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- 17/09/2025 00:00
Un andamio colgado del puente de las Américas se convierte en escenario de dos vidas que se encuentran por casualidad y que intercambian sentimientos y opiniones precisamente sobre las circunstancias que definen sus respectivos perfiles. Este argumento centra el relato de la obra El puente de Raúl Leis estrenada recientemente en el Centro de Arte y Cultura de la ciudad de Colón y con gran asistencia de público.
La dramaturgia de este escritor colonense es amplia y constituye el género más desarrollado en su literatura. Incluye los títulos Viene el sol con su sombrero de combate puesto, Lo peor del boxeo, María Picana, No hay derecho señores, El nido del Macuá, El señor sol, La cantina de Pancha Manchá, Primero de mayo y El puente. Esta última fue llevada a las tablas en tres ocasiones (2002, 2007 y 2025).
Una mujer desciende a la endeble plataforma de madera en el puente y se prepara para lanzarse al vacío. Se quita el vestido y se envuelve en una sábana; escribe entre lágrimas y lamentos una carta de despedida; espera el momento propicio para así terminar su vida. De pronto, aparece sorpresivamente un hombre, a quien ella no conoce que le interrumpe su deseo y entra en un diálogo en que ambos exponen su situación.
El relato discurre en términos del intercambio de los problemas de ambos. El punto común es la pobreza y la soledad que los embarga y estruja su existencia. Rosalba (Asuri Valencia) confiesa sus conflictos familiares y las circunstancias que la han llevado a la decisión de terminar trágicamente en el lugar; mientras Joaquín (Héctor Hernández), procura sacarla de la idea y trata de hacerle ver las perspectivas de esperanza.
Ambos argumentan sus razones hasta que la historia da un giro por nuevos episodios que aparecen y la trama empieza a desplegar alas porque los puntos de vista no solo se amplían hacia enfoques no tan personales, sino al contexto sociopolítico que les hace víctimas de un estatus quo inequitativo. La suicida confiesa que habrá de precipitarse sobre la cubierta de un trasatlántico como símbolo; mientras el extraño intenta convencerla de ceder.
Hacia el desenlace cambian los factores y se deben hacer ajustes: la esperanza se enfrenta al conflicto y se exploran nuevas vías para una salida al nudo dramático. Allí el autor mezcla las sensaciones a través de herramientas líricas, el ritmo del discurso crudo que en todo momento ha marcado la relación de la pareja. Leis toma a ambos personajes y les propone una nueva dialéctica en la que se sumergen como forma de evitar un destino cruel.
La obra obtuvo el premio en la categoría de teatro del Concurso de Literatura Ricardo Miró en el año 2000 y fue llevada a escena por Anselmo Cooper y Dagoberto Chung como directores. Ambos han impulsado este arte desde la Unión Teatral de Colón y conocen muy bien el trabajo de Leis porque han montado otras obras de él como La cantina de Pancha Manchá. Ellos fueron reconocidos por su arduo trabajo de décadas en el proscenio.
El teatro de Leis se identifica con los problemas sociales no solo por la condición de la provincia colonense, sino por su concepción política y esta visión la ha dejado plasmada en una extensa obra tanto en verso como en prosa. Su discurso concreta las posibilidades del trabajo para alcanzar un mundo diferente, más solidario y humanizado. En el centro de su espacio narrativo siempre estaban los sectores más vulnerables.
La obra de Leis destaca el análisis de la realidad socioeconómica y cultural, como es el caso de sus textos Machi un kuna en la ciudad, Panamá: luces y sombras hacia el siglo XXI; o los poemas Campos de amor al hombre nuevo o Tiempos de las cosas nuestras. Sus trabajos abundaron en estos temas y su literatura se llenó de las problemas existenciales que poblaron su imaginario. El puente es un ejemplo de ello y sus reestrenos nunca dejarán de ser actuales.