• 14/11/2022 00:00

Con ética se hace patria

“Una auténtica conducta ética, humilde y moral, como la que han demostrado hasta el momento los fiscales y la jueza Marquínez, ayudará a establecer ese escenario de confianza para todos. Así se hace Patria”

En medio de las fiestas patrias, con las esperadas celebraciones públicas después de dos años de pandemia, el pasado 7 de noviembre, la jueza tercera liquidadora de causas penales, Baloisa Marquínez, llamó a juicio a 36 personas acusadas de blanqueo de capitales de los millonarios sobornos recibidos de la constructora brasileña Odebrecht por la obtención de contratos millonarios para la realización de obras públicas en Panamá. Entre las 36 personas están los expresidentes Ricardo Martinelli y Juan Carlos Varela, además de los dos hijos del expresidente Martinelli que se encuentran sirviendo pena de cárcel en los Estados Unidos. El juicio se deberá llevar a cabo el próximo mes de agosto de 2023. Entonces hay que esperar. Mientras tanto hay otros casos pendientes que hay que prestarles atención.

Debemos subrayar la valentía de los fiscales del caso y en particular de la jueza Marquínez, quienes, según se ha reportado, han sido objetos de presiones de toda índole, dado lo crítico y arriesgado de este caso y el perfil de algunos de los acusados. En esta fase, es justo decir que se ha restablecido algo de confianza, por mínima que sea, en el sistema de justicia y toca admirar el sentido ético mostrado por la jueza Marquínez.

Hace algunos años, reflexioné sobre la situación del país cuando me referí a un artículo del nigeriano Tunde Jaiyebo, publicado en el Nigerian Tribune, quien decía que: “Cuando hay confianza, existe la libertad de confiar y depender de esa persona”. Este señalamiento es perfectamente aplicable a los sistemas de justicia que deben sostener la confianza como uno de sus más importantes propósitos.

En los países en vías de desarrollo, la impunidad de los que delinquen, para beneficio personal y de los suyos, es alarmante y desconsoladora. Y lo que ha logrado es sumir a los pobladores en una indiferencia contagiosa que no deja ver el horizonte de la corrección social. El sistema no parece poder corregirse por sí solo y la violencia, en aras de esa corrección, no debe ser la solución.

En el enredo de casos y situaciones ilegales que se tratan de probar, hay muchas personas que ni directa ni indirectamente han cometido actos de corrupción o atentado contra la cosa pública, pero no actúan o se sienten impedidas de actuar y denunciar, porque, por ejemplo: un señalado o una mencionada, es el sobrino o sobrina del compadre del hermano. ¿Qué nos queda? ¿Cuándo podremos recuperar la confianza en los que nos lideran? Este llamamiento a juicio puede ser el inicio de un cambio de cultura que ayude a sanear el sistema y procure un sentido ético de servicio público más positivo.

Pero también debemos esforzarnos por provocar las correcciones desde los pocos escenarios medianamente impolutos que quedan; la academia, por ejemplo, y desde allí, fortalecer conductas humanas que han perdido valor, que han sido desvirtuadas o han cobrado significado alejado de su razón para conveniencia de los que delinquen.

Si el asunto es no provocar grandes traumas nacionales en el ejercicio ineludible de trasformar el triste modelo de gobernanza y liderazgo que vivimos, para las elecciones de mayo de 2024, la población debe concentrar sus esfuerzos, no solo en no reelegir a los mismos de siempre, sino en escoger a ciudadanos que manifiesten evidentes conductas superiores de decencia moral y de respeto a la comunidad.

Jaiyebo cita a Stephen Covey, señalando que: “La confianza es el pegamento de la vida. Es el ingrediente más esencial en la comunicación efectiva. Es el principio fundamental que mantiene todas las relaciones”.

Otro teórico, Fred Hilmer, académico australiano, abogado y hombre de negocios señaló que: “El liderazgo requiere de cinco ingredientes: cerebro, energía, determinación, confianza y ética. Los retos de hoy se centran en las dos últimas: confianza y ética”. Para poder gobernar este país, limpiarlo de la miasma de la corrupción y, ante todo, darle oportunidades para un mejor futuro a los que menos tienen (que de eso se trata la oportunidad de gobernar un país), hará falta mucho cerebro, energía y determinación para colaborar decididamente con el sistema de justicia para afianzar la ética y fortalecer la confianza ciudadana.

Una auténtica conducta ética, humilde y moral, como la que han demostrado hasta el momento los fiscales y la jueza Marquínez, ayudará a establecer ese escenario de confianza para todos. Así se hace Patria.

Comunicador social.
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