• 09/08/2010 02:00

Don Justo Arosemena

Por encontrarnos hoy ante el natalicio del más insigne jurisconsulto que ha dado nuestra patria, Dr. Justo Arosemena, padre de la Abogac...

Por encontrarnos hoy ante el natalicio del más insigne jurisconsulto que ha dado nuestra patria, Dr. Justo Arosemena, padre de la Abogacía en Panamá, debemos externar un caluroso saludo a todos los abogados de la República por la importante labor que desarrollan en la construcción de una sociedad más justa, digna y con deseos de superación hacia la excelencia.

Hablar del Dr. Justo Arosemena nos tomaría muchas páginas de este diario, pero es indispensable, en esta fecha tan memorable, preguntarnos si los postulados inculcados por el don Justo a través de una vida honorable y digna, sobre lo que se espera del abogado en el ejercicio de su profesión, se están cumpliendo a cabalidad hoy por hoy en Panamá. Sinteticemos los grandes atributos de este insigne prohombre de la siguiente mantera:

Patriota nacionalista de manera exacerbada, estudioso de una profundidad, agudeza y avance para su tiempo incomparable. No en vano fueron las ciencias filosóficas y el Derecho Constitucional sus más grandes pasiones y no en vano se le conoce como el ‘Padre del constitucionalismo panameño’.

La cualidad más grande de este excelso hijo de la patria y abogado, según nuestro modesto punto de vista, fue la probidad, moralidad y dignidad, puesto que su vida fue y continúa siendo un manual a seguir en cuanto a la rectitud ciudadana y la eficacia pública.

Esto se prueba sin mayores esfuerzos cuando el presidente Rafael Núñez de Colombia le invita a que asuma la presidencia de Colombia y don Justo le responde así: ‘Agradezco profundamente la inmerecida deferencia, pero tengo un nombre que perder y principios que respetar y no acepto que se me nombre presidente de Colombia’.

Si contrastamos estos grandes atributos con el ejercicio de la abogacía en Panamá, hoy vemos que hay que una distorsión clara y evidente, de alguna forma, con el devenir del modernismo, lo que ha dado como consecuencia, lastimosamente, que el abogado se haya convertido en un instrumento de eficacia material judicial.

El abogado se ha apartado, en la búsqueda de esa perfección material, de la verdadera esencia y de los valores primarios y elementales que deben prevalecer al ejercer esta sagrada profesión, porque es inaceptable que el dinero, la fama, tener lujosos carros hayan hecho olvidar la dignidad, la moralidad, la honradez, el pundonor y el celo de entregar alma, vida y corazón cuando se acepta un poder y se decide emprender una causa jurídica, en nombre y representación de aquel que no conoce de la alquimia jurídica.

Por esto es impostergable que las universidades de Panamá, que hay muchas, revisen sus planes de estudio y hagan énfasis en enseñar lo que es realmente prioritario: La ética, la moralidad, la honradez, el respeto, puesto que de qué valdría ser un abogado brillante, inteligente o carismático, si por dentro se encuentra hueco como un árbol contaminado por la polilla o el comején.

Finalmente, es necesario que los estudiosos del derecho y abogados revisemos la conferencia dictada por el Dr. Carlos Bolívar Pedreschi, en la Semana Conmemorativa de Justo Arosemena, organizada por la Procuraduría General de la Nación el 7 de Agosto de 1996, pues es de gran enseñanza y fue la inspiradora para estas breves líneas.

En esta ponencia el Dr. Pedreschi, con la brillantez y maestría que lo caracterizan, desglosa la personalidad externa e interna del Dr. Arosemena y logra plasmar en toda su magnitud lo que se necesita para ser un abogado probo.

Reiteramos nuestras felicitaciones a todos los amantes del Derecho, la justicia y la dignidad del hombre, exhortándolos a que sigamos nuestro camino hacia la excelencia, que tanto se necesita en nuestros tiempos.

*ABOGADO.

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