En medio de la tensión social provocada por la entrada en vigor de la Ley No. 462, los gremios magisteriales sostuvieron este viernes 13 de junio un primer...
- 27/03/2010 01:00
Doña María Mirones de Alberola y sus 100 años
Doña María Mirones de Alberola (mi abuela) acaba de cumplir cien años, nació un 23 de febrero de 1910, aún conserva una memoria fenomenal, muy poco lee a pesar de que unos años atrás esa era su pasión, hasta hace poco tejía todo tipo de pañuelos, estolas, chales y otras piezas. Desde muy joven se dedicó a la modistería, oficio que aprendió con su familia y le sirvió para ayudar a educar a sus ocho hijos, que han llegado a ser maestros de grado, doctores y otras disciplinas del saber. Tiene más de 12 nietos y bisnietos. Sus hijos, nietos y biznietos agradecen todo el esfuerzo que hicieron nuestros abuelos para lograr el objetivo trazado: brindar una buena educación a cada uno de ellos para que sirvan a la patria como buenos profesionales.
Doña María Mirones de Alberola, quien conjuntamente con su esposo, José Del Carmen Alberola (Q.E.P.D.), pudo levantar ocho hijos que son reconocidos profesionales, a pesar de las grandes dificultades económicas de esa época. Ambos abuelos fueron educados en sus respectivos hogares con amor y respeto profundo a Dios, religión que continuaron profesando. Checame (mi abuelo), como cariñosamente le decían los parroquianos, fue carpintero, emparchador y remodelador (en el arte de la madera), además de peluquero. Trabajó por mucho tiempo en Ponuga en la finca de los Hermanos Carrizo. Mi abuelo dejó este mundo terrenal hace 26 años. (28 de septiembre de 1984).
Ahora, no todo ha sido color de rosas, sobre todo en los primeros años de la vida republicana, cuando solo existía un pozo artesiano para los moradores, ubicado frente a la Posada; cuando no existían calles asfaltadas, la luz funcionaba de tres a once de la noche, etcétera.
Me cuenta mi abuela (Mamía) que, en la década de 1960, ocurrió un fenómeno natural en Ocú, este fue la caída de granizo el 25 de abril a inicios del invierno.
Toda la familia y vecindad quedó atónita al observar este hecho que jamás en la historia se ha repetido y en aquella ocasión fue causa de pánico entre los residentes, pues era la primera vez que se observaba algo tan insólito.
En su juventud, mi abuela (Mamía, como cariñosamente le hemos dicho) cosechó muy buenas amistades al igual que en la actualidad. Una visita a su hogar era un acontecimiento. La persona no se podía ir sin que se le brindara un café o un refresco natural. Su residencia fue testigo de muchos matrimonios campesinos, así como lo celebra hoy día el Festival del Manito, Allí, mis tías le daban los últimos retoques a la novia.
En la escuela primaria, mi abuela siempre ocupó los primeros puestos de honor, lo que le valió para ejercer el magisterio por poco tiempo, porque, al igual que en la actualidad, en aquella época, si no se estaba con el partido político de turno, la persona era objeto de despido, y eso le ocurrió a ella.
No obstante, su docencia la demostró y la aplicó con todos sus hijos, nietos y biznietos. Son muchas las anécdotas, las historias vividas, los páramos que, también pasaron mis tías, cuando ejercieron el magisterio en las montañas ocueñas. Sin embargo, no quiero abusar de la generosidad, amigo lector. Solamente, deseo a Dios, que mi querida abuela siga cumpliendo muchos años más, con orgullo manifiesto de que soy un átomo más que conforma ese núcleo de la familia Carrasquilla Alberola originaria de Ocú.
*Docente y periodista.ocarras20@hotmail.com