• 29/01/2017 01:03

Cirugías riesgosas e innecesarias

Este es el último invento en la búsqueda desesperada de nuevas formas para detener la creciente ola de obesidad y diabetes tipo 2 

La Agencia de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) aprobó a finales del año pasado un nuevo procedimiento para perder peso en el cual un tubo delgado, implantado en el estómago, expulsa la comida del cuerpo antes que todas las calorías pueden ser absorbidas.

Este es el último invento en la búsqueda desesperada de nuevas formas para detener la creciente ola de obesidad y diabetes tipo 2. En Panamá, aproximadamente un tercio de los adultos son obesos, dos tercios tienen sobrepeso, más de 400 mil personas tienen diabetes y otras 500 mil tienen una condición llamada prediabetes. Y ninguna de las soluciones propuestas hasta ahora ha detenido esta epidemia.

Recientemente, más de 20 sociedades médicas y asociaciones científicas internacionales, como la Asociación Americana de la Diabetes (AAD), han denominado a la cirugía bariátrica como una opción estándar para el tratamiento de la diabetes. El procedimiento implica el grapado, la unión o la eliminación de una parte del estómago para ayudar a la gente a perder peso. Su precio oscila entre los $10 mil a $25 mil, y ninguna póliza de seguros lo cubre, como tampoco los costos de visitas al consultorio para el mantenimiento o complicaciones postoperatorias que, según cifras oficiales, un 20 % de los pacientes termina con deficiencias nutricionales, infecciones y obstrucciones intestinales.

No tiene sentido que estas cirugías innecesarias, costosas y riesgosas se hayan convertido en pautas médicas, en vez de escoger dietas bajas en carbohidratos. Existen infinidades de estudios independientes y ensayos clínicos en miles y miles de pacientes que demuestran que una dieta baja en carbohidratos es efectiva para bajar de peso. Cuando una persona tiene diabetes no produce suficiente insulina para procesar la glucosa en la sangre y para bajar los niveles de glucosa necesita aumentar la insulina, ya sea tomando un medicamento que aumenta su propia producción endógena o mediante la inyección de insulina directamente.

Sin embargo, hay otra manera más eficaz de bajar los niveles de glucosa: ¡comer menos azúcar! La glucosa es el producto de la descomposición de los carbohidratos que se encuentran principalmente en el trigo, arroz, maíz, papas, frutas y azúcares. La restricción de estos alimentos mantiene bajo los niveles de glucosa en la sangre, y su sustitución con proteínas y grasas saludables permite perder peso sin pasar hambre y sin aumentar calorías.

Es cierto que la diabetes es una enfermedad incurable con consecuencias graves como insuficiencia renal, amputaciones, ceguera, ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares. Sin embargo, la literatura médica usualmente omite que las dietas baja en carbohidratos son eficaces para tratar la enfermedad. Cientos de estudios han encontrado que pacientes obesos con diabetes tipo 2 mejoraron en un 75 % su nivel de glucosa después de comer bajo en carbohidratos. Igualmente, cientos de miles de pacientes han dejado de tomar medicamentos para la diabetes después de solo unos pocos meses de consumir dietas bajas en carbohidratos.

De hecho, una dieta baja en carbohidratos fue el tratamiento estándar para la diabetes al inicio del siglo 20. Cuando en 1922 se introdujo la insulina farmacéutica, el protocolo médico permitía a los pacientes consumir cantidades moderadas de carbohidratos en la dieta. Sin embargo, a finales de 1970, varias organizaciones, entre ellas el Departamento de Agricultura y la AAD, comenzaron a recomendar dietas altas de carbohidratos y dietas bajas en grasas, de acuerdo con la entonces creciente preocupación (ahora refutada) de que las grasas aumentaban las enfermedades coronarias. Esta recomendación continúa para los diabéticos, a pesar de las pruebas de que una dieta baja en carbohidratos es más eficaz que una baja en grasa para reducir tanto el azúcar en la sangre como los factores de riesgo cardiovasculares.

En la convención anual de la AAD, en Nueva Orleans en agosto pasado, no se hizo una sola referencia a comer bajo en carbohidratos entre las cientos de conferencias que realzaron el evento. Pero sí hubo bastante de presentaciones sobre medicamentos caros para controlar el azúcar en la sangre, liposucciones para problemas de obesidad y drogas experimentales para padecimientos del hígado, así como nuevos procedimientos médicos, entre ellos el sistema de drenaje estomacal y otros que implican un reordenamiento del tracto digestivo.

Es hora de darle a los diabéticos más que inyecciones de insulina y procedimientos quirúrgicos riesgosos. Para enfrentar la diabetes y ahorrar una gran cantidad de sufrimiento, así como miles de millones de dólares en costos anuales relacionados con su tratamiento, los médicos debieran usar el sentido común y tratar de no hacer daño innecesario y aconsejar a sus pacientes una dieta baja en carbohidratos.

*EMPRESARIO, CONSULTOR EN NUTRICIÓN Y ASESOR EN SALUD PÚBLICA.

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