• 29/05/2025 00:00

Entre boleros y liderazgo: la unión supera la valentía individual

Desde mi adolescencia y juventud adulta, cuando el amor me consumía, encontraba en los boleros un refugio que acompañaba y fortalecía mis pesares. Uno de mis favoritos fue ¡Hola, soledad! del maravilloso Rolando Laserie, nacido en 1923, mucho antes de que yo siquiera existiera. Este cantante cubano, conocido como “el guapachoso”, es considerado uno de los grandes exponentes del género filin, influyendo en generaciones posteriores de músicos.

La letra de esta inolvidable canción personifica a la soledad como una vieja amiga, siempre presente, sugiriendo una relación íntima y constante con este estado emocional. Como dice Gilberto Santa Rosa, “¡Alguien me diga!” si la soledad no ha sido amiga de muchos en algún momento. Y como escribió Palito Ortega y canta José Feliciano, “¡A mí me pasa lo mismo que a usted!”. Yo fui muy amiga de la soledad; digo fui, porque ya no lo soy. Al superar esa melancolía, pude incluso prevenir un “¡Cataclismo!”, como lo cantaba el extraordinario mexicano Javier Solís.

Sin embargo, no estoy en desacuerdo con René Descartes, quien en el siglo XVII sentó las bases de la filosofía moderna con la frase: “Pienso, luego existo”. Pensar es, sin duda, un encuentro con uno mismo y con la soledad. Pero en el siglo XXI, este paradigma ha evolucionado hacia otro: “Participo, luego existo” o “Coexisto, luego existo”, inspirado en el pensamiento de Ortega y Gasset, siglo XX. Este nuevo enfoque sostiene que la existencia humana no se limita al pensamiento individual, sino que se encuentra en la participación en el mundo y en la vida.

Con el paso de los años y la experiencia adquirida al enfrentar proyectos de alto riesgo, adopté un principio que guía mi liderazgo: “más vale 100 cobardes juntos que un valiente solo”. Esta frase subraya que la fuerza y el poder de un grupo, aunque sus integrantes no sean los más valientes, puede ser más efectivo y seguro que la acción aislada de una sola persona valiente. Resalta la importancia de la unión y la colaboración frente al individualismo.

Por ejemplo, Alejandro Magno destacó la importancia del liderazgo y la cohesión cuando afirmó: “No temo a un ejército de leones dirigido por una oveja, sino a un ejército de ovejas dirigido por un león”. Esto demuestra que la unión y la dirección adecuada superan la valentía individual.

En este sentido, la actitud de un buen líder debe ser la de no tomar decisiones en solitario, aunque se sienta valiente. El liderazgo responsable requiere prudencia, análisis, diálogo y respeto a los mecanismos democráticos y a la participación ciudadana. La valentía sin respaldo colectivo puede conducir a decisiones impulsivas, autoritarias o poco legítimas, que afectan la estabilidad política y social. La historia y la teoría política confirman que la fuerza colectiva y el consenso son más efectivos y sostenibles que la acción aislada, por muy valiente y fuerte que sea el líder. En un mundo cada vez más complejo y fragmentado, el liderazgo y la convivencia social requieren más que nunca la capacidad de dialogar, negociar y construir puentes, incluso cuando las posturas parecen irreconciliables. La valentía no reside en la acción solitaria ni en la imposición, sino en la disposición para escuchar, comprender y sumar voluntades diversas. Así como en mi juventud la soledad fue una compañera inevitable, hoy reconozco que la verdadera fuerza y existencia se encuentran en la participación colectiva y en el respeto mutuo.

*La autora es docente universitaria y miembro de la Sociedad Internacional para la Creación de Valores de Panamá, SGIP
Lo Nuevo