• 22/10/2014 02:00

Un ‘esfuerzo total’ a favor de la niñez trabajadora

Columna de opinión de Anayansi Turner del 22 de octubre del 2014

En ocasión de la 86ª Conferencia Internacional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en Ginebra, Suiza, en junio de 1998, conocimos a Kailash Satyarthi, hoy Premio Nobel de la Paz, dirigiendo la Marcha Global contra el Trabajo Infantil.

La Marcha, inspirada en la yatra, una idea de movilización intrínseca a la cultura budista y rescatada por Gandhi en los años 30, partió de diversas ciudades ubicadas en cuatro continentes, para confluir el 1o de junio de 1998 en Ginebra, y apoyar así la aprobación del Convenio Internacional sobre la Prohibición y Eliminación inmediata de las Peores Formas de Trabajo Infantil, el cual efectivamente se aprobó en 1999 y conocido como Convenio No 182 de la OIT.

La Marcha tenía como propósito promover los derechos de todos los niños y niñas, en especial el derecho a recibir educación y ser liberados de la explotación económica. Generó un movimiento mundial que involucró a más de 3000 organizaciones de 157 países alrededor del mundo y representó a más de 250 millones de niños y niñas que sufren este flagelo.

Al frente del Comité Permanente contra el Maltrato Infantil y de la Cátedra UNESCO Cultura de Paz del Consejo de Rectores, nos correspondió coordinar el paso de la Marcha por Panamá, entre el 12 y el 15 de abril de ese año, que incluyó a marchistas internacionales (6) y nacionales (25), así como organizar actividades que visibilizaran el problema del trabajo infantil en el país y comprometieran al Gobierno nacional con esta causa y la aprobación del Convenio de OIT.

Esta organización internacional había abogado por la abolición del trabajo infantil en general desde su primera Conferencia en 1919, para lo cual aprobó el Convenio No 138 sobre edad mínima en el trabajo y el No 182 que plantea la erradicación inmediata de las ‘peores formas del trabajo infantil’ (prostitución, esclavitud, servidumbre, actividades ilícitas y todas aquellas labores que dañen la salud, seguridad y moralidad de la niñez).

Pero Satyarthi tiene otros méritos para merecer el premio Nobel. Perteneciente a la casta privilegiada de los brahmanes en India, abandonó su profesión de ingeniero electricista y tuvo que cambiar su nombre para dedicarse a la defensa de los derechos de la niñez. Desde su ONG, ‘Movimiento por la Salvación de la Infancia’, ha venido rescatando a gran cantidad de niños y niñas de condiciones de esclavitud; ha hecho campañas de boicot a productos hechos por las manos de la niñez trabajadora; y ha liberado del trabajo infantil a cerca de 356 aldeas en la India, país que cuenta con 60 millones de niños trabajadores.

Él es consciente de que las causas de la problemática se ubican en la situación de pobreza, la falta de educación y conocimiento de sus derechos por parte de la niñez, también en el sistema de castas existente, pero, sobre todo, la explotación económica de la mano de obra infantil. ‘Un niño privado de su infancia en cualquier país del mundo es un crimen contra la humanidad’, ha dicho Satyarthi.

El Comité Nobel simplemente ha reconocido el ‘esfuerzo total’ de Satyarthi a favor de la infancia, pues como dijera Gandhi: ‘Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa’.

*ABOGADA Y DOCENTE UNIVERSITARIA.

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