En mis 80 años

  • 22/09/2025 23:00

Uno no se imagina llegar a ocho décadas. Estamos en el umbral de la vida. Lo celebro con toda mi audiencia.

De padres maravillosos. Willie, sin pasar de tercer año en secundaria laboró en 4 bancos por más de medio siglo, llegando a ser gerente en tres de ellos. Honrado por excelencia. Doris, hija del maestro ajedrecista, Luis Farrugia, abnegada madre y ama de casa, con su apoyo laboral sirvió de palanca en el hogar. Trabajadora social por excelencia, garantizándonos a los cuatro hermanos una excelente educación.

En kínder fui a la escuela pública Mateo Iturralde en Santa Ana. El resto en La Salle. Estudié Derecho de noche en la Universidad de Panamá. Trabajaba de día, ya que siempre ame mi independencia. Tras el golpe militar de 1968 perdí un año de clases; cerraron la universidad. Maestría en Tulane University, con mis ahorros, préstamo estudiantil y beca que me dieron allá. Como abogado me ofrecieron trabajo en tres bufetes grandes a los que les dijo, ¡No! Querían imponerme condiciones: no enseñar en la Facultad de Derecho, nada de activismo político. En resumidas cuentas, me decían: ¡No vivas!

Di clases por 33 años en la Universidad Nacional y un semestre en la USMA. Mi primer salario en la Universidad fue de 75 dólares mensuales por tres horas de clase a la semana.

Antes de graduarme trabajé como ascensorista y oficinista en Internacional de Seguros, cajero en la Esso y vendedor en IBM. Desde los 13 años tuve carnet de Seguro Social ya que trabajaba en mis vacaciones escolares.

Entré a los 18 años al Partido Demócrata Cristiano, lo único diferente que había para la época. En 1965, por protestar pacíficamente en el ministerio de Salud, a 25 democristianos nos echaron 20 días de cárcel, solo dormimos 7 noches en la Cárcel Modelo por injusticia cometida por nuestra detención. En 1968, fui candidato a concejal por el distrito de Panamá, llegando de tercero en nómina de 15. Rehusé que Arnulfo Arias me diera la curul sin haberla ganado.

Por 17 años fui directivo del PDC en clandestinidad, hasta 1980, cuando inscribimos el partido. Legislador electo en 1984, en la primera Asamblea Legislativa instalada tras golpe de 1968. Reelecto en 1989, con la mayoría de votos en todo el país. Tras intentar una segunda reelección en 1994, no saqué ni 10% de los votos que logré en 1989.

Fui detenido por 22 horas, encapuchado y esposado, a 3 semanas de la invasión al regresar de la OEA en Washington.

Tras la invasión de 1989, fui Alcalde de Panamá, nombrado por el presidente Endara. Para este cargo los militares habían eliminado las elecciones. Duré al frente de la Alcaldía solo 15 meses, ya que el presidente Endara expulsó al PDC de su gobierno. Regresé a la Asamblea.

Tuve muchos programas radiales: Radio Mía, Guadalupe, KW Continente, RPC Radio, donde me cerraron el programa que dirigía durante las elecciones de 1989, al decir a “Endara le dicen Pan de Dulce y no pasa nada. Pero a Noriega nadie se atreve a decirle Cara de Piña”. A la hora clausuraron el programa. Estuve en televisión con Mario Rognoni en canal 21 y en TV2 con Fuego Cruzado, cerrado a las 53 semanas por cuestionar a un patrocinador. He escrito constantemente en La Estrella, el Siglo, La Prensa, Crítica, El Panamá América, El Matutino y fuera, en el Herald de Miami, Wall Street Journal, New York Post, Nación de Costa Rica, Universal de Caracas y El País de España. Dirigí la revista Diálogo Social, experiencias que me han permitido escribir cinco libros con aportes sobre la historia patria.

Además de la universidad, en la OEA como embajador 3 años y medio, como legislador más de 8 años y como alcalde 15 meses, he servido al país en diferentes escenarios. No me puedo quejar de la oportunidad recibida para desarrollar mis principios de justicia social y respeto a la dignidad humana.

En estos 80 años y habiendo tenido cuatro hijos maravillosos, por estar tan metido en la política, sobre todo en las postrimerías de la dictadura, no les di la atención y al amor que merecían, una de las razones por la que muchas personas serias deciden no asumir riesgos en la vida pública. La familia es la más afectada.

Sin embargo, mis hijos entendieron lo que ese momento histórico requería de su padre. Puedo decir que, al llegar a 80 años, me siento satisfecho por todo hecho y seguiré haciendo hasta el último día que Dios me dé vida.

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