• 27/09/2015 02:00

Dos coclesanos ilustres

No se trata, pues, de falsos iconos, producto de la imaginación política, que la luz de la verdad hace palidecer tarde o temprano

Ahora que ya son parte de nuestra Historia Patria, permítaseme una reflexión respetuosa sobre esos dos entrañables amigos mayores, Rubén Darío (Chinchorro) Carles y Alberto (Betito) Quirós Guardia, ambos distinguidos y selectos profesores universitarios. Y ambos de la cuna de los hermanos Méndez Pereira.

Puedo afirmar, sin reservas mentales, que con ambos desarrollé una larga y sincera amistad. Con el primero, Carles, desde cuando fue mi profesor de Economía en la Facultad de Derecho; y con el segundo, Quirós, mientras compartimos puntos de vista críticos sobre el Gobierno militar, lo que nos llevaría a engrosar las filas del exilio.

Todavía recuerdo cuando el profesor Carles nos sometió a un primer examen, supuestamente sobre el muy conocido libro de Paul A. Samuelson (Premio Nobel) que utilizábamos como texto en el curso de Economía. Por cierto que Samuelson llegó después a ser uno de los principales asesores de los presidentes Kennedy y Johnson. A él tuve también la oportunidad de escucharlo, personalmente después, en dos ocasiones, al disertar sobre sus relevantes teorías económicas.

Con motivo de aquel primer examen, Chinchorro quiso darnos una lección de civismo realmente inolvidable, pues no hizo ninguna pregunta sobre Samuelson, y sí todas sobre noticias nacionales tomadas de la prensa reciente. No es necesario agregar que el resultado fue catastrófico para muchos compañeros de curso, quienes no leían frecuentemente la prensa nacional.

Tanto Carles como Quirós provenían de padres ejemplares. El primero, fue ministro de Educación y autor de libros didácticos que aún se utilizan en la escuela primaria. El segundo, hijo de uno de esos luchadores patrióticos y auténticos de toda una vida, en favor de la soberanía nacional. Se trata, precisamente, de alguien dispuesto a arriesgar su vida contra los embates de la caballería de la Policía Nacional, en las calles y plazas de la Ciudad de Panamá. ¿O es que lo hemos olvidado?

No se trata, pues, de falsos iconos, producto de la imaginación política, que la luz de la verdad hace palidecer tarde o temprano.

Lo que no podemos parafrasear, quienes hemos experimentado el exilio, son las palabras de fray Luis De León, cuando aludía a ‘la vida retirada' y descansada de quienes huyen del mundanal ruido y escogen ‘la senda por la que han ido los pocos sabios que en el mundo han sido'.

En cambio, recordamos hoy aquellas palabras de Lincoln cuando dijo: ‘Qué mal parecen dispuestas las cosas en este mundo. Si no tenemos amigos, no tenemos placer, y si los tenemos, estamos seguros de que los perderemos y sentiremos el doble dolor de su partida'. En el presente y de cara al futuro, sus vidas nos quedan como eco vivo de ilustre estirpe coclesana, que debe mantener plena vigencia en el presente y el porvenir del país.

*AUTOR DEL LIBRO RECIENTE LA DEMOCRACIA HISTÓRICA Y AMÉRICA LATINA.

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