• 27/05/2023 00:00

El eterno rescate de los valores

Si año tras año, se dan campañas, talleres, seminarios [...], ¿por qué seguimos teniendo los mismos problemas […]?”

Una nueva campaña para el rescate de los valores es promovida por el Tribunal Electoral, con el fin de educar a las personas desde pequeñas para lograr evitar el clientelismo político y así formar ciudadanos que practiquen y vivan los valores de libertad, tolerancia, inclusión, justicia, honestidad, equidad, igualdad y liderazgo (en caso de que éste sea un valor). Esta nueva iniciativa consiste en que los menores, entre 5 y 17 años de edad, puedan votar por el valor por el cual se sientan identificado. A primera instancia, parece novedoso el ejercicio, sin embargo, cabe reflexionar sobre tres asuntos fundamentales: ¿Tienen, los jóvenes, claridad sobre qué son los valores y por qué deben elegir uno sobre otro? ¿Quiénes son los que deciden el listado de los valores que los jóvenes deben votar? ¿Por qué dichas campañas recicladas no funcionan?

Se asume que los jóvenes desde sus hogares y centros de educación están formados en valores. Ni siquiera se pone en duda que sus familias sean víctimas de todo tipo de precariedad que les impida recibir una enseñanza, por parte de sus padres, a través del ejemplo. Mientras que en los centros educativos la enseñanza en valores está íntimamente ligada a los decididos por una doctrina religiosa que, difícilmente, enseñen la tolerancia como un valor fundamental para la vida democrática y qué decir de la asignatura de Cívica, que siempre está bajo la amenaza de ser reemplazada por asignaturas más útiles.

Debo destacar que en nuestro país hay un selecto grupo de personas, clubes cívicos, la exclusiva sociedad civil, políticos, iglesias y una que otra fundación, que se han tomado la tarea de diferenciar y caracterizar cuáles son los valores cívicos, éticos, morales, económicos, culturales y sociales. Además, saben, de antemano, cómo enseñarlos para que las personas se conviertan en ciudadanos de bien. Sin embargo, estos grupos, a pesar de estar preocupados por el ejercicio democrático, han decidido, sin tomar en cuenta a diversos sectores de la población, cómo debe ser la formación cívica y moral de la futura generación de ciudadanos del país.

Si año tras año, se dan campañas, talleres, seminarios y se confeccionan murales sobre la importancia de los valores, ¿por qué seguimos teniendo los mismos problemas de intolerancia, corrupción, falta de respeto, discriminación, desigualdad, alto índice de delincuencia e impunidad? Probablemente se deba a que el asunto no ha sido tratado ni discutido como un problema realmente serio que nos afecta a todos. Primeramente, deberíamos evitar suponer que sabemos cuál debe ser la receta de valores que necesitamos y buscar tener una mayor claridad sobre qué son realmente, con el objetivo de lograr una discusión en torno a ellos, por todos los miembros, sin importar el credo religioso, etnia, orientación sexual, situación económica y social, que conforman la sociedad civil; es decir, por los ciudadanos y ciudadanas. Quizás, de esta manera, nos liberaríamos de este eterno esfuerzo por rescatar los valores.

Ingeniero industrial, estudiante de Filosofía.
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