• 05/08/2015 02:00

Ser feliz, sin subtítulos

Bajo las luces de la sala pequeña, la actriz brillaba y su presencia ligera llenaba todo el sitio.

Bajo las luces de la sala pequeña, la actriz brillaba y su presencia ligera llenaba todo el sitio. En 15 minutos y sin pausas se desarrolló la historia que, sin pretenderlo, sería propulsor de cambios profundos. La mujer soberbia y neurótica de la obra era la misma dulce Sonia de todos los días.

Sin aires de grandeza, pero con una firmeza que sorprende, en tan solo unos minutos, la actriz fue capaz de convencerme de que tomando los riesgos se puede ir pavimentando, o al menos trazando, el incierto, pero placentero camino de la felicidad.

Conociendo algo de la historia real de aquella actriz, me quedó claro que las horas interminables que pasaba frente a la computadora en nuestra oficina gris, fueron el caldo donde se iba cocinando a fuego lento, pero constante, el sueño de un futuro posible. Qué diferente puede llegar a ser la vida si se decide, al menos por un momento, mudar de aires, cambiar de personaje y emprender nuevos rumbos. Esa capacidad de decisión que no todos tienen y que traza la línea entre aquellos que tendrán algo que contar al final y aquellos que al final solo serán contados.

El temor a lo desconocido, pero más aún el temerse a uno mismo, puede ser un lastre tan pesado que ancle al puerto de partida los sueños más anhelados y grandiosos. Y no es cierto que en ello haya factores determinantes más allá de la propia convicción. Es verdad que atreverse cuando se cuenta con alguien que apoye es más fácil que hacerlo por pura cuenta propia. Pero cuando el momento de la decisión llega, con o sin mano amiga, habrá quien sea capaz de dar el salto para ir tras el sueño. Y el salto puede llevarte a la otra orilla, como puede que no.

Ese es el momento importante, crítico de la propia historia. La ilusión de que todo va a salir bien, es precisamente eso, una ilusión. La realidad es que en el nuevo camino quizá habrá más amargos que dulces, pero con la sutil diferencia de saber que esos amargos son la preparación, el cáliz donde luego se podrán saborear mejor los dulces que te ofrecerá el camino.

En 15 minutos y sin subtítulos, la actriz de la obra me permitió divisar en un instante fugaz que basta un poco de valor para emprender el propio camino, sin rutas de viaje ni mapas trazados por otros.

*ABOGADA ESPECIALISTA EN AMBIENTE Y DESARROLLO.

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