996.
Dicho tratado internacional, firmado por 167 Estados de la comunidad internacional, tiene una legitimidad incontestable, a pesar de que Estados Unidos, Israel, Perú, Turquía, Venezuela, Siria y Eritrea, que tienen litoral, todavía no lo hayan hecho. ¡Todos los demás Estados con litoral lo han realizado incluyendo, naturalmente, a Panamá!
Dicha convención, producto de la III Conferencia de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar que se llevó a cabo entre 1973 y 1982, crea las figuras principales del dominio marítimo y pone orden, al fin, al uso de los espacios oceánicos en los que predominaban las grandes potencias con recursos para hacerlo. Establece las necesarias entidades de derecho con reglas para el uso pacífico y conservación de los espacios marinos: mar territorial, zona contigua, zona económica exclusiva, plataforma continental, estrechos para la navegación internacional, estados archipelágicos, el alta mar y sus fondos marinos y el derecho de acceso y uso de los océanos por parte de los Estados sin litoral. Esos conceptos fueron discutidos y aprobados, en su mayoría, en las extensas sesiones de Caracas realizadas en 1973.
Inspirados en dichos conceptos, Panamá negoció con Colombia sus fronteras marítimas en 1976 que aparecen en el Tratado sobre Delimitación de Áreas Marinas y Submarinas y Asuntos Conexos, firmado el 20 de noviembre por los cancilleres Aquilino Boyd de la Guardia e Indalecio Liévano Aguirre. Como geógrafo y diplomático enfrascado en ese momento en las negociaciones de los Tratados Torrijos-Carter, tuve el privilegio de negociar dicha delimitación con el apoyo, en los asuntos legales, de los doctores Carlos Alfredo López Guevara y Narciso Garay Preciado, distinguidos juristas panameños. También, con la colaboración del Instituto Geográfico Nacional Tommy Guardia y de la Escuela de Geografía de la Universidad de Panamá.
Panamá logró, en dicha negociación, el reconocimiento del golfo de Panamá como bahía histórica —tal como la definió antes Ángel Rubio—, sometida al régimen de aguas interiores, asunto que le otorgó plena legitimidad internacional al ser reconocida por el vecino Costa Rica, al firmar sus cancilleres, el 2 de febrero de 1980, el Tratado sobre delimitación de áreas marinas y de cooperación marítima.
Ese hecho es esencial, porque aleja, ciento sesenta y cinco kilómetros aguas afuera, la línea de base desde la cual se cuenta el mar territorial de doce millas náuticas al que continúa la zona contigua de otras doce millas náuticas antes de la zona económica exclusiva de doscientas millas náuticas. Además, aplicando el principio de la equidistancia en la delimitación, Panamá logró, en virtud de difícil negociación, la mitad suplementaria de dominio marítimo para su zona económica exclusiva en el Pacífico, que normalmente hubiera correspondido a Colombia por su posesión de la isla Malpelo.
En el Caribe se aplicó estrictamente el principio de la equidistancia y así aparece en el mapa que se refiere a la costa continental colombiana como a la de las islas de San Andrés y Providencia y sus cayos del sur, espacios emersos sobre los cuales Colombia ejerce plena soberanía. El trazado del sector oeste, siguiendo los paralelos y meridianos, se logró para facilitar la localización geográfica de las áreas, mediante un ejercicio de compensación. Desde entonces se produjo el fallo de la Corte de La Haya de 2012 sobre el litigio entre Colombia y Nicaragua relativo a su dominio marítimo en el Caribe. Personalmente no creo que haya conflicto con Nicaragua, puesto que su dominio marítimo está más allá del costarricense con el que colindamos. Ojalá las autoridades nicaragüenses lo reconozcan así formalmente.
Gracias a la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y a los tratados de fronteras marítimas celebrados con Colombia y Costa Rica, Panamá cuenta con un dominio marítimo más de tres veces superior al de su espacio geográfico continental e insular, con un pleno reconocimiento de la comunidad internacional.
GEÓGRAFO, HISTORIADOR Y DIPLOMÁTICO.