• 09/11/2015 01:01

Dos temas: nacionalidad e integridad

No me parece para nada positivo la insistente campaña en contra de los inmigrantes.

No me parece para nada positivo la insistente campaña en contra de los inmigrantes. Esto ocurre ante todo en las redes sociales y la constancia de mensajes tan definidos va creando un entorno negativo, que puede contribuir a una explosión social que no sabemos cómo terminaría. ¿En defensa de qué? ¿A favor de qué o de quién? Todos somos descendientes de emigrantes y en lo particular, los míos, sufrieron acosos y vivieron los temores del rechazo y la xenofobia durante gran parte del siglo XX.

¿Qué, cuál es nuestra verdadera nacionalidad? El que ha vivido en Panamá, andado por sus calles, ido a sus colegios, probado la comida, oído y bailado nuestra música, dudaría dos veces en hacer esa pregunta. Somos claramente un país multicultural, sin una nacionalidad definida. Vestidos de pollera o de congos; escoltados por el dragón chino y con el aroma de incienso hindú. Lo que nos toca hacer es luchar juntos contra las desigualdades, contra la discriminación racial y social. Con este nuevo auge de inmigración que experimentamos, no olvidemos que históricamente, esa ha sido nuestra naturaleza: ruta obligada de tránsito. Aprendamos de las experiencias anteriores y seamos abierto a lo mejor de las culturas inmigrantes, sus mejores contribuciones culturales y sociales que, seguramente, nos presentan con la mejor disposición y afán de integración y participación.

Si queremos ser competitivos ante las supuestas amenazas de los inmigrantes, la educación es lo fundamental. Si el recurso humano que necesita el país descansa en las capacidades técnicas de las generaciones actuales y de las que están en formación, la responsabilidad es de nuestras autoridades. Y la parte humanística no deja de ser de suma importancia. Los valores cívicos y de educación social comienzan en el seno familiar: si muestras odio, los tuyos odiaran. Pero un buen sistema educativo debe contrarrestar eso y ampliar positivamente la visión del individuo para su ejecutoria profesional y particularmente para el servicio público.

Si miramos a los miles de muchachos desfilar, engalanados con sus uniformes y toda la energía que imponen en lucirse para estas fechas, miremos más allá: de entre esos muchachos saldrán los líderes que han de guiarnos hacia mejores derroteros como nación. Eso es lo que esperamos. Pero las dudas de que tengan la preparación para asumir esos retos, es innegable.

Pero los diversos reajustes en los planes educativos en los últimos años, han dejado a un lado asignaturas esenciales para el desarrollo cívico del individuo lo que ha causado, en mi opinión, las fallas más significativas; fallas subrayadas por la falta de integridad. Eso es lo que experimentamos hoy con las dudas y los cuestionamientos que la sociedad tiene sobre la gestión de los que nos lideran tanto en los Gobiernos, como en las esferas privadas. Si un individuo posee sólidos valores cívicos y morales y de integridad, a la hora de trabajar para el bien de la ciudadanía, no debe provocar dudas.

Peter Drucker señaló que: ‘Ningún individuo debe ser elegido a un puesto de mando, si la gerencia no está dispuesta a que el carácter del individuo sirva como modelo para los subordinados '. Y yo agrego que ningún individuo debe asumir la gerencia de una institución, si no tiene las capacidades para llevar sus objetivos a buen término. Es decir, si no está calificado para el puesto.

Cientos de millones de balboas han manejado los diferentes ministros en las últimas dos décadas, sin que podamos sentirnos complacidos con los resultados. Otros tantos funcionarios lideran instituciones, y tienen responsabilidades de mucho cuidado, sin tener la preparación debida. Le ha costado millones de balboas al Estado, y no existen sistemas serios de rendición de cuentas.

Drucker también señaló que: ‘Las personas con las que un individuo trabaja, y en especial sus subordinados, saben en unas cuantas semanas si dicho individuo posee integridad o no. Puede que pasen de largo muchas cosas: incompetencia, ignorancia, inseguridad o falta de modales. Pero no perdonarán la falta de integridad en el individuo. Y tampoco perdonarán a la gerencia por haberlo escogido '.

Este país sufre de eso, integridad, una de las aristas de la corrupción que mencionaba la semana pasada. Personas que asumen o se les asignan responsabilidades muy fuera de sus capacidades. Sin tomar en cuenta el daño que hacen a la nación. Esa debe ser nuestra preocupación.

COMUNICADOR SOCIAL.

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‘¿... cuál es nuestra verdadera nacionalidad? El que ha vivido en Panamá, (...), dudaría dos veces en hacer esa pregunta...'

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