• 26/08/2023 00:00

EUA: su pandemia por opioides autorizados o clandestinos

“¿Tendremos en Panamá, en el Minsa, asomos de un ápice de estadística sobre el uso, prescripciones, consumo y adictos a los distintos opioides?”

Según datos oficiales, entre enero del 2022 y enero del 2023 murieron en Estados Unidos de América (EUA) 109 000 personas a causa del uso de opioides, en gran parte autorizados por la FDA. El documental de Netflix “INTOXICACIÓN” lo explica. Para bien y también para mal, nuestros doctores y su medicina en Panamá imitan y toman de ejemplo lo que se hace en EUA. Veamos el tema y sus orígenes:

Por 1800 el dolor en países del primer mundo era considerado un evento producto del envejecimiento o enfermedad. A partir de los primeros años del siglo XIX se da más importancia al sufrimiento humano y se utiliza la anestesia como método de paliar el dolor y hacer cirugías. Eso representó un hito científico en Norteamérica y Europa. La morfina se comienza a fabricar en Alemania para uso médico en 1820; desde entonces, y aún sin regulaciones, prolifera su uso vorazmente, sin receta. Hacia 1870 muchos médicos rígidos alzaron sus voces alarmadas “por las adicciones o narcomanía”. Por 1898 Bayer introdujo el uso de heroína para la tos (diacetil morfina). Su uso fue tan grande que las asociaciones médicas apoyaron “la Harrison Narcotic Control Act”, aprobada en 1914.

Luego, a partir de 1915 hasta los 70, el Departamento del Tesoro en EUA y sus asesores médicos consideraron que mantener adictos con variantes del opio no era práctica científica y arremetieron contra los doctores que lo prescribían. Para los intensos dolores del cáncer, autorizaron a oncólogos a autorizarla solo para los enfermos terminales “a semanas de morir”, y orientaron a los pacientes con otros dolores fuertes o crónicos a buscar la psicoterapia o la neurocirugía. A partir de 1920 y hasta 1979 tales restricciones provocaron protestas masivas en enfermos con dolores agudos o crónicos que generaron la búsqueda de autorizar el uso de opioides para el dolor agudo. Ya en el período de 1973 hasta 1990, con gran discusión pública, un especialista -el doctor Marks- analizó, basado en muestras de pacientes, las dosis consideradas adecuadas para cada paciente y sus necesidades. A partir de 1983 los médicos estadounidenses doctor Porter y doctor Jick revisaron casi 40 000 pacientes hospitalizados que recibían opioides y concluyeron que la adicción y el riesgo / beneficio era tolerable y recomendable con dosis adecuadas.

Para 1986 otro científico, doctor Portenoy, muy reconocido -entre pares a favor y en contra- concluyeron que el uso adecuado de opioides era bastante necesario y seguro para pacientes con dolor agudo, con rigurosa vigilancia de las dosis y consentimiento informado. Para la misma época la OMS reconoce el tratamiento del dolor como un derecho universal, aduciendo que su eficacia estaba fuera de duda para el 90 % de los pacientes.

Sin embargo, ya para las décadas de los ochenta y noventa se produjo el inicio de una epidemia de opioides ilegales en EUA y Europa con aumento de la adicción en un 170 %. Las cifras de mortalidad por drogas se dispararon en EUA, Alemania, Italia, Holanda y Reino Unido. Se inició una batalla entre el control oficial y la compra / venta clandestina. Para esas fechas, “la biblia” -FDA- aprueba el uso del fentanilo (Durogenic) y a partir de 1990 la opiomanía se había extendido a nivel mundial. Unos pocos países europeos fueron más restrictivos. En 1993 se realizó la “Conferencia de Bruselas”, en búsqueda de regular más activamente los tratamientos para el dolor agudo. Un caso surgido en 1995, que sale en el documental de Netflix, fue la aprobación por la FDA del opioide “OxiContin” de la farmacéutica Pardue Pharma, donde, según el documental mencionado, inicialmente un alto funcionario de la regulación colocó inicialmente un sello de “Negado” al producto, y poco después (luego de reunión privada con el alto ejecutivo y capos de la empresa fabricante), éste reconsideró su aprobación con su sello de “Aprobado”. Los 109 000 muertos entre enero de 2022 y enero de 2023 (solo los que han sido captados en estadísticas oficiales) dan cuenta de esa verdadera PANDEMIA LEGALIZADA.

¿Tendremos en Panamá, en el Minsa, asomos de un ápice de estadística sobre el uso, prescripciones, consumo y adictos a los distintos opioides?

Creo que sería un verdadero milagro del Espíritu Santo: recuerden el hurto de la gran cantidad de fentanilo en la Caja del Seguro Social.

Abogado, coronel retirado.
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