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- 09/02/2024 00:00
El buen abogado y la ética profesional
Un abogado es un profesional del derecho, su símbolo es la lechuza o el búho, se asocia a la diosa griega Athenea, que significa sabiduría, raza, e inteligencia, y este pude trabajar como abogado litigante, u ocupar cargos en la administración de justicia (fiscal, juez, magistrado), o como docente, consultor u otro.
Al abogado litigante se le conoce, por su look, tiene un dress code formal, hombres con saco y corbata, las mujeres con trajes sastre; imagen que asimilan los estudiantes de derecho en las aulas universitarias.
Se les llama licenciado, jurisconsulto, tinterillo o leguleyo, entre otros, y es una profesión que “ha sido en todos los tiempos objeto de acerbas críticas; pero sucede con ella lo que con todas las profesiones liberales y es que muchos que las adoptan no las comprenden ni las aprecian y las emplean solo como un medio de adquirir fortuna con buenas o malas artes” así lo afirmaba el destacado abogado, político y escritor, Dr. Eusebio Morales.
Dicen que “en esta vida tienes que tener a mano un buen médico, un buen abogado y un cura”, y ¿tenemos “buenos abogados?, al estilo moral y ético de Atticus Finch, en la película Matar a un Ruiseñor (1962) o la clásica serie Perry Mason (1920) o Ley y Orden: UVE, pues son muchas cualidades y aptitudes que deben reunir: pasión por el trabajo, empatía, habilidades de comunicación, de investigación, sociales, y de escucha, dominio de idiomas, conocimiento tecnológico, persistencia, paciencia, honestidad, lealtad, entre otras.
Cierto, que no hay abogados ni clientes perfectos, ni mucho menos operadores en la administración de justicia, aunque sí es posible que nos encontremos, en ocasiones, con profesionales del derecho que no tienen un comportamiento ético, tanto en lo profesional, como en lo privado.
No es fácil, la relación abogado-cliente, que es contractual, de prestación de servicios y neutral; exigencia para poder actuar objetivamente y no poner en riesgo la causa, ni aprovecharse de su ventaja profesional y psicológica respecto al cliente, ya sea manipulándolo para obtener cualquier tipo de ventaja, económica, sexual o de cualquier otra naturaleza, es decir, abusando de su confianza, aunque nada escapa a que sea el abogado manipulado, por su cliente.
Tenemos muchos tipos de abogados según los clientes: el abogado impuntual, el muralla china, enfermo, comilón, mal vestido, desmemoriado, mediático, el lengua larga, y los desordenados que no encuentran o pierden documentos, y el abogado con telenofilia, que no responde las llamadas (E/Jurist.2024)
Algunos abogados se desatienden del cliente y no acuden a las audiencias programadas, faltando a la honradez, buena fe y al compromiso personal de atender al cliente, y en general, a la ética profesional, así como los que representan simultáneamente intereses contrapuestos, o emplean sus influencias sobre el juzgador o fiscal para conseguir una resolución que lo favorezca, vgr. archivar una denuncia, así como los que emplean pruebas falsas o las ya conocidas gestiones dilatorias.
No son comunes, pero los hay, abogados ávidos de dinero, que aceptan la causa y reciben los honorarios del cliente, teniendo o no la pericia o conocimiento, y luego se desatienden del caso, no le contestan las llamadas, ni acuden a las audiencias programadas afectando a su cliente; y puede que luego de ello, engañen al cliente afirmando que es otro colega familiar o conocido el que asumió la causa, cuando no es cierto, faltando a la ética profesional.
Tampoco es habitual, pero han surgido: a) los abogados “roba cliente” que prometen prestar servicios ágiles por menos precio, b) los abogados estafadores que se apoderan de dinero u otros recursos con abuso de confianza del cliente, y de ello ya hay numerosas condenas por robo, estafa y apropiación indebida, c) los que violan la confidencialidad en perjuicio de su cliente, y d) los abogados mediáticos o de showbusiness, que atienden casos de impacto y llevan los casos a la televisión en la que debe valorarse los límites éticos de la publicidad.
Terminamos expresando algunas frases del discurso del Dr. Eusebio A. Morales en el acto de entrega de diplomas de licenciados, el 28 de noviembre de 1922, en la Escuela de Derecho, que dice: “sí existen, como han existido siempre, abogados que violan los principios y reglas éticas de su profesión, ello no depende de que sean abogados, sino de que son hombres desprovistos de sentimientos de honor, de rectitud y de generosidad. Pero el abogado, con una noción perfecta del honor y una capacidad completa para el servicio desinteresado y generoso, no puede ser nunca una amenaza social, sino más bien un freno para los abusos del poderoso, un baluarte para el inocente y para el débil, un defensor celoso del derecho y de la justicia”.