El presidente envió un ultimátum al sindicato bananero Sitraibana que mantiene protestas y cierres de calle en la provincia de Bocas del Toro
- 21/12/2023 15:20
En busca de respuestas cósmicas
Esta columna fue concebida hace muchos años para buscar respuestas a preguntas urgentes: ¿cuál sería el impacto de una nueva ley de seguridad nutricional, cuáles son las implicaciones de una demanda de acción de clases contra un fabricante de comida chatarra por atentar contra el bienestar colectivo, cuánto debería ser el impuesto de las sodas para tener efectos concretos en su demanda, etc.? Pero hoy en vísperas de Navidad he decidido explorar algunas preguntas referentes al universo, para las cuales pienso todavía no hay respuestas.
Estudié física cuántica en la universidad, soy un ávido lector de Scientific American y disfruto los documentales sobre materia y energía. Todos los años doy seguimiento a los tres Premios Nobel de Ciencia (Medicina, Química y Física) y leo artículos relacionados con la ley de la relatividad, aunque para mí lo más desafiante es descubrir cómo las personas se relacionan con un universo que todavía no entienden y probablemente nunca lo harán.
Somos una diminuta partícula en un universo que ocasionalmente nos conmovemos por la repentina aparición de una guerra, pandemia o algo peor. Pensamos que podemos manejar nuestras vidas, pero realmente no podemos. Lo cierto es que al universo no le importa nada. Las estrellas en el cielo no saben de nosotros. Nunca sabremos si alguien vive allá arriba o no. Y eventualmente, en mil millones de años, no habrá vida en la Tierra porque el sol calentará y hervirá los océanos. La raza humana será historia.
Así que en la lejana plenitud del tiempo, nada quedará. Por eso, en relación con el universo, estoy consciente de que podría colapsar hoy, mañana o en cualquier momento. En 1977, con motivo de un eclipse solar total, asistí a una conferencia sobre agujeros negros y desde entonces siempre me han llamado poderosamente la atención. Antes hablar de agujeros negros no era “cool”; ahora atrae a mucha gente porque plantea toda una serie de ideas sobre qué es el mundo, de qué está hecha la materia, y que podemos entrar en él y desaparecer literalmente.
Y de un tema científico, podemos súbitamente quedar sumergidos en uno filosófico, que revelaría además la clase de ignorancia cósmica que todos tenemos. Al menos deberíamos pensar sobre quiénes somos, qué sabemos sobre este universo en el que vivimos y qué tipo de preguntas pudiéramos formular para encontrar respuestas a todo lo que somos, de dónde venimos y para dónde vamos. El problema es que nadie sabe cuáles son las preguntas correctas todavía.
Y ese es el tipo de pensamientos que a menudo obtenemos cuando miramos el horizonte o contemplamos las estrellas. Es como cuando niños tratábamos de imaginar cómo era estar casado o tener un trabajo; yo miraba a mis padres y abuelos como eran, pero nunca tuve una respuesta contundente. Será tal vez porque nunca hubo una pregunta precisa que despejara esa ignorancia.
Por eso, en ese sentido, es bueno plantearnos algunas interrogantes para ver si podemos despejar algunas dudas. Por ejemplo, ¿qué sucede dentro de un hoyo negro? ¿Hay más vida en el universo? Y si hay, ¿cómo es que aún no lo sabemos? ¿Hay otros universos? ¿Podremos algún día vivir en Marte? ¿Por qué recordamos el pasado y es imposible ver el futuro? ¿Tuvo Dios alguna opción al crear el universo? ¿Algún meteorito chocará con la Tierra y creará otra Edad de Hielo?
Estas son preguntas que se hacen los científicos y que deberíamos por lo menos preguntárnoslas nosotros también. Primeramente porque son divertidas, especulativas, hipotéticas y casi de ciencia ficción. Pero también porque nadie quiere vivir en un mundo en el que tengamos respuestas a todas esas preguntas. Hace años vi un documental y escuché a Stephen Hawking hacer la pregunta, ¿por qué recordamos el pasado y es imposible ver el futuro? ¡Interesante verdad! El punto es que realmente no entendemos todas estas cosas que damos por descontadas, como el tiempo o el espacio. Pero si plateamos el problema de forma matemática, es posible ver cada cosa en su propia dimensión, e incluso en saber dónde estamos y hacia dónde vamos.
Pero la verdad es que no todos saben matemáticas ni viven matemáticamente. Ni cuando vamos en un avión, no pensamos en avanzar o retroceder en el tiempo, ni tampoco tenemos la opción de decidir si ir al norte, al sur, al este o al oeste. Sin embargo, cuando pensamos y preguntamos estas interrogantes, tenemos la opción de imaginar y modificar todas las variables de tiempo y espacio, y encontrar en nuestras mentes las soluciones que más se ajustan a nuestra realidad.
Esperamos pues que esta Navidad nos encuentre con los pie en la tierra, mirando al cielo y cuestionándonos todo, que nada nos cuesta.
El autor es empresario .