Esa conducta que no nos deja avanzar

  • 22/09/2025 00:00

Veo y recibo con honesto entusiasmo los positivos anuncios que el gobierno nos hace cada semana: por ejemplo, el jueves pasado en la conferencia del presidente Mulino conocimos sobre el avance de la tuneladora Panamá que construye la Línea 3 del metro de Panamá. Solidario con los que pasan horas durante la mañana y para entrar a la ciudad o en la tarde para regresar a sus casas en el oeste de la Ciudad, en sin duda alguna una noticia alentadora, entre otras. La presentación del Plan Estratégico hasta el 2035 del Canal de Panamá también realizado la semana pasada, es una noticia alentadora.

Pero ¿Cuándo comienzan las tareas para corregir la conducta humana que nos tiene en un estado de indiferencia para muchos e indignación para otros?

Alejado de tantas promesas, proyectos desarrollados por tecnócratas que al final quedan costando más de lo que habían calculado y, como ha ocurrido en el pasado, tanta bondad no se refleja en el mejoramiento de la condición de vida de los más necesitados, dicho antes, la tarea es avanzar la causa humana con otros elementos que pueden llevarlos a un estado de bienestar superior. Ya sea en los centros de investigaciones científicas o en las esferas creativas escribiendo un poema, componiendo una melodía de cuerdas, o descargando las intenciones inquietas o desordenadas sobre un lienzo. Para darle contexto, resumo en los siguientes párrafos mis argumentos de siempre para que podamos trabajar seriamente en un plan de desarrollo para todos.

Hay hechos innegables que nos permiten estar aquí hoy como conjunto humano. Primero los científicos estiman que hace unos 4 o 5 millones de años se dieron las condiciones biológicas necesarias para sostener la vida de los antepasados de lo que se ha convertido en los hombres y las mujeres que hoy habitamos la Tierra. Esos primeros supervivientes, por mucho más de la mitad de ese tiempo, y con recursos primitivos, combatieron todas las amenazas del ambiente terrestre que atentaron contra su existencia.

Segundo: las evidencias históricas demuestran que esos seres aprendieron lo suficiente de las experiencias cotidianas, del ensayo y error, de la metida de pata, para garantizar la transferencia de conocimientos a las generaciones posteriores para sostener la aún frágil existencia humana.

Tercero: en algún momento quedó claro en la evolutiva mente de nuestros antepasados que, ante todo, la seguridad era esencial para poder atacar con decisión las otras empresas que garantizarían su existencia a largo plazo. Su seguridad personal y la colectiva. La de sus descendientes, la de sus familiares cercanos, sus amigos, los miembros de la tribu.

Cuarto: tan solo en los últimos 100 años, la tenacidad investigativa del ser humano y su búsqueda continua por la preservación de la especie duplicó las expectativas de vida que al inicio del siglo pasado aún estaba entre los 45 a 60 años dependiendo de la región en la cual se vivía.

Vislumbrado las posibilidades reales de vivir por más de seis décadas y a la postre hacer contribuciones significativas en las diversas áreas del conocimiento humano, a mediados del siglo pasado, el hombre intensificó su intento por alcanzar nuevos horizontes redoblado considerablemente su esfuerzo por explorar el universo.

Los avances científicos y tecnológicos han revolucionado disciplinas de estudio y prácticas tan importantes como la medicina y la comunicación. La inteligencia artificial está redefiniendo nuestras vidas y nuestro desenvolvimiento diario en sociedad.

Ya sabemos cómo anda el sistema educativo y las posibilidades para el futuro y los asuntos de la seguridad colectiva, no pinta bien. En los últimos años el ciudadano común vive con temor por su seguridad personal. Siente que está siempre en peligro. En el Metro, en las aceras, en su barrio, su casa, los restaurantes, etc. Te pueden arrancar el celular si te descuidas. Cuando es quincena debes estar más alerta. Antes de bajarte del auto, o salir del garaje, fíjate bien quienes andan por allí, etc. No hay manera de estar tranquilos... ni en la calle ni en la casa. Nuestro camino de desarrollo está amenazado por un concepto que antepasados menos desarrollados entendieron muy bien: la seguridad colectiva.

El problema del narcotráfico, del lavado de dinero, de la delincuencia común y organizada que amenaza a diario la estructura social del país, requiere de una visión alejada de la politiquería y que se fundamenta en estrategias a nivel nacional e internacional que definen claramente la conducta que toda la sociedad debe asumir, si en realidad queremos vivir en una comunidad más segura.

Bien por lo anunciado la semana pasada, por lo que avanza y por lo planificado hasta el 2035. Pero mientras tanto ¿Qué hacemos con el tráfico de influencias, el matraqueo, el manejo irregular de los dineros públicos... la corrupción que no nos deja avanzar? Esas son cosas de humanos. ¿Cómo va la planificación o los procesos para resolver de una vez y por todas, con el mismo entusiasmo, esa condición que no nos deja avanzar?

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